SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Horacio Feinstein *
La inauguración esta semana por parte de Macri y Scioli de una planta de tratamiento de residuos de la Ciudad Autónoma de Bs. As. (CABA) en el conurbano bonaerense muestra una faceta interesante: que las máximas autoridades de las respectivas jurisdicciones se interesan por una problemática que comparten y las aúna: los residuos sólidos metropolitanos.
Sin embargo, a poco de escarbar en la escasa información difundida sobre la actividad a realizar con la planta, se entrevé que antes que ir en una dirección adecuada la iniciativa transita la senda de continuar lucrando con los residuos metropolitanos. Esto se desprende de la deducción de que la inversión realizada no procura reducir la masa de residuos generados, objetivo prioritario y necesario de cualquier programa que apunte a solucionar este problema.
Cabe señalar que el presupuesto destinado a residuos es el mayor de todos de la CABA (por encima de educación, salud, Justicia, etc.) y la planta inaugurada, comprada a un grupo de ingeniería y negocios (Roggio), de una tecnología MBT no muy difundida en el mundo, es sin duda un negocio más a realizar con los residuos porteños, ya que nada tiene que ver con los principios básicos, largamente conocidos, para resolver la cuestión: las famosas 3R’s (Reducir, Reutilizar, Reciclar). Precisamente, las dificultades en la aplicación de estos principios pasan porque requieren de una amplia conciencia, participación y colaboración de la sociedad, los hogares y los individuos. Y la planta inaugurada está en las antípodas, ya que es el resultado de un acuerdo del Ejecutivo porteño con el proveedor.
Ciertamente la iniciativa no mejorará la situación de los residuos y, en cambio, contribuirá a concentrar el negocio de los residuos en menos manos, reducirá el campo de acción de los cartoneros y no brindará una solución ambientalmente sana, ya que se seguirán enterrando residuos biológicamente inestables.
El programa de reducción de residuos a enterrar en el conurbano de la CABA, recientemente presentado ante Scioli, continuará próximamente con una planta de tratamiento de áridos (seguramente comprada a otro grupo de ingeniería y negocios). Claramente, de esta manera, no se reducen los residuos a enterrar, sino que sencillamente se hacen más negocios, con los que Scioli queda comprometido en cierta medida. Así querrá seguir ad eternum la CABA, mientras los ciudadanos porteños no exijamos el cumplimiento de la ya añeja Ley de Basura Cero, nunca concretada.
* Lic. en Economía Política
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