Poner fin a los escándalos. A las renuncias, a los ataques y a las acusaciones cruzadas. Con ese argumento fue destituido el director del célebre teatro Bolshoi, de Moscú, donde las rivalidades feroces entre sus artistas habían derivado, en enero pasado, en una agresión brutal: un bailarín le había arrojado, en ese entonces, ácido sulfúrico a la cara del director artístico de ese teatro.

El ministro de Cultura ruso anunció en una conferencia de prensa que Anatoli Iksanov, director del Bolshoi, fue relevado de su cargo para poder terminar con los escándalos que sacuden a uno de los teatros más famosos del mundo. En su lugar asumirá Vladimir Urin, quien hasta ahora dirigía otro prestigioso escenario moscovita: el teatro Stanislavski y Nemirovich-Danchenko. El funcionario ruso destacó que el contrato del director desplazado, que dirigía el Bolshoi desde el año 2000, finalizaba recién a fines de octubre de 2014. Sin embargo, el ministro indicó que la decisión fue adoptada debido a la “difícil situación” que se vive en el teatro desde el ataque con ácido en enero contra su director artístico, Serguei Filin, quien sufrió graves quemaduras en el rostro y los ojos.

Iksanov “trabajó en el Bolshoi durante 13 años, hizo mucho: la reconstrucción ya terminó y se inauguró un nuevo escenario”, dijo el ministro de Cultura. “Pero todo el mundo sabe perfectamente que las fuerzas humanas son limitadas. La difícil situación muestra que el teatro necesita una renovación”, agregó. El funcionario no dio más detalles sobre la destitución de Iksanov, quien fue nombrado como asesor del ministro de Cultura.

El 17 de enero de este año, la agresión que sufrió el director artístico del Bolshoi reveló al público las feroces rivalidades que existen dentro de esta institución mundialmente célebre. Serguei Filin, de 42 años, fue atacado, en ese entonces, con ácido sulfúrico a la salida del teatro. El atacante: un bailarín que quiso vengar a una amiga porque el director no le había dado el papel esperado en una obra. Después de ese caso, se agregarían acusaciones, destituciones y renuncias de bailarines que se sumarían a la serie de escándalos en el teatro. En junio, por ejemplo, el Bolshoi anunció que se separaba de uno de sus bailarines célebres, quien estaba en conflicto abierto con Ikasanov y Filin. Por otro lado, la bailarina estrella Svetlana Zajarova, célebre en todo el mundo, renunció recientemente a bailar en el estreno del ballet Oneguin del coreógrafo sudafricano John Cranko, con la estrella norteamericana David Hallberg, previsto para este viernes. Poco antes, Svetlana Lunkina, una bailarina reconocida, denunció la atmósfera “malsana” que reinaba en el Bolshoi.