SOCIEDAD › JUICIO A DOS HERMANAS QUE INTENTARON DEFENDERSE DE UN ATAQUE SEXUAL
En el primer día del juicio oral a las hermanas Jara por tentativa de homicidio, el denunciante contradijo su versión original y admitió que estaba armado. Las dos mujeres están presas desde hace dos años.
› Por Emilio Ruchansky
Ayer comenzó el juicio oral y público contra las hermanas Ailén y Marina Jara, dos jóvenes de la ciudad bonaerense de Moreno que hirieron a un hombre –según argumentan– al intentar defenderse de un intento de violación, y quedaron acusadas y detenidas por tentativa de homicidio. El querellante, Juan Leguizamón, de 35 años, se contradijo en la audiencia. Aseguró en un tramo de su testimonio que las mujeres “le sacaron el arma”, pero antes había afirmado que ellas traían un revólver e intentaron matarlo. Leguizamón nunca recibió un disparo sino un corte profundo en la espalda. Ailén contó ayer lo que dijo desde un primer momento en la comisaría donde entregó el cuchillo: “Nos disparó, quiso hacerlo de nuevo y se le trabó el arma, me abalancé para sacársela y Marina le clavó el cuchillo. Yo le pegué luego con la culata del revólver”. Hoy se realizará la segunda y última audiencia. Hace dos años que las hermanas están en prisión preventiva en la cárcel de Los Hornos, en La Plata.
Los hechos que analiza el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 2 de Mercedes ocurrieron la madrugada del 27 de febrero de 2011, cuando las hermanas Jara volvían de bailar y tuvieron un altercado con Leguizamón. Este último terminó siendo atendido por un neumotórax provocado por un cuchillazo. “Cuando la policía fue a buscarlas, ellas entregaron el cuchillo y fueron hasta la seccional de Paso del Rey (en Moreno), creyendo que iban a hacer la denuncia, pero ahí mismo quedaron detenidas”, recordó Manuel González, integrante de la Comisión por la Libertad de Ailén y Marina, quienes se manifestaron ayer en la puerta del tribunal.
La primera persona en declarar ayer, por pedido de la defensa, fue Ailén. “Su hermana no está en condiciones de hacerlo. Sufrió mucho el encierro y está muy deprimida”, aclaró González. La joven, de 21 años, aseguró que venía siendo acosada por Leguizamón, un vecino de su barrio a quienes acusan de negocios turbios. Afirmó que ambas trataron de defenderse, no de matarlo, como sostiene la acusación. “Tuvo por fin la oportunidad de dar su versión y lo que pasó después, con los testigos de la querella, terminó fortaleciendo el relato de Ailén”, evaluó el abogado de las hermanas, Isidro Encina.
Leguizamón, por su parte, admitió que sabe utilizar armas de fuego y confirmó que tuvo una condena de siete años por robo a mano armada. Luego sostuvo que las hermanas le dispararon dos veces, que hubo otros dos disparos que no salieron y que al caer al piso lo hirieron con un arma blanca. Leguizamón juró que no tenía un revólver. “Si yo hubiese tenido un arma, no me habrían dado tantas puñaladas”, afirmó luego. Sin embargo, mientras relataba el forcejeo con las hermanas, dijo que las chicas le sacaron un arma. “Que conste en actas”, pidió el abogado defensor.
El revólver en cuestión nunca apareció, pero en el pantalón de la supuesta víctima los peritos hallaron restos de deflagración de pólvora. Este elemento, contundente para la defensa, no fue valorado por el mismo tribunal que las juzga cuando las imputadas pidieron que se les brinde el beneficio de la prisión domiciliaria, en diciembre pasado. Antes, ya les habían negado el cambio de calificación a “lesiones graves” y la libertad hasta el juicio oral. Tampoco se hizo un dermotest sobre las manos de las jóvenes, entre otras medidas que podrían aclarar la situación.
Otro punto difuso en la declaración de Leguizamón fue su supuesta relación sentimental con Ailén, que esgrimía como hipotético motivo del ataque. Según él, las chicas lo habían ido a buscar a la casa cuando salía para el trabajo, después de haber tenido un entredicho la noche anterior. Sin embargo, no pudo aportar detalles del cuerpo de la joven, ni mencionar testigos de la supuesta relación, salvo un nombre de pila. Luego declararon sus hermanos, un amigo y cerró un testimonio pedido por la defensa. Además se incorporó por escrito al único testigo directo.
“Ese testigo, Barros, falleció, pero lo importante es que dice que la persona que tenía el arma tenía puesta una remera de fútbol verde con rayas negras. Leguizamón admitió que tenía puesta una remera similar. Ya había pruebas para liberarlas antes a las hermanas, así que cuando termine el juicio vamos a denunciar la instrucción del caso”, dijo Encina. La madre de las jóvenes, Elena Salinas, contó a Página/12, que salió “satisfecha” de esta primera jornada. “Faltan once testigos y no está dicha la última palabra, pero tenemos un buen panorama”, dijo la mujer.
El tribunal está integrado por Fernando Bustos Berrondo, Marco Barski y Graciela Larroque, quienes retacearon durante el verano pasado la decisión de otorgar la prisión domiciliaria para las hermanas. “Presentamos una serie de peritajes favorables y nos fueron pidiendo ampliaciones y nuevos estudios, como para extender la respuesta. Finalmente lograron que llegaran presas al juicio, fue vergonzoso”, relató González, quien comentó que alrededor de 300 personas se solidarizaron ayer con las hermanas Jara, en una manifestación convocada por la comisión formada para liberarlas. Hoy, a las 18.30, cuando terminen de hablar los testigos de la defensa y la fiscalía, que aún mantiene la acusación de tentativa de homicidio, amigos y familiares de las jóvenes darán una conferencia de prensa.
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