Lun 12.05.2003

SOCIEDAD  › MIJAIL GORBACHOV, ULTIMO PRESIDENTE DE LA URSS

“Han hecho lo que se les da la gana”

Activo como nunca, su voz volvió a ganar escenarios mundiales por sus críticas a las acciones de Estados Unidos en Irak. Sigue en política como un social-demócrata especialmente preocupado por la ecología, el futuro de su país junto a Europa y la “erosión” norteamericana a la ONU.

Por Pilar Bonet

–Usted estaba en Japón cuando las tropas norteamericanas y británicas invadieron Irak. He leído que calificó el ataque de “delictivo”...
–No he usado esa palabra. Opino que se trata de un gran error político, de una acción injustificada, porque no se nos ha dado argumentos convincentes para la acción militar. Desencadenar una guerra en unas circunstancias tan difíciles, con tantas contradicciones, cuando aún no hemos construido el nuevo orden mundial, nos hace retroceder. Se podría tolerar en una situación clara como la de Afganistán, donde había un avispero; pero, en Irak, Estados Unidos ya estaba acumulando efectivos cuando los inspectores apenas acababan de comenzar el trabajo. Han provocado una escisión en el Consejo de Seguridad de la ONU y en el mundo. Han despreciado la opinión de la mayoría. Esto ya no es democracia. El asunto no está relacionado sólo con Saddam Hussein y con la eventualamenaza de armas de destrucción masiva. Han hecho lo que les ha dado la gana y han sentado un precedente peligroso. Creo que la causa principal es el crudo, porque los norteamericanos, que son el 5 por ciento o el 6 por ciento de la población mundial, consumen el 42 por ciento del petróleo del mundo, y para ellos es muy importante mantener su nivel. La energía les preocupa, y creo que decidieron aprovechar la existencia de un régimen dictatorial odiado. Pero Saddam no es tonto. Creo que sacó conclusiones de la guerra del Golfo y que no hay una producción de armas químicas o de destrucción masiva en Irak. Otra cosa es encontrar algo en un hoyo.
–¿Cree usted que George W. Bush trata de concluir una tarea que su padre no acabó en 1991?
–No hay que echarle a Bush, padre, las culpas de esto, porque él consiguió lo importante. Echó a los iraquíes de Kuwait y los golpeó duramente, pero no ordenó tomar Bagdad para no destruir el Estado iraquí y para no verter ríos de sangre. De ese modo abrió el camino hacia la Conferencia de Madrid para la regulación del conflicto de Oriente Próximo. Ahora circulan muchos mitos, pero la realidad es que resolvió la tarea importante de entonces. Cuando digo que el ataque a Irak es un gran error político me refiero a que perjudica al Consejo de Seguridad, perjudica a la ONU en general y perjudica la relación con los aliados. Algunos, como el gobierno español, decidieron estar junto a Estados Unidos; otros, no menos importantes en la OTAN y en el Consejo de Seguridad, no pueden ir en contra de la verdad. Todos están de acuerdo en que no se debe permitir que Irak se convierta en una fuente de peligro, pero el problema es cómo averiguarlo y cómo impedirlo. Si la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad no tienen importancia para Estados Unidos y la mayoría del mundo tampoco, puede suceder que, al acabar con el totalitarismo en Irak, establezcamos un régimen totalitario en el mundo... Ahora vuelven a decir que el Consejo de Seguridad no funciona, pero Estados Unidos hace todo lo posible para que no funcione. La administración norteamericana entorpece el trabajo de la ONU porque quisiera que todos se pusieran firmes allí. Se equivocan quienes piensan que todos van a bailar alrededor del tío Sam. Eso no sucederá. Vivimos en otro mundo. No hay que ser presa del pánico, y es necesario que el Consejo de Seguridad funcione para que la operación militar acabe lo antes posible o para minimizarla y para no permitir la escalada a otras zonas del mundo.
–Usted se ha pronunciado a favor de una reforma en el Consejo de Seguridad y ha trabajado en ello. ¿Cuáles deben ser los cambios esenciales?
–Hay quehacer que el Consejo de Seguridad sea más eficaz y más representativo. Japón, Alemania, Africa y Asia deberían estar representados, y el organismo debería modernizarse para adaptarlo a la actualidad. Destruir la ONU es condenar al resto de los países del mundo a ser un feudo de Estados Unidos.
–Sin embargo, usted mismo reconocía que la ONU ya tenía problemas de prestigio anteriormente.
–En esta situación, lo más importante es que funcione el Consejo de Seguridad. Hay que lograr que se interrumpan las acciones militares y que haya un mandato del Consejo de Seguridad para la reconstrucción de Irak. Por mucho que refunfuñen los norteamericanos, no se puede crear un régimen de ocupación. El Consejo de Seguridad debe tener un proyecto para restablecer el orden y para crear estructuras de dirección del país. Con ayuda del Consejo de Seguridad, los soldados pueden estar un cierto tiempo para que haya garantías, pero también se pueden enviar fuerzas pacificadoras, y no sólo de Estados Unidos y el Reino Unido, los países que han desencadenado la guerra.
