SOCIEDAD › EL MAQUINISTA SUPERO NUEVE VECES LA VELOCIDAD MAXIMA EN EL RECORRIDO DEL TREN QUE FINALMENTE SE ACCIDENTO EN ONCE
El GPS mostró todas las instancias del viaje Moreno-Once en las que Julio Benítez excedió la velocidad permitida. Además, mostró que en varias oportunidades frenó en forma brusca. Por esa manera de conducir el tren, el juez analiza procesar al maquinista por estrago doloso en vez de dolo eventual.
› Por Raúl Kollmann
El conductor de la formación Chapa 05 que chocó contra el andén en Once el sábado pasado quedó aún más complicado a raíz de la información surgida del GPS del tren y que determinó que Julio César Benítez incurrió en nueve excesos de velocidad en el recorrido de esa mañana. El juez Ariel Lijo le enumeró a Benítez una por una las ocasiones en las que excedió la velocidad y, además, le enunció que detuvo su marcha en forma brusca en varias estaciones anteriores a Once, confirmando que la conducción fue irregular. Estos hechos son los que pueden llevar a Lijo a procesar al maquinista por estrago doloso en vez de dolo eventual, lo que significa que vislumbró que su andar podía producir una tragedia y eso no le importó, por lo que siguió conduciendo igual. A ese delito, Lijo le agregará el de lesiones en 106 casos y la sustracción de prueba, dado que el estudio de ADN determinó que es sangre de Benítez la encontrada en el disco rígido dañado que contenía las imágenes de la cabina de conducción de la formación.
Al ampliarle la declaración indagatoria, Lijo le leyó a Benítez y a sus abogadas, Valeria Corbacho y María Eugenia Alvarez, los nuevos elementos que fue encontrando en la investigación. Por supuesto que el exceso de velocidad más importante que se verifica en el GPS es el del momento del ingreso de la formación a la estación de Once, en los instantes previos a chocar contra el paragolpes y subirse a la plataforma. El GPS señala que a las 7.33 Benítez condujo el Chapa 05 a 22 kilómetros por hora de velocidad cuando debió ingresar a la estación a 12 kilómetros por hora, tal cual se establece en el manual de seguridad para la conducción de formaciones ferroviarias. En concreto, el manual dice que, ya a 250 metros del punto de impacto, el tren debía circular a 12 kilómetros por hora y lo hizo a 22.
Pero el objetivo de Lijo es demostrar que no se trató de un momento aislado, de un flash pasajero, sino que Benítez condujo de manera irregular, “jugando y canchereando”, como dicen en el juzgado, a lo largo de todo el tiempo que le tocó estar a cargo del tren.
La enumeración del juez es puntillosa:
- Entre las estaciones de Paso del Rey y Merlo, a las 6.28, circuló a 65 kilómetros por hora cuando la velocidad máxima es de 60 kilómetros por hora.
- Entre las estaciones San Antonio de Padua e Ituzaingó, a las 6.38, circuló a 63 kilómetros por hora cuando la máxima era 60.
- Entre las estaciones Castelar y Morón, a las 6.50, circuló a 68 kilómetros cuando la máxima era de 60.
- Entre las estaciones de Morón y Haedo, 6.54 horas, condujo a 63 kilómetros por hora y el máximo nuevamente era 60.
- Entre las estaciones Haedo y Ramos Mejía, a las 6.58, anduvo a 69 kilómetros por hora, superando la máxima de 60.
- Entre las estaciones Ramos Mejía y Ciudadela, a las 7.02, circuló a 73 kilómetros por hora, muy por encima de los 60 permitidos.
- Medio minuto más tarde, a las 7.03, bajó la velocidad, pero enseguida volvió a los 73 kilómetros, violatorio de la máxima de 60.
- Entre Villa Luro y el paso a nivel de Nazca, a las 7.16, ya en plena Capital, el máximo pasa a ser 30 kilómetros por hora, pero él anduvo a 42.
- Entre las estaciones de Caballito y Once, cuatro minutos antes de estrellarse, a las 7.29, circuló a 68 kilómetros cuando lo permitido es 60.
En forma paralela, el juez recibió decenas de testimonios de los pasajeros del Chapa 05. La versión es coincidente en que el maquinista detuvo la formación bruscamente en varias estaciones anteriores a Once durante el trayecto Moreno-Once, un dato que contribuye a fundamentar la acusación de que Benítez condujo en forma irregular durante todo el trayecto que terminó en el choque. Si tuvo que frenar en forma brusca, es porque se estaba pasando de las estaciones por el exceso de velocidad.
Además, el juez tiene las imágenes de la cabina que en el momento de estrellarse estaba en el último vagón, pero que cuando Benítez tomó servicio –en Castelar– era el coche de punta, porque el motorman arrancó en el tramo hacia el Oeste, en dirección hacia Moreno. En esta última estación, caminó todo el andén para sentarse en la cabina que quedó a la cabeza en la dirección hacia Once. En el tramo en el que condujo primero –Castelar-Moreno–, también el magistrado verificó no sólo velocidades prohibidas, sino desatenciones, jugueteos y lo que considera una conducción irresponsable.
Como se ve, la óptica de lo ocurrido el sábado pasado es distinta de casos anteriores. En el accidente de Once, de febrero de 2012, hay datos bastante sólidos de que el maquinista, Marcos Antonio Córdoba, se quedó dormido. Por ejemplo, anduvo durante centenares de metros en algo equivalente al punto muerto, sin acelerar ni frenar. En cambio en esta oportunidad, Lijo apunta en una dirección diferente: Benítez estaba muy despierto, pero conduciendo sin control como ha ocurrido en casos de accidentes automovilísticos. Y la conducción irregular no fue sólo en el momento previo a chocar, sino a lo largo del viaje de ida de Castelar a Moreno y, en el de vuelta, de Moreno a Once.
El juez llamó a Benítez a una ampliación de la indagatoria porque en los últimos días agregó nuevos elementos al expediente. En primer lugar, los heridos pasaron de 89 a 106, lo que supone un agravamiento de la imputación. Además uno de los heridos, una mujer, registra lesiones que tal vez el magistrado considere que son gravísimas, ya que hubo que extirparle una parte del bazo y sufrió la fractura de tres costillas. En forma paralela, el estudio de ADN redondeó la acusación por sustracción de prueba, ya que se verificó que es sangre de Benítez la encontrada en la computadora del tren y también en el disco rígido que contenía las imágenes de la cabina en la que iba el maquinista. Eso llevó al juez a la convicción de que Benítez sustrajo el disco rígido, a que el daño en esa unidad informática fue producto de la forma en que arrancó el disco y que esa prueba no se perdió por el impacto del tren, sino por obra de Benítez. Esto va a agravar su situación porque será considerado por el magistrado como un delito adicional, posterior al choque.
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