Sáb 06.07.2013

SOCIEDAD  › LA PRIMERA ENCICLICA DE BERGOGLIO LA EMPEZO A ESCRIBIR BENEDICTO XVI

Un documento a cuatro manos

El Vaticano difundió la primera encíclica de Francisco, que está centrada en la fe y hace una defensa del matrimonio como “la unión estable entre un hombre y una mujer”. El texto fue escrito principalmente por su antecesor, aunque lo firma solamente el papa actual.

› Por Elena Llorente

Desde Roma

El Vaticano dio a conocer la primera encíclica de la era Francisco, Lumen Fidei, dedicada a la fe, cuando el papa argentino cumplió poco más de tres meses de pontificado. La encíclica, que algunos definieron como “escrita a cuatro manos”, es en realidad un texto comenzado por su predecesor, Benedicto XVI, y luego continuado por Francisco. Por eso algunos se preguntaron en la rueda de prensa de presentación si el texto estaría firmado por los dos papas y qué había de uno y de otro. “Creo que en esta encíclica hay mucho de papa Benedicto y todo de papa Francisco”, dijo el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos. El texto está firmado sólo por Francisco, “porque el papa es uno solo”, subrayó por su parte Gerhard Muller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El mismo Francisco hace referencia en el texto a su antecesor. “El (Benedicto XVI) ya había completado prácticamente una primera redacción de esta carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones”, escribió.

Dividido en cuatro capítulos, una introducción y una conclusión, el documento, que en su versión en español tiene 82 páginas, contiene numerosas citas y menciones del Evangelio así como de autores laicos como Dostoievski, Dante, Nietzsche, T. S. Eliot, y conserva el estilo de la mayoría de los documentos y libros del papa emérito alemán, un reconocido teólogo.

En la encíclica, el papa Bergoglio sostiene que el matrimonio es “la unión estable entre un hombre y una mujer” y exhorta a la pareja a cultivar la fe en la familia, con los hijos.

Además, toca algunos aspectos como la relación entre fe y verdad, y entre fe y razón. “El hombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de verdad porque sin ella no puede subsistir, no va adelante”, dice la encíclica. Y más adelante agrega que “en la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia” y que el hombre se olvida así de la “verdad completa”, que es en el fondo “la cuestión de Dios”. “¿No ha sido esa verdad –se pregunta– la que han pretendido los grandes totalitarismos del siglo pasado, una verdad que imponía su propia concepción global para aplastar la historia concreta del individuo? Así, queda sólo un relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el fondo la cuestión de Dios, ya no interesa.”

Según Francisco, “el amor necesita la verdad” y “la verdad necesita del amor”. “Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona.” El papa casi al final insiste con su pedido, ya hecho en varias oportunidades especialmente a los jóvenes, de no perder la esperanza. “No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino, que ‘fragmentan’ el tiempo, transformándolo en espacio. El tiempo es siempre superior al espacio. El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza”, concluyó.

Al tocar varios temas teológicos, y conociendo el interés de Muller por la Teología de la Liberación –aquella vertiente teológica nacida en América latina y duramente condenada durante el papado de Juan Pablo II–, hubo quien preguntó en la rueda de prensa si esta encíclica hacía referencia a esa teología. Muller, que dirige la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir la sección del Vaticano que se ocupa de establecer las bases teológicas de la Iglesia y que antiguamente era llamada Santo Oficio (y Santa Inquisición), salió rápidamente a explicar que “toda la teología católica tiene que ver con la libertad de los hombres, también con la liberación, pero no en el sentido del marxismo”. Se trata, explicó, de “cumplir con la voluntad de Dios, que es distinta de la voluntad del marxismo”, el que a su vez parte de una “falsa antropología”. La teología de la Iglesia tiene que ver con la “doctrina social”, con una “bonificada teología de la liberación que cree en el Bien Común”, dijo. Como ha dicho Juan Pablo II, concluyó, “tenemos necesidad de una auténtica Teología de la Liberación pero lejana del marxismo, porque la teología no tiene nada que ver con esa falsa antropología”. La teología de la liberación había sido tema de conversación también recientemente entre el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel y el papa Francisco en la audiencia en el Vaticano con el cacique Félix Díaz.

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