Lun 04.08.2003

SOCIEDAD  › EL CASO IMPUNE DE UN HOMBRE GOLPEADO POR UN POSTE

La muerte que cayó del cielo

Un camión arrastró en Boedo un cable aéreo, con lo que cayó un poste de Cablevisión que mató a un hombre. La policía se negó a perseguir al chofer. Y la empresa dice que no es responsable.

El jueves 24 de abril, cerca de la medianoche, Gabriel Ramírez salió de su casa del barrio de Boedo para acompañar a su novia hasta la otra cuadra. Caminó cien metros por Pavón, cruzó Sánchez de Loria, compró un atado de cigarrillos y un agua mineral en el quiosco, y se apuró a cruzar a la vereda de enfrente antes de que pasara el camión Scania de doble acoplado que se veía venir a lo lejos. Estaba de la mano de Griselda cuando se desplomó en el piso y quedó inconsciente. Todo ocurrió en apenas unos segundos: a su paso, el camión enganchó los cables aéreos que atravesaban la calle y arrancó desde la base el poste de madera que estaba en la esquina. El poste le pegó de lleno a Gabriel, de 30 años, quien murió al día siguiente en el Hospital Ramos Mejía. El camionero escapó a gran velocidad mientras un amigo de Gabriel lo perseguía con su moto. En el trayecto, un taxista se sumó a la persecución y, entonces, el joven en la moto logró adelantarse y avisó a los efectivos de la comisaría 18ª que detuvieran al vehículo que estaba a punto de pasar por la puerta de la seccional. “Entrá que te tomamos los datos”, le respondieron y lo hicieron entrar. El camión pasó y desapareció. Nadie lo detuvo y hoy, más de tres meses después, la causa está paralizada en un “NN sobre homicidio culposo”.
“Entre la negligencia de la empresa Cablevisión que no controló el estado de su cableado y la falta de acción de la policía, hoy tenemos una muerte, pero ningún responsable”, dice entre lágrimas Ana Rumíe, la madre de Gaby.
Gabriel tenía tres hijos, de 8, 5 y 1 año. Después de su separación, había vuelto a vivir con sus padres, a la casa de Pavón 3384. “Había estado mucho tiempo sin trabajo, con changas temporarias, sobreviviendo. Pero ahora había conseguido un trabajo en una casa de fotografía. Estaba contento y empezaba a tener proyectos otra vez”, recuerda su tía, Teresa Rumíe. La noche del jueves 24 de abril no llegó a despedirse de nadie. Salió por diez minutos de su casa para acompañar a su novia hasta la otra cuadra y no volvió. El accidente fue visto por varias personas, entre ellas un amigo de Gabriel, Gabriel González, que en ese momento estaba parado con otros amigos en la puerta del quiosco en el que la víctima había comprado cigarrillos un minuto antes con su novia, Analía Cartasegna.
Apenas vio a su amigo tirado en un charco de sangre, González se subió a su moto y salió a perseguir al camión. A pocas cuadras cruzó a un patrullero de la comisaría 9ª estacionado, les pidió a los agentes que lo ayudaran a detener al conductor del Scania de doble acoplado, pero “no hicieron nada, ni se movieron”, según declaró luego el hombre a la policía. Entonces continuó la persecución. A las pocas cuadras se cruzó con un taxi, cuyo conductor, Aldo Ferrari, le dijo que el camión había cortado también otros cables en su marcha. González le pidió a Ferrari que lo siguiera mientras él trataba de adelantarse. Finalmente logró interceptarlo en el semáforo de Entre Ríos y Constitución, donde el chofer del camión, con la ventanilla baja, le respondió que él no había tirado ningún poste y arrancó a toda velocidad.
Desde allí y mientras el taxista lo seguía, Gabriel cortó camino hasta la seccional 18ª, en la avenida San Juan, entre Solís y Entre Ríos, y pidió al agente que estaba en la puerta que detuviera al camión que iba a pasar frente a la seccional. “Entrá, así te tomamos los datos”, le respondió el policía. Y el Scania blanco pasó. Un rato después, ante la desesperación de González, una agente de esa comisaría salió en un patrullero y volvió enseguida: “Lo perdí de vista”, dijo la mujer.
Hoy, Gabriel González asegura que todavía podría identificar al conductor, que recuerda su cara. Sin embargo, “la policía nunca hizo un identikit”, denuncia la familia. Aunque nadie llegó a tomar los datos de la patente del camión, ya que la chapa trasera no se veía y ni el taxista ni González lograron adelantarse al vehículo, la novia de Gabriel declaró que el camión que tiró el poste es de la empresa de transportes que tieneun depósito a pocas cuadras del lugar del accidente. También eso está en el sumario policial, pero el depósito nunca fue allanado y varios camiones similares siguen circulando por el barrio.
El caso está siendo investigado de oficio en el Juzgado Nº 45 y recién hoy, cuando finaliza la feria judicial, el defensor de la familia Ramírez podrá acceder al expediente. “Todavía no tenemos ni idea de lo que hay en la causa”, explicó el abogado, Guillermo Den Toom.
Ante la ausencia de respuesta por las vías policial y judicial, el 15 de julio la familia denunció el caso ante la Defensoría del Pueblo porteña, desde donde “se elevaron pedidos de informe a Cablevisión, a la Guardia de Auxilio del gobierno y a la Secretaría de Obras y Servicios Públicos”, según señaló el defensor adjunto, Gustavo Lesbegueris. Ahora, la familia Ramírez se reúne todos los 24 en la esquina de Pavón y Sánchez de Loria para pedir justicia para Gaby.
Producción: Paula Bistagnino

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