Mar 27.11.2012

SOCIEDAD  › INVESTIGAN SI OJITOS COMETIó DELITOS MIENTRAS ESTABA PRóFUGO

Un hombre apegado a lo suyo

Hernán “Ojitos” Prola se había fugado durante un traslado en ambulancia, veinte días después de haber sido condenado a treinta años de cárcel por secuestros. El viernes fue recapturado y ahora la Justicia investiga una serie de robos en los que habría participado.

La Justicia investiga si Hernán Javier “Ojitos” Prola cometió delitos durante los 28 días que pasó prófugo. Ojitos, condenado a treinta años de cárcel por secuestros, había sido protagonista de una extraña fuga el 26 de octubre, cuando se arrojó desde una ambulancia en la que era trasladado con custodia al Hospital Durand. Fue recapturado el viernes en San Isidro, mientras circulaba con otros cuatro hombres en un auto robado. En el vehículo, además de armas de grueso calibre, se encontraron objetos que podrían haber sido robados, así como las llaves de una camioneta que había sido sustraída días antes. Ernesto Rodríguez, fiscal de Vicente López, investiga si los detenidos podrían haber sido autores de una serie de delitos cometidos en las últimas semanas en la zona norte del conurbano bonaerense.

“En el auto había celulares y otros objetos que tienen toda la apariencia de ser robados. Y encontramos las llaves de una camioneta Volkswagen Amarok que había sido robada el miércoles pasado en Vicente López”, reveló una fuente judicial, y agregó que “en los últimos días, en la zona norte, hubo una serie de robos, al parecer protagonizados por la misma banda, ‘pesada’, con cuatro o cinco tipos fuertemente armados”.

Prola, de 32 años, fue capturado el viernes, a bordo de un Volkswagen Voyage, en el cruce de la colectora de Panamericana y Avenida Márquez, San Isidro; el arresto fue efectuado por efectivos de la Comisaría 10ª, que habían montado un operativo cerrojo. El jueves, el Volkswagen había sido robado, a mano armada, en el barrio Loma de Roca, de Munro. Al día siguiente, dos empleados de una empresa de rastreo satelital localizaron el auto en San Justo, partido de La Matanza, pero sus ocupantes abrieron fuego con una escopeta y uno de los empleados recibió una perdigonada en una pierna. Alertada la policía y siempre con participación de la empresa de rastreo, se determinó que el Volkswagen había tomado por avenida General Paz y doblado por la colectora de la Panamericana. Montado el cerrojo en avenida Márquez, cuatro hombres fueron detenidos en el Voyage, y un quinto, que escapó corriendo, fue arrestado a 150 metros.

Uno de los cuatro apresados en el auto era Prola, que inicialmente negó su identidad: pero el “morpho touch” –dispositivo inalámbrico que toma y analiza huellas digitales– confirmó que era él. “La identificación costó porque tenía las huellas de los dedos engrasadas como las de un mecánico y como raspadas o con pegamento, artimañas que suelen usar los presos para que no los identifiquen”, comentó uno de los investigadores.

La policía secuestró en el auto tres armas de fuego: una pistola 9 milímetros, otra calibre .380 y una escopeta del 12, con un cartucho detonado que correspondería al disparo que había herido al empleado de la empresa de rastreo.

El domingo, por pedido expreso del Tribunal Oral en lo Criminal 16 de la Ciudad de Buenos Aires –que lo había condenado a treinta años de cárcel–, Prola fue retirado de la comisaría 10ª de San Isidro, donde estaba alojado desde el viernes. El traslado fue realizado por un grupo táctico especial del Servicio Penitenciario Federal (SPF), que llevó al detenido al sector de máxima seguridad del complejo penitenciario de Ezeiza.

La fuga de Ojitos –apodado así por sus ojos claros– había tenido lugar en la mañana del 26 de octubre, cuando era trasladado desde el Complejo Penitenciario II de Marcos Paz hacia el Hospital Durand, en el barrio porteño de Caballito, para ser atendido. Cuando la ambulancia estaba a tres cuadras del hospital, Prola abrió la puerta trasera, saltó a la calle y huyó. Los cuatro agentes del SPF que lo custodiaban fueron detenidos, acusados del delito de “facilitación de la evasión dolosa”, lo cual implica la sospecha de que hubo intencionalidad, y no mera negligencia, en conductas que permitieron la fuga.

Antes de que escapara, la presidenta del tribunal que lo condenó, María Cristina Bértola, había solicitado al SPF “tomar máximas precauciones de seguridad”, dada la “extrema peligrosidad” de Prola, que había sido condenado hacía un mes a treinta años por dos secuestros “al voleo”. Sólo había pasado veinte días en el penal de Marcos Paz antes de escapar.

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