SOCIEDAD
› 22 AÑOS A UN HOMBRE QUE PRENDIO FUEGO A SU MUJER
La quemó porque era suya
Un hombre fue condenado a 22 años de prisión por haber incinerado a su esposa en el baúl de un automóvil porque la mujer le pidió el divorcio. El hecho ocurrió en mayo de 2001 en la ciudad de Necochea y el acusado es Marcelo Llinás, un productor agropecuario de 41 años, quien fue encontrado culpable del delito de homicidio calificado por el vínculo. La víctima fue su esposa, la profesora de dibujo, Claudia Iraola, de 37 años. El fallo fue dictado por el Tribunal Oral Criminal 1 de Necochea, integrado por Alfredo Pablo Noel, Mario Juliano y Luciana Irigoyen Testa.
Los jueces coincidieron en declarar culpable a Llinás, pero hubo diferencias sobre el monto de la pena. Noel votó por 25 años de prisión, pero Juliano e Irigoyen Testa se inclinaron por los 22 años a los que finalmente fue sentenciado. El fiscal Guillermo Sabatini había solicitado la pena de reclusión perpetua, en coincidencia con el abogado de la querella, José Barredo. El defensor oficial Mario La Battaglia intentó atenuar la calificación y aseguró que se trató de un homicidio “en estado de emoción violenta y preterintencional”, sin intención de matar.
Ana María Iraola, hermana de la víctima, dijo que podrían apelar el fallo para insistir con la condena a perpetua. El crimen se produjo el 8 de mayo de 2001. Iraola fue encontrada muerta en el interior de su auto, totalmente quemado, en un parque céntrico de Necochea. Llinás fue detenido al día siguiente como autor del crimen. El drama se desencadenó cuando la mujer le pidió el divorcio a su marido.
“Llinás amenazaba a mi hermana para que no lo abandonara y cuando Claudia le confirmó que iniciaba los trámites de divorcio, cumplió con su palabra y la mató”, dijo Ana María Iraola, quien junto a otra hermana de la víctima han quedado encargadas del cuidado de la hija del matrimonio. Llinás golpeó a la mujer y ella cayó al suelo, tras pegar su cabeza contra un sillón de algarrobo. La hija del matrimonio se despertó y el hombre se tomó un tiempo para calmarla, dormirla y continuar con el crimen. Llinás introdujo a su esposa, que todavía estaba con vida en el baúl de su Renault 19, con el que se dirigió hasta el parque Miguel Lillo de Necochea. Allí le prendió fuego al vehículo.