–Uno de sus colaboradores contaba hace poco que usted intentó evitar el ataque norteamericano a Irak en 1991, pero que el presidente Bush, padre, le colgó el teléfono.
–Como negociador, Saddam Hussein fue demasiado testarudo y poco intuitivo sobre lo que se avecinaba. Yo le había dicho a Saddam que debía abandonar inmediatamente Kuwait, porque de lo contrario habría acciones militares apoyadas por el Consejo de Seguridad. Esa es una gran diferencia, porque entonces había una agresión, había una ocupación de Kuwait, pero ahora se resuelven problemas de política interior. A Saddam le daban prórrogas, y él, venga a hacerse el remolón, pese a que le advertíamos de que nadie le iba a hacer de niñera. Cuando por fin, juntamente con Francia, conseguimos que aceptara retirarse de Kuwait sin condiciones, yo llamé a la Casa Blanca, y entonces me dijeron que era demasiado tarde porque hacía dos horas que se había dado la orden de ataque.
–Usted mantiene relaciones con Bush, padre, e incluso ha hecho un documental sobre él.
–Hace poco recibí una carta suya en la que me decía que tenía ganas de volver a verme para hablar sin prisas y sin formalismos. Bush, padre, es una persona constructiva. Puede abordar cualquier dificultad.
–¿Más que su hijo?
–No me quiero meter en eso... Son dos personas distintas en dos épocas distintas. Pero el padre podía resolver cualquier cuestión complicada. Bush, hijo, se ha formado ya como presidente, pero está demasiado vinculado con los intereses de los grupos que lo llevaron al poder: la industria militar y el sector petrolero y de materias primas. Creo que en las decisiones del actual presidente de Estados Unidos hay una presión y una influencia excesiva de estos círculos sobre él, y esto debe preocuparnos a todos. Los norteamericanos deben estar también preocupados cuando ven que apenas se acaba de destruir algo en Irak, ya está en marcha un encargo de reconstrucción para empresas con las que ha estado vinculado el vicepresidente. Estados Unidos es una sociedad enferma si debe recurrir a estos métodos para salir de la crisis. Temen que si el complejo de la industria militar baja su productividad, el PBI norteamericano disminuirá, y con él el número de puestos de trabajo. Se trata de una mentalidad militarizada, a diferencia de los europeos, aunque éstos, en parte, han seguido la corriente a los norteamericanos. Podrían no hacerlo, pero quieren ganar dinero.
–Usted ha dicho que la familia Bush también se ha dividido en torno de la guerra.
–No conozco todos los detalles, pero se han publicado sus opiniones. Bush, padre, ha dicho que él podría haber bombardeado Bagdad y no lo hizo. Yo lo comprendo. Su situación es muy difícil. Ni el hijo responde por el padre, ni el padre por el hijo.
–Al sacar conclusiones para Rusia, algunos analistas hablan de incrementar el potencial militar, y otros, de fortalecer su relación con la Unión Europea.
–Rusia debe seguir transmitiendo su punto de vista a la superpotencia que se ha quedado sola y que ha fracasado desde el punto de vista político, diplomático y moral. En el aspecto militar, sería extraño que Estados Unidos, que concentra el 50 por ciento del potencial bélico mundial y cuenta con el Reino Unido, no pudiera vencer a Irak. Creo que es necesario analizar este conflicto en el Consejo de Seguridad, en el G-8 y en todos los foros posibles. En el Consejo de Seguridad hay que tratar de minimizar la acción militar, y en ningún caso hay que cortar las relaciones con Estados Unidos o incitar a otros a que lo hagan. Al contrario, debemos mantener más que nunca el diálogo, pero es necesario que Estados Unidos entienda que no todos vamos a bailar al son de la melodía que ellos toquen. Esto se aplica también a Rusia, y a propósito, creo que Putin resistirá hasta el final, aunque veo que los norteamericanos buscan algo para acusar a nuestro país, y esto no es serio. Quieren acusarnos de venta de armas e ignoran su propio informe, según el cual una veintena de empresas norteamericanas abastecían a Irakde armas. Nuestros dirigentes dicen que Rusia no comercia armas con Irak. Si nos hubiéramos callado, ahora recogeríamos los laureles; pero no nos callamos, sino que insistimos en que no se debía desatar una guerra. En cuanto a la idea de aumentar el potencial militar de Rusia, está bien que se piense en la reforma militar, porque nuestro país necesita un ejército moderno, no muy numeroso y bien pertrechado. Sin embargo, creo que debe examinarse la colaboración con la OTAN. Prácticamente, Rusia tiene una posición de miembro asociado de la Alianza Atlántica por lo menos en 10 puntos relacionados con el terrorismo, en los cuales tiene derecho a debatir y tomar decisiones. La provocación de las peleas de chicos o los ajustes de cuentas mafiosos no son tolerables en la política, porque hay fines más serios y responsabilidades más importantes frente al propio pueblo y al mundo. Sobre todo en esta época, cuando el mundo cambia y nosotros queríamos estos cambios. ¿Y ahora qué? ¿Acaso vamos a aprovechar cada dificultad para comenzar una guerra local? Esto puede acabar en una catástrofe. Debemos decir que, por primera vez, Europa, con Rusia incluida, ha adoptado su propia posición y no ha ido a remolque. Es cierto que ha habido una división, pero mire qué opinión pública, incluso en los países que supuestamente apoyan la intervención. La opinión pública va a desempeñar un papel cada vez mayor.
