SOCIEDAD
Dos procesados en el caso del cardiólogo asesinado
La jueza dictó el procesamiento al médico Néstor Morelli como autor material del homicidio de Martínez Martínez y al enfermero Claudio Balena como partícipe necesario. Quince médicos, entre otros testigos, contaron que el cardiólogo sentía temor de Morelli.
› Por Horacio Cecchi
Ayer quedó cerrado el primer capítulo del caso Martínez Martínez: los dos detenidos, el cardiólogo Néstor Morelli y el enfermero Claudio Balena, mantendrán su condición de tales. La jueza María Cristina Bértola los procesó por homicidio agravado por alevosía y les trabó embargo por un millón de pesos a cada uno. A Morelli lo procesó como autor material del crimen y a Balena como partícipe necesario (lo acusó de haber concurrido al consultorio un día antes, haciéndose pasar por el paciente Carlos Insúa). Los defensores aseguraron que apelarán “porque no existen pruebas en su contra”. Y en parte es cierto: el arma no fue hallada y el reconocimiento de Balena no fue completo. Pero la jueza agregó contradicciones de los acusados, tres causas penales y un sorprendente record presentado por Morelli: 15 médicos, dos secretarias, la esposa de la víctima, el cuñado y el psicoanalista mencionaron que durante el último año Martínez Martínez había reunido datos sobre Morelli y estaba muy preocupado. Tanto, que Morelli fue tema de sus comentarios en un congreso médico en Chicago.
Tanto Rubén Lombardi (abogado de Morelli) como Claudio Mazaira (de Balena) apelarán el fallo. Lombardi sostiene que el arma homicida, una Bersa .380 con silenciador, aún no fue hallada. También asegura que la hipótesis de la venganza por sanciones laborales no cierra porque Morelli ya había conseguido otros puestos. Balena fue acusado de concurrir al consultorio de Martínez Martínez un día antes, como Carlos Insúa. Mazaira sostiene que María Tomé, esposa de la víctima y secretaria en su consultorio, “lo reconoció pero a medias porque el Insúa que ella vio tenía pelo y Balena es pelado”. Mazaira pedirá también la impugnación del reconocimiento efectuado por una pareja de pacientes “porque fue inducido”. Morelli presentó testigos de que estuvo en Temperley. “No los citaron”, se queja Lombardi. La ficha del pseudo Insúa presentaba una enfermedad cardíaca. Balena sostiene que no la padece y pidió que le hicieran un estudio que no fue realizado.
Pero la investigación de la jueza no es endeble. Morelli es dueño de una pistola Bersa calibre .380. El 28 de agosto de 2002 la declaró como robada. Pero un médico de Medicus, donde trabajó Morelli, declaró que el propio Morelli se ufanó de que la denuncia era trucha. “Para ponerle un silenciador, que está prohibido –le había dicho Morelli–. Se lo pongo para matar gatos sin molestar a los vecinos.” Página/12 ya informó que en la Clínica Catán, donde trabajaba Morelli, varios empleados aseguraron que el detenido mostró una Bersa .380. La caja de la Bersa apareció vacía en la Nissan de Morelli.
Respecto de una hipotética venganza, 15 médicos, dos secretarias, la propia esposa de la víctima, un cuñado y el psicoanalista sostuvieron que desde hacía más de un año que Martínez Martínez juntaba datos sobre Morelli y estaba muy preocupado. “Martínez Martínez se había transformado para Morelli en alguien peligroso, que sabía mucho sobre su vida”, sostuvo la jueza Bértola en su fallo. La preocupación de la víctima fue sugerente en dos diálogos. Uno, establecido con un directivo del Tornú: “¿Cómo hicieron para sacárselo de encima?”, preguntó Martínez Martínez, y el directivo le respondió: “Fue difícil”. El otro comentario sorprende: un médico compartió con la víctima una charla en un congreso en Chicago, Estados Unidos. El tema fue Morelli. Martínez Martínez supo de las denuncias por robo en el Tornú, en Medicus, en el Clínicas, una denuncia por abuso sexual también en el Clínicas, y el caso de venta de bebés, en el que Morelli y Balena aparecieron vinculados. ¿Motivos de venganza por las sanciones?: en la Procuración porteña Morelli figura como preexonerado.
Morelli declaró que el lunes 26 de mayo estuvo todo el día en su casa, pero fue visto a una cuadra y media del consultorio de la víctima en el mismo momento en que Insúa tomaba la consulta. Balena dijo que ese 26 fue a trabajar al Tornú en su auto, pero el auto nunca se registró en elestacionamiento. A ambos la jueza los procesó por homicidio agravado por alevosía. A cada uno lo embargó por un millón de pesos. A Morelli, para colmo, le cayó otro proceso. Bértola pidió que lo investigaran por falsa denuncia: la de la Bersa denunciada como pseudo-desaparecida en pseudo-robo.