Vie 08.03.2013

SOCIEDAD  › HAYDEE BIRGIN, ABOGADA, SOCIOLOGA Y PIONERA EN EL PAIS EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES

“Lo que está en juego es la libertad femenina”

En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, Página/12 entrevistó a la referente del feminismo para repasar la agenda pendiente en el camino a la igualdad de género en el país. La despenalización y legalización del aborto es el tema prioritario, sostiene.

› Por Mariana Carbajal

“Las feministas no mordemos”, le dice con ironía Haydée Birgin al fotógrafo del diario, que acaba de llegar a su casa y pregunta si puede escuchar la entrevista. “¿Por qué no vas a poder escuchar?”, quiso saber esta cronista. No es una pregunta que suelen hacer los fotógrafos. “A lo mejor me toman como espía”, respondió él, con cierta sorna. La escena, una anécdota pequeña, muestra los prejuicios y estereotipos que persisten todavía en la sociedad cuando hay delante una mujer que, como Haydée Birgin, se define como feminista. En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, este diario conversó con ella para repasar la agenda pendiente en el camino a la igualdad de género en el país. Desde su mirada, la despenalización y legalización del aborto es el tema prioritario. Las resistencias a debatirlo, opina, tienen que ver con que no se trata de un tema de igualdad, sino que atañe directamente a la libertad de las mujeres. “La criminalización del aborto es el límite al ejercicio de la libertad. A vos te pueden dar cantidad de medidas para avanzar en la igualdad, pero el derecho a decidir, no. El punto en juego es la libertad femenina”, dijo durante la entrevista.

Las plantas están recién regadas. En el living de su departamento, un quinto piso frente al zoológico, en Palermo, abundan las macetas. Referente en materia de equidad de género, Birgin es abogada y socióloga, con una larga trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres tanto en su labor profesional privada como en el sector público. La hipocresía de los sectores conservadores a la hora de ampliar los derechos sexuales y reproductivos es algo que le indigna. “Hace algunos años, una asesora del senador Ramón Puerta, que era miembro del Opus Dei y había sido funcionaria de Salud durante el gobierno de Menem, me dijo: ‘¿Vos sabés cuál es el sector social que se hace más ligaduras de trompas? Los sectores más católicos. Porque así tienen que confesarse una sola vez’”, recuerda.

Le molesta que la feliciten por el Día de la Mujer. Y se enoja con las publicidades sexistas que encasillan a las mujeres como amantes de los shoppings. No es que a ella no le guste comprar. El punto es el mensaje que transmiten y el lugar en que colocan a las mujeres.

Birgin fue una de las primeras especialistas en América latina que vio el problema de la violencia hacia las mujeres más allá del delito penal, y se preocupó hace muchos años por promover lo que luego serían las leyes de “protección de la violencia familiar”, habilitando la intervención rápida y cautelar de la Justicia civil, que podría actuar con más rapidez y menos restricciones que los jueces penales, para imponer órdenes de protección y medidas de no acercamiento. Cuando la contracepción quirúrgica estaba prohibida salvo indicación médica –y aun así era difícil acceder a esa práctica hasta que se legalizó en 2006—, litigó para conseguir ligaduras a mujeres que las necesitaban. El otro gran tema que puso en discusión fue el acceso a la Justicia como garantía de equidad.

“El tema del feminismo –dice– está totalmente imbricado con la política. Cuando tenés una política democrática sube el feminismo. Creo que en la Argentina el feminismo no prendió, salvo ahora, porque tenía que ver con la historia no democrática del país. En los países de Europa el feminismo creció con la política, pero tenían democracias estables. Nosotros saltamos de dictadura en dictadura. No había tiempo de consolidar eso”, dice Birgin.

–¿Cómo analiza este momento en términos de la situación de las mujeres?

–En lo que se creció una barbaridad es en lo que las italianas dicen es “el fin del patriarcado”. Ya ninguna mujer piensa que está bien que la discriminen o la golpeen. Lo cual no significa que no la sigan discriminando o golpeando. Pero ya nadie cree que eso es correcto o está bien. Creo que el feminismo en la Argentina avanzó en eso, en la toma de conciencia. Pero de ahí a irradiar... falta mucho.

–Se instaló en la agenda pública...