–¿Cree usted que debe consolidarse el triángulo Moscú-Berlín-París?
–Debemos conservar y desarrollar las estructuras internacionales existentes, pero no crear estructuras que perjudiquen a la UE y a otras instituciones internacionales. Mi idea central es no destruir, y Rusia puede contribuir en ese sentido. Hace un par de años, Kohl empezó a decir que Rusia debe obtener un rango de Estado asociado de la UE. El ingreso de Rusia en la UE sólo podría complicar más ese sistema, pero hoy Rusia tiene responsabilidades energéticas, está vinculada por la cultura y por el turismo.
–¿Quiere decir que Rusia es parte de Occidente?
–Todavía no. Está en proceso. Es parte cultural de Europa, pero hay que desarrollar un mecanismo para que se convierta en un Estado asociado. En la OTAN, Rusia tiene ya ese papel. Se trata de hacer lo mismo en la Unión Europea. El Tratado de Cooperación entre Rusia y la UE vigente no basta para abrir un nuevo capítulo en la relación, y hay que buscar algo de más calidad. Sin embargo, en lugar de buscar una nueva fórmula, un modelo de Estado asociado, lo que se hace es organizar más de sesenta procesos antidumping contra Rusia e impedirle el acceso a los mercados. Seguramente, la cooperación entre Rusia, Francia y Alemania dará un empuje para que nuestra colaboración sea más estrecha. Sin Rusia, Europa no existirá.
–¿No le parece que los americanos esperaban un mayor apoyo de Rusia?
–Rusia apoya a Estados Unidos cuando su acción está justificada y responde también a sus propios intereses, pero no puede apoyarlo descuidando sus intereses, sobre todo ahora que todavía no ha salido de la crisis. Tras el 11 de septiembre de 2001, Rusia fue uno de los primeros países en solidarizarse con Estados Unidos, y eso fue muy importante. En ocasiones, Estados Unidos debería confiar en la experiencia de Rusia, porque nuestro país tiene más experiencia tanto política como cultural.
–¿Qué opina de la política exterior de Putin?
–Putin todo lo hace correctamente. En política internacional ha actuado de forma meditada, concreta y activa. Con él, Rusia se ha hecho más estable, más gobernable y se ha comenzado la reforma administrativa. La política de Putin responde a los intereses de la mayoría de los rusos. Rusia necesita de condiciones para realizar sus planes y necesita de estabilidad y previsibilidad para su reforma. Dos tercios de la población están en la miseria y Putin hace bien insistiendo en una solución diplomática de los problemas internacionales, porque necesita colaboración y todavía tiene muchas cosas por resolver. Pero no puede haber un cambio radical con el Parlamento y el Gobierno que tenemos, donde aún se reflejala inercia de la época de Yeltsin. Rusia necesita que las rentas de la naturaleza vayan a su presupuesto y no a un bolsillo particular. Los mecanismos pueden ser diferentes, pero es importante que la renta de la naturaleza beneficie a todo el país.
–Usted empezó una serie de documentales sobre políticos y ya ha rodado varios capítulos. ¿Piensa incluir también a su amigo Felipe González?
–No he hablado con él de momento. Aprecio mucho a González y sus calidades humanas, aunque la verdad es que esos ministros ladronzuelos le hicieron una faena.
–¿Piensan sus nietas trabajar en la fundación?
–Xenia, la mayor, ha estudiado relaciones internacionales, y eso le gusta. Hizo una práctica en la empresa Video International y conoció a mucha gente joven allí. La han invitado a quedarse. Se casa a finales de abril. De momento no se plantea seguir trabajando de modelo. La existencia de mis nietas me hace feliz. Me quieren, son modernas, están bien educadas y tienen el sentido del humor del abuelo.
–Usted siempre está rodeado de mujeres. El mundo de los políticos rusos de hoy es un mundo muy masculino, en un sentido muy restrictivo de la palabra.
–Creo que debería aprobarse una ley que determine una cuota de participación femenina en las instituciones.
–¿No piensa en volver a casarse?
–Para mí hubo un matrimonio y duró casi 50 años. Tengo amigos. Hombres y mujeres. Y seguirá habiéndolos.
–Echando una ojeada a su libro “Carta a la Tierra”, me preguntaba si en lugar de ser un social-demócrata debería usted ser un “verde”.
–Como social-demócrata entiendo que la política no sólo debe ser social, sino también ecológica. Seguramente soy un rojiverde.

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