SOCIEDAD › PRESENTARON EL PROYECTO DE RESTAURACION DEL EDIFICIO DE COLOMBO
De la mano inesperada de la Scientology Argentina, la Iglesia de Tom Cruise y John Travolta, la obra maestra de la calle Sarmiento saldrá de las ruinas y será reconstruida por especialistas de primer nivel.
› Por Sergio Kiernan
Curioso destino el del magnífico edificio de la Unione Operai Italiani: de temprano rascacielos Art Nouveau y obra maestra de Virginio Colombo, al estado de ruina terminal y al salvataje a último momento a manos de un actor inesperado. Es que este viernes, en un concierto nocturno, la Unione pasó oficialmente a ser la sede oficial de la iglesia de la cienciología argentina.
La Unione fue una de las estrellas más brillantes en esa constelación enorme de instituciones de todo tipo con que los inmigrantes italianos cubrieron este país. Junto a Unione e Benevolenza, la Operai funcionaba como una suerte de central para los infinitos clubes, uniones, centros y teatros de toda Argentina. El edificio original es de 1885 e incluye el célebre salón, el más antiguo en su tipo del país.
Hacia el Centenario, los socios decidieron festejar y mostrar su integración al nuevo paese con un edificio espectacular. Contrataron a un paisano, el joven Colombo, que había llegado en 1906 conchabado para trabajar en los ornamentos del Palacio de Tribunales. Formado en Milán y felizmente contagiado del modernismo Liberty de la época, Colombo echó buenas en Buenos Aires al ganarse el contrato por dos de los pabellones de la gran exposición de 1910. Uno de sus edificios sobrevivió y es el que junta polvo escondido atrás del Jumbo de la avenida Bullrich.
Lo que hizo el joven arquitecto para sus connacionales era sensacional en la ciudad baja de 1913. Simplemente demolió el frente del edificio, sin tocar el salón, y erigió un impecable, alto, desatado edificio cubierto de alegorías, esculturas, grafitados, entradas y salidas. La nueva sede tenía ascensor, balcones, loggietas a la calle y toda la tecnología moderna. Y se integraba perfectamente al viejo edificio a través de un lobby amplio y ornamentado con mármoles que llevaba directamente al salón, transformado en teatro por el simple expediente de demoler a medias su muro trasero y abrir una suerte de ambiente extra, con un fuerte ornamento superior como para que nadie se distraiga.
Fue un orgullo y una de las cosas más lindas que vio Buenos Aires, una suerte de aviso del poderío económico y cultural de los italianos. Su salón ganó fama con bailongos y conciertos, y hasta con actividades políticas como uno de los primeros “mitines” del coronel Perón, que tentaba las aguas con reuniones chicas. Todo anduvo bien, hasta que pasó lo que pasa en Argentina, que los inmigrantes se hacen argentinos y no encuentran tanto sentido a ir a un club italiano.
La Unione Operai Italiani llegó, por tanto, a este nuevo siglo destruida. Sufrió un incendio que dejó parte de sus fondos transformados en una pila de escombros, fue saqueada de bronces, rejas, puertas, pisos y lámparas. Le entró agua por todos lados, se le arruinaron todas las cosas y su salón-teatro quedó medio fantasmal, con sus molduras y frescos desdibujados por los boquetes y la humedad. La Guardia de Auxilio de la Ciudad la trató con desprecio, “arreglando” cosas a mazazos, y sólo su catalogación como patrimonio frenó alguna demolición. Hasta estuvo en venta con un cartel de “lote”.
Y entonces, a fines de 2011, se anunció que un grupo llamado Scientology Argentina había comprado el edificio y contratado al arquitecto especialista en restauración Fabio Grementieri como asesor. En estos dos años, se hicieron tareas básicas, como reparar las techumbres, y un gran trabajo de remoción de escombros y basura. Mientras la especialista Cristina Lancelotti se prepara para restaurar el salón, el ingeniero José Kohon termina los planes de lo que será en parte restauración, en parte obra nueva. La idea es que la fachada quede impecable y original, los ambientes originales rescatados, el salón restaurado y la obra nueva reemplace lo perdido en el incendio.
El evento del viernes a la noche no dio estos detalles porque se centró en la alegría de recuperar el edificio y en presentar a la Scientology Argentina en sociedad. Los invitados formaban una lista rara de jóvenes con acentos latinoamericanos que aplaudían con entusiasmo, señores de traje negro con el escudito de la iglesia en la solapa, un par de periodistas especializados en arte o patrimonio, funcionarios que habían intervenido en la protección del edificio y, sin explicación evidente, el seudo ingeniero Juan Carlos Blumberg.
Gustavo Libardi, el presidente de la cienciología local, hizo un discurso breve sobre el edificio y luego se despachó con una versión de relaciones públicas de sus ideas. No discutió la dianética, ni habló de extraterrestres, ni del macartismo exótico de su fundador, el escritor de ciencia ficción L. Ron Hubbard. Por lo que se escuchó el viernes, Scientology es liberal, respetuosa de otras religiones e ideas, muy comprometida con los derechos humanos y realmente especializada en recuperar drogadependientes. Como sea, prometió que el edificio estará abierto al público una vez reparado.
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