–Se necesita vivir en democracia para que las demandas femeninas aparezcan. Si no, no hay espacio. Cuando yo llegué a México había un movimiento de mujeres importante, ni hablemos en Perú y en otros países de América latina. Y me impactó mucho cuando volví a la Argentina, porque acá no había nada. Y fue en ese momento que fundamos Lugar de Mujer.

Lugar de Mujer ocupaba el quinto piso del famoso edificio de los 70 balcones, en Corrientes y Pueyrredón. Se trató de uno de los primeros espacios de producción y de debate de ideas feministas que se abrieron con el regreso a la democracia. Durante el gobierno de Alfonsín, Birgin fue coordinadora de la Unidad de Planeamiento de la Subsecretaría de la Mujer.

Esta abogada de hablar recio, nació y creció en un hogar de clase media porteño, donde tanto su padre –dueño de una papelería comercial– como su madre –ama de casa– le inculcaron desde chica que tenía que estudiar para trabajar y trabajar para tener independencia económica. Con ese mandato ingresó en 1958 a la Facultad de Derecho en la UBA. “La gente cree que yo era feminista en la facultad. La verdad es que no fue así. Siempre fui muy reivindicativa. Yo peleaba los espacios de la mujer. En los centros de estudiantes, las mujeres siempre ocupaban el lugar de secretaria de actas. Cuando a mí me tocó ser candidata a algo peleé no ser secretaria de actas. Entonces, fui tesorera. Lo mismo cuando fue la primera toma contra los fascistas en la facultad, vienen y dicen: las mujeres no participan. A mí me dio un ataque. Las únicas dos que protestamos fuimos una amiga y yo. La gente se acuerda de esas cosas y me asocia como feminista.”

Su entrada al feminismo, recuerda, vino de la mano de la historiadora española y activista Marysa Navarro. “Ella empezó a venir a la Argentina y juntaba gente para que escucharan sus charlas. Eran fines de los ‘60, había pasado el Mayo Francés. Pasé muchos años encontrando dentro del marxismo una explicación que me permitiera definir el feminismo. Fue un delirio. Después vino el Año Internacional de la Mujer, en 1975, y decidimos formar un grupo”, sigue Birgin, mientras saborea una bay biscuit que ablanda en su taza de café. En ese grupo, cuenta, estaba Mimi Langer, vienesa, peleó en la Guerra Civil Española, se exilió y fue pionera del psicoanálisis en la Argentina. “Estuvimos reunidas un año y no fuimos capaces de escribir una página. Después algunas nos fuimos. Y el grupo se deshizo.” Birgin y su entonces esposo –diputado– junto a su hija tuvieron que dejar el país perseguidos por la Triple A y se instalaron en México. Entre 1973 y 1976 fue secretaria del bloque de la Alianza Popular Revolucionaria (APR). En México profundizó su vínculo con el feminismo. “Yo llego a México, y me dice Langer: ‘Acompañame a una reunión con las feministas’. Era el grupo de Marta Lamas. Sin ese grupo no sé si yo hubiera sobrevivido en el exilio”, dice Birgin, agradecida por la camaradería que encontró en esos vínculos que todavía cultiva. “La Langer quería que yo les contara a las feministas cómo se podía tener una relación de amor que te potenciara. Porque las chicas en esa época se proponían compartir un tipo para no perder tiempo. Porque pensaban que los hombres te hacían perder mucho tiempo”, recuerda, divertida. Su relación de pareja no la había retraído, sino todo lo contrario: había potenciado su actividad política.

–¿Cuál es la agenda de género pendiente?

–En primer lugar, la despenalización y legalización del aborto, porque el aborto se sigue cobrando muertes a patadas. Y me parece un tema de hipocresía. En segundo lugar, las políticas de cuidado. La gente de escasos recursos no tiene dónde dejar a los chicos para ir a trabajar. Que haya más guarderías, más jardines maternales.

–¿Por qué piensa que cuesta tanto instalar en el Congreso el debate sobre el aborto?

–Porque el tema de las mujeres no es la igualdad, sino la libertad. Y la criminalización del aborto sería el límite de ejercicio de la libertad. A vos te pueden dar cantidad de medidas para la igualdad, pero el derecho a decidir no lo quieren otorgar. El punto es la libertad femenina.

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