Mar 05.08.2003

SOCIEDAD  › LOS HOSPITALES PERMITIRAN LA PRESENCIA DEL PADRE

Una maternidad en compañía

Una ley porteña obliga a adecuar los hospitales para que las mujeres puedan estar acompañadas durante el parto.

› Por Mariana Carbajal

Los hospitales públicos de Buenos Aires deberán adecuar su infraestructura para garantizar que todas las mujeres embarazadas puedan estar acompañadas por una persona que ellas designen durante el transcurso del trabajo de parto, en el momento del nacimiento y en la internación posterior. Así lo establece una nueva ley sancionada por la Legislatura porteña, promulgada por la jefatura de Gobierno. Este derecho suelen tenerlo quienes dan a luz en clínicas privadas. En el sector público, en cambio, la política varía según la maternidad: en la del Santojanni, por ejemplo, la presencia de la pareja junto a las parturientas está vedada, pero sí está permitida en la del Fernández (ver aparte). “Es una ley de una trascendencia importantísima”, consideró José Belizán, director del Centro Latinoamericano de Perinatología (CLAP), de la OPS. Está demostrado, destacó, que el acompañamiento de la embarazada desde el trabajo de parto genera “grandes beneficios biológicos”: reduce la necesidad de suministrar analgésicos y sedantes a la madre, disminuye la incidencia de cesáreas y mejora las condiciones del recién nacido.
La norma de “humanización del parto” fue impulsada por la ex legisladora Lucila “Pimpi” Colombo –desde hace un mes, presidenta del Consejo Nacional del Menor y la Familia–, como complemento de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva. “El cuidado del embarazo y del parto no estaba contemplado y queríamos garantizar que la mamá pudiera estar acompañada. En algunos hospitales, por problemas edilicios, no dejan que un familiar esté con ellas”, explicó Colombo a Página/12. La Ley 1040 fue sancionada el 12 de junio, pero su aprobación no trascendió. El 7 de julio fue promulgada por el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra.
La normativa obliga al personal de los establecimientos de salud de la ciudad a “informar a la embarazada del derecho” a designar a una persona para que las acompañe durante el trabajo de parto, en el momento del nacimiento y en la internación posterior. Además, establece que todos los centros de salud deben implