SOCIEDAD › EL JEFE DEL CLAN ALE NEGO ANTE EL JUEZ TODO VINCULO CON NEGOCIOS ILICITOS
Por primera vez, Rubén Ale fue indagado por la Justicia federal, que lo investiga por asociación ilícita y lavado de dinero. Lo único que reconoció como propio es la remisería involucrada en la causa de Marita Verón. Las declaraciones de los otros acusados.
› Por Soledad Vallejos
Desde San Miguel de Tucumán
Rubén “la Chancha” Ale entró en el edificio de tribunales a las 6.40 de la mañana. Arribó con tanta anticipación que sólo un puñado de cronistas lo vio llegar para la primera declaración indagatoria de su vida ante la Justicia federal. Vestía camisa de manga corta, pantalón de jean, zapatillas blancas. Lo acompañaban dos mujeres que no lo abandonaron ni un segundo y procuraron ocultarlo ante las cámaras de la prensa durante los cincuenta minutos que debió esperar para pasar al despacho del juez en lo Federal Nº 2 de Tucumán, Fernando Poviña, donde también lo esperaba el titular de la Procelac (Procuraduría Contra la Criminalidad Económica y el Lavado de Activos), el fiscal Carlos Gonella. Durante tres horas, “la Chancha respondió las preguntas del primero, pero no las del segundo; dijo ser titular de la remisería 5 Estrellas, pero no de los autos que la mantienen en funcionamiento; negó ser jefe de una asociación ilícita, como sí lo entienden los organismos querellantes, la Unidad de Información Financiera (UIF) y la AFIP; negó la titularidad de los bienes que se le atribuyen desplegados en una estructura de testaferros; negó haber lavado activos originados, entre otros delitos, en la trata de personas y su explotación sexual. Sí reconoció “vínculos” con los demás sindicados como integrantes de la asociación ilícita, pero sólo “comerciales y parentales”. De todos modos, recordó el fiscal Gonella, ya en la sentencia por Marita Verón “quedó acreditado que él y otras personas integraban una red de explotación sexual”.
A su turno, y en algunos casos aun reconociendo actividades no declaradas, también clamaron inocencia en los delitos económicos y fiscales los demás indagados de la jornada: Víctor Alberto “el Pelado” Suárez, considerado lugarteniente de la Chancha; Andrea Viviana Acosta, mujer y socia del Mono, hermano de la Chancha, en el negocio de juegos de azar; Pablo González, presunto prestanombre de Ale en la propiedad de algunos autos. Ale y Suárez fueron indagados por asociación ilícita y lavado de activos; Acosta y González, sólo por lavado de activos.
La expectativa por el inicio de las indagatorias, pero especialmente por la citación a Ale, se tradujo en un pequeño ejército de cronistas, fotógrafos, camarógrafos, que durante horas montó guardia a metros del despacho de Poviña, a la distancia celosamente custodiada por algunos policías federales.
Por la tarde, el abogado Carlos Garmendia, de la Fundación María de los Angeles, y que fue uno de los querellantes en el juicio por Marita Verón, explicaba a este diario: “Este juicio es importante para Tucumán. Es importante porque desde hace más de 15 años las causas contra los Ale no han llegado siquiera a instancia de juicio oral, sin importar la gravedad de las acusaciones”, explicó. La última de las investigaciones judiciales, por usurpación de fincas rurales y robo de cosechas de soja, se desvaneció en el aire. La última vez que la Chancha y el Mono enfrentaron la instancia de debate oral fue en 1994, por el crimen del policía Juan Salinas, ocurrido en 1993, en circunstancias más tormentosas que aclaradas. “En este caso, la Justicia federal hasta ahora ha demostrado tener la capacidad para avanzar con una investigación sólida”, evaluó el abogado.
Cuando entró a tribunales, 20 minutos antes de la hora prevista para su llegada, la Chancha y las dos mujeres que lo acompañaron se dirigieron al 5º piso, donde funciona el Juzgado Federal de Poviña, y se instalaron al final de un pasillo. Durante 50 minutos, Ale esperó sentado, oculto por la más joven de sus acompañantes, que aguardó de pie hasta que fuera llamado. Un pequeño grupo de agentes de la Policía Federal procuró que la prensa no pudiera acercarse al indagado. A las 7.30, Ale ingresó al despacho del juez en compañía de su abogado, Alejandro Biagosch. Cerca del mediodía, el fiscal Gonella informó que la Chancha se había negado a responder a sus preguntas, pero sí contestó las formuladas por el juez.
La Chancha habló lentamente, con movimientos pausados, posiblemente una consecuencia del Parkinson que padece y por el cual debió adelgazar notablemente. A las 10 de la mañana se le concedió un alto en la indagatoria, pidió agua y tomó alrededor de seis medicamentos diferentes. Firmó la declaración a ritmo demorado.
El fiscal informó que Ale reconoció ser propietario de 5 Estrellas, pero sólo de la estructura de la remisería, no de los autos, que “pertenecen a terceras personas que contratan el servicio de radiollamada” para trabajar. Aun cuando la Chancha negó comandar una asociación ilícita, Gonella consideró que la red de explotación sexual, cuya existencia quedó acreditada en el juicio por Marita Verón y descripta en el texto de la sentencia, “es un indicio suficiente” para atribuirle los delitos como explotación sexual, estafas y otra serie de ilícitos financieros “en el marco de esta asociación ilícita de la que consideramos que es el jefe”. “Hay varios manuscritos dentro de la documentación secuestrada que utilizamos como prueba, donde María Jesús Rivero (N. de R.: la ex mujer de Ale, que declara hoy, ver aparte) hace referencia a episodios de violencia, a movimientos patrimoniales, transferencia de bienes e inmuebles, entre otros”, recordó el fiscal, en relación con información que había sido adelantada en exclusiva por este diario.
Al mediodía declaró Pablo González, sindicado como testaferro de la Chancha en la propiedad de algunos autos. Pasadas las 13, la hora en que cierra el edificio de los tribunales, declaraba Víctor Alberto “el Pelado” Suárez, considerado lugarteniente de Ale, y que lo acompañó como vocal en la gestión del Club San Martín de Tucumán, donde todavía explota una cantina no declarada, cuya propiedad y actividad reconoció. El Pelado Suárez, con cicatrices en la cabeza, fue indagado como partícipe de asociación ilícita y lavado de activos, un trámite en el que respondió preguntas del juez Poviña y el fiscal Gonella. “Reconoció que trabaja con remises sin declarar, que tiene esa cantina sin declarar, y que entre 2010 y 2011 tenía un quiosco polirrubro. Dijo que como consecuencia, por el quiosco, un par de remises y 2 mil pesos de una pensión, hacía 100 mil pesos por mes”, informó el titular de Procelac. Gonella agregó que Suárez “también reconoció tener vínculos con los hermanos Ale y María Jesús Rivero. Dijo que los conoce como consecuencia de su actividad en el club y la remisería, pero negó tener con ellos vínculos comerciales más allá de esto”.
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