SOCIEDAD
Un preso denunció al juez por no tener igual trato que Carrascosa
Barroetaveña negó la libertad morigerada a un acusado de tentativa de homicidio. El preso dice que fue discriminado. El juez permitió al viudo viajar a Salta.
› Por Horacio Cecchi
De escándalo en escándalo, el caso García Belsunce sigue inmóvil. La polémica decisión del juez de San Isidro Diego Barroetaveña de liberar a Carlos Carrascosa, previo pago de una fianza de 100 mil pesos, ya excedió al propio caso. Un detenido apeló ante la Cámara de San Isidro porque Barroetaveña no le concedió la “libertad morigerada” como al viudo célebre. El preso, Roque Díaz, denunció al juez por discriminación en muy duros términos: “Porque es rico lo deja en libertad. Y a mí, porque soy pobre, me deja preso”. Barroetaveña le había denegado la libertad porque Díaz enfrenta una pena de entre 4 y 16 años por tentativa de homicidio. Por arte de los malabares de la convicción, Carrascosa enfrenta una prisión a perpetuidad, pero está libre. Los abogados del viudo presentaron además un recurso para impedir que la Cámara revocara la decisión de liberar a su defendido. Pero hay más: desde ayer y hasta el martes próximo el viudo goza de otra venia de Barroetaveña. Pasará unos días en Salta. Quiere asistir a la veneración de Nuestra Señora de la Cercana Frontera de Chile, Bolivia y Paraguay. Si Díaz se entera, se hará monaguillo.
El 16 de mayo pasado, Barroetaveña procesó por homicidio agravado a Carrascosa. En esa resolución dispuso, además, que continuara preso “por peligro procesal”. Significa que ante una condena alta como la que enfrenta el viudo (perpetua) se supone probable que el acusado intente fugar poniendo en peligro la continuación del proceso. Una semana después, en un salto olímpico sobre sí mismo, el juez decidió dar la libertad al viudo, tras el depósito de 100 mil pesos como fianza. Semejante suma suena como tintineo de monedas para un mesadinerista: en tres horas, los billetes estuvieron depositados en la cuenta judicial y Carrascosa viajaba al domicilio fijado, la casa de su cuñado y coprocesado por encubrimiento Guillermo Bártoli, en el Carmel. El fiscal Diego Molina Pico puso el grito en el cielo. Por la incoherente concesión de libertad y por la residencia fijada como obligatoria: el contacto directo con los testigos que lo acusaron “provoca un daño irreparable a la continuación del proceso”, dijo. Y apeló la medida.
“Esto va a generar una andanada de pedidos de libertad por delitos menores”, habían anticipado en los tribunales de San Isidro. Dicho y hecho: ayer se conoció el pedido de Roque Díaz, el primero de la andanada. Díaz había herido de un balazo a un hombre. Según su abogado, Ramón Bereciartúa, al intentar defender a un amigo a quien el herido estaba moliendo a palos. Díaz fue procesado por tentativa de homicidio. De 4 a 16 años de condena. Bereciartúa sostuvo ante el juez que era intento de homicidio culposo, ya que “disparó de manera accidental en un intento por defender la vida de un tercero”, y que le correspondía una pena mínima de cuatro meses, excarcelable. Barroetaveña no coincidió y rechazó el pedido por el remanido peligro procesal. Bereciartúa apeló. Y en muy duros términos. Acusó al juez de “discriminatorio”. Tiene sus motivos: “Discriminatorio es el proceder del juez –apeló el abogado–, que a Carrascosa, con un homicidio calificado y una pena de prisión perpetua en expectativa, se le da la libertad porque no burlará la acción de la Justicia, debido a que es rico. Y a Díaz, porque es pobre, se le deniega”. Ahora la Cámara deberá resolver.
Volviendo al caso de los cinco pitutos, hace pocos días, Barroetaveña concedió al fiscal que su apelación fuera elevada a la Cámara. Pero, mientras el juez notificaba a las partes sobre su decisión, el abogado del viudo, José Scelzi apeló la medida. Presentó un recurso de reposición y apelación en subsidio. O sea, pide que el juez revea su decisión de elevar a la Cámara la apelación del fiscal porque la libertad de Carrascosa “no crea un daño irreparable al proceso”. Y, por las dudas, se reserva la posibilidad de una apelación. Quiere decir que si Barroetaveña rechazara el pedido, Scelzi apelará ante la Cámara con lo que los camaristas, antes de tratar el pedido del fiscal para que Carrascosa vuelva a prisióndeberán tratar el pedido de Scelzi para que el fiscal no pida nada. En pocas palabras, un galimatías jurídico para que el caso masque chicle.
Un poco sosteniendo la queja del discriminado Díaz, un poco reafirmando sus creencias en la divina justicia, Carrascosa pidió permiso a Barroetaveña para viajar a Tres Cerritos, un barrio residencial a 15 cuadras del centro de la ciudad de Salta. El juez aprobó por sanctas razones. El viudo quería participar de la celebración que venera a la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y que inicia mañana. La festividad se realiza todos los sábados en un cerro de Salta y convoca a cientos de peregrinos para participar del rito de la imposición de manos, que realiza una mujer que asegura haber recibido mensajes de la Virgen. Allí estará el inmaculado viudo, muy próximo a la frontera, y esperando la imposición de la Virgen antes de que la mano se la imponga otro.
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