Mié 25.06.2003

SOCIEDAD

Detuvieron a un remisero por un viaje de pesadilla

Dos chicas se arrojaron del auto, se supone, asustadas por las maniobras que hacía el chofer. Una de ellas murió y la otra está grave. El remisero se escondía en Tigre, donde fue apresado.

La detención de un remisero podría echar luz sobre un episodio que hasta ahora aparece rodeado por el misterio: el caso de las dos chicas que, en la madrugada del domingo, se arrojaron de un vehículo en marcha, en plena avenida Lugones, a la altura de Núñez, por causas que hasta ahora se desconocen. Una de las dos murió y la otra está internada, grave, en un sanatorio porteño. Una primera versión atribuía el origen de la decisión de las víctimas a un intento de violación por parte del remisero. Pero del precario rompecabezas que pudieron armar los investigadores se desprende que las chicas se habrían asustado por alguna maniobra peligrosa realizada por el chofer, afectado por alguna alteración que podría atribuirse a un desmayo o a los efectos de una droga. Buscado por la policía desde el lunes, el remisero fue detenido ayer en el centro de Tigre y hoy será indagado por el juez.
Teresa Bottino (19) y Paula Salinas (18) volvían de bailar el domingo a la madrugada, en San Isidro. A las 4 pidieron un remis, que las pasó a buscar por el boliche y las traía hacia sus domicilios, en Retiro y Barrio Norte. Fue clave el testimonio de un automovilista, que vio cómo el Ford Galaxy en el que viajaban las amigas comenzó a hacer maniobras peligrosas e, incluso, golpeó el guarda rail. Segundos después, las chicas se arrojaron por las puertas traseras, cuando el auto iba a más de 60 kilómetros por hora. El testigo alcanzó a ver la chapa patente del Galaxy, lo que sirvió para localizar el auto, la agencia de remises y, finalmente, al chofer. También dijo que unos 200 metros después, el conductor bajó del vehículo, miró hacia atrás, volvió a subir al auto y escapó.
Margarita, la dueña de la remisería, dijo que alrededor de las 5, el remisero Daniel Alejandro Petruf la llamó desde Costanera Norte para pedirle una grúa, “ya que había pinchado una goma y no tenía cubierta de repuesto”. “La grúa trajo el auto, un Ford Galaxy, y lo dejó frente a la remisería. No hizo ningún comentario.”
Teresa Bottino murió poco después de ser trasladada al Hospital Pirovano, mientras que Paula está “en coma farmacológico y con asistencia respiratoria mecánica”, según explicó un vocero de la Clínica del Sol, donde está internada. Aunque todavía no pudo declarar ante las autoridades, la chica se habría comunicado con algunas de sus amigas: les habría dicho que, a través del espejo retrovisor, vio que el conductor tenía los “ojos rojos” y por eso se asustaron. También habría dicho que no vio armas dentro del vehículo y negado un supuesto intento de violación.
El remisero vive en la localidad de Pablo Nogués, donde la policía lo fue a buscar el lunes a la noche, pero no lo encontró. Fue atrapado cuando caminaba por la calle junto a su esposa, en el centro de la ciudad de Tigre. Anoche fue trasladado a una dependencia de la Policía Federal. Hoy lo indagará el juez Ricardo Warley, con la intervención de la fiscal Graciela Bugeiro. El auto fue secuestrado en la remisería La Nueva Unión, en San Isidro, y fue sometido a pericias.
“Hay que descartar la comisión del delito de violación o abuso sexual, porque el remisero iba manejando adelante y las chicas atrás”, dijo anoche a Página/12 el abogado del remisero, Norberto Pérez. El letrado dijo que habló con su defendido, quien “no recordaba nada de los sucedido porque sufrió un desmayo desde que pasó la General Paz hasta que se despertó en la Costanera Norte”. El abogado relató que Petruf lo fue a ver a su estudio el lunes a la noche. “Estaba asustado”, dijo. “Y me aseguró que no había bebido alcohol porque está tomando una medicación.”
Las dos amigas habían egresado el año pasado del colegio Jesús María, de Talcahuano y Juncal, donde ayer se celebró una misa para rezar por las chicas. Otro oficio religioso, convocado por la Red Solidaria, tuvo lugar anoche en la parroquia del Loreto, en Coronel Díaz y Juncal, a metros de la Clínica del Sol.

Producción: Gabriel Entín.

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