SOCIEDAD › EL JUEZ PROCESARá CON PRISIóN PREVENTIVA AL ENCARGADO JORGE MANGERI POR EL CRIMEN DE ANGELES
Lo más probable es que el procesamiento sea por el delito de “homicidio agravado”, con una condena prevista de prisión perpetua. El posible agravamiento sería por el ensañamiento de arrojar el cuerpo de la chica a la basura y las consecuencias que ello generó.
› Por Raúl Kollmann
El juez Javier Feliciano Ríos procesará hoy, con prisión preventiva, al encargado Jorge Mangeri y lo más probable es que lo haga por homicidio agravado, un delito previsto con la pena de reclusión o prisión perpetua. El magistrado mantiene en secreto la calificación, pero todo indica que el agravamiento vendrá por alevosía o ensañamiento, ya que no sólo a Angeles se le provocó la muerte, sino que arrojarla a la basura y, sobre todo, a los tremendos efectos de la maquinaria con la que se maneja la basura, puede ser considerado justamente que ella no tuvo defensa cuando la arrojaron allí o que el ensañamiento fue tal que las lesiones que produjo la maquinaria son inenarrables. La declaración del taxista que dice haber llevado a Mangeri a tirar el cuerpo no será tomada en cuenta hasta tanto la historia sea comprobada (ver aparte).
Ayer, el magistrado dedicó la jornada a trabajar en el texto del procesamiento que se dará a conocer hoy a través del Centro de Informaciones Judiciales. La impresión generalizada era que lo imputaría por homicidio simple, que tiene una pena de ocho a veinticinco años. Pero Ríos profundizó en los aspectos más sórdidos del asesinato de la chica y, por ejemplo, es casi seguro que tomará como alevosía el hecho de que el encargado haya arrojado a Angeles a la muerte en forma indefensa, atada y embolsada. También podría haber ensañamiento, porque la chica fue tirada a una maquinaria que destroza los cuerpos. El juez mantiene esa decisión en reserva, pero la autopsia firmada por el doctor Héctor Konopka le dio elementos sobrados sobre el tremendo final de la chica. El homicidio agravado tiene como pena la reclusión a prisión perpetua.
Mangeri fue convocado a declarar ante el juez Ríos y la fiscal Paula Asaro en la mañana del lunes. Ambos quedaron asombrados: la personalidad del encargado había cambiado por completo. En los primeros encuentros con los funcionarios de la Justicia se lo había percibido como una persona muy tranquila, mientras que el lunes apareció como un hombre de llamativa dureza, frío, inflexible, que no aceptó responder a ninguna pregunta. Ni siquiera a las referidas al único punto sobre el que habló: los supuestos aprietes. El juez y la fiscal le insistieron para que ejerciera su defensa, pero Mangeri lo rechazó en forma terminante. Cuando le leyeron las pruebas, agachó la cabeza, pero se mantuvo firme y hasta adoptó un tono desafiante cuando dijo que no iba a contestar nada.
Ríos tiene como base lo que en criminalística se llama indicio de ocasión y oportunidad. Tiene la imagen de Angeles prácticamente entrando en el edificio de Ravignani, sacando las llaves para abrir la puerta, en una toma registrada por una cámara que está a unos 20 metros del edificio y en la que se ve a Angeles de cuerpo entero. No es la imagen que se difundió por TV y en la que apenas se distinguen sus pies. El padre de la chica, Franklin Rawson, certificó que se trata de Angeles cuando declaró por segunda vez. Tiene, además, el testimonio de Dominga que, como siempre, estaba trabajando dentro del departamento. La empleada doméstica asegura que la chica nunca llegó a la vivienda, el morral percibido en las imágenes no es el que se encontró en el departamento y las llaves que aparecieron tampoco eran las usadas por la chica. Hay testimonios de que Mangeri se encontraba en el hall a esa hora, se agrega que el encargado conocía muy bien a la chica y con facilidad pudo llevarla al lugar del desenlace. Es decir, tuvo la ocasión y la oportunidad de perpetrar el hecho.
El segundo elemento es uno de los de mayor peso: los rasguños que le detectó la fiscal Asaro y que de inmediato fueron peritados por los médicos, la misma noche del viernes 14 de junio, cuando fue detenido. Aunque no hay unanimidad en los profesionales, al menos en una de las lesiones que exhibe el encargado está claro que el origen sería la defensa desesperada de Angeles antes de que la mataran. Buena parte de los médicos dice que los otros arañazos también provienen de la defensa de la chica.
La prueba más contundente es genética: debajo de las uñas de la chica se encontró material cuyo perfil coincide con el de Mangeri en un 99,99 por ciento. El rastro está en tres dedos de la mano derecha de la chica: el índice, el mayor y el pulgar. De los 20 marcadores genéticos hay coincidencia en los 20. Hay rastro de otra persona, con sólo tres marcadores, pero la lógica indica que se trata de contaminación. En el expediente sólo hay ADN de un individuo, Mangeri. Y las probabilidades de error son una en dos billones.
En la inspección ocular que hicieron el lunes, Ríos y Asaro –que salieron del edificio de Ravignani casi a la una de la mañana de ayer– dejaron en claro que nada ocurrió en el departamento del segundo piso A. Los hombres de Homicidios llevaron una versión muy sofisticada del Luminol, un reactivo que detecta sangre. No hubo indicios en ese departamento ni en ninguno de los que están desocupados. En la vivienda del encargado, el Luminol reaccionó ante un líquido que había en el piso. Se extrajeron muestras y se mandó a analizar. Si resulta sangre de Angeles sería otro elemento lapidario. No hubo rastros en el sótano, aunque está pendiente el resultado del peritaje de pelos que se encontraron en el allanamiento realizado el viernes 14, por orden del juez Roberto Ponce. De la inspección quedaron como lugares posibles del homicidio el subsuelo, cerrado y aislado, en el que no hay señal de celular, o el departamento que usan Mangeri y su esposa en el octavo piso.
El móvil del crimen no figurará hoy en el procesamiento. Está claro que Ríos y Asaro van a seguir investigando ese punto, pero el juez no puede fundamentar la decisión que tomará hoy en un móvil sobre el que no tiene evidencia. Se le caería la causa.
Por supuesto que el juez tampoco podrá usar dos elementos también definitorios desde el punto de vista unánime de los especialistas de Homicidios y de los criminalistas. Por un lado, la confesión. Lo hizo ante la fiscal el propio viernes 14 cuando creía que le iban a imputar el crimen a su esposa. “Sí, fui yo”, le dijo a Asaro. Esa declaración no puede ser tenida en cuenta por el magistrado porque el sistema argentino impide la autoincriminación en una testimonial, en la que el imputado no tiene un defensor presente. Es una forma de asegurarse de que a un acusado no le saquen una confesión por medio de la tortura. El segundo elemento que es categórico para los especialistas es que Mangeri nunca aceptó defenderse: se negó a declarar en las tres oportunidades en las que fue convocado.
En el procesamiento figurarán contradicciones, declaraciones de vecinos, los dichos del encargado suplente y un largo y detallado relato de cómo cree el juez que se desarrollaron las cosas. Mangeri será inocente hasta que exista una condena, pero tendrá que afrontar una pesadísima carga de pruebas.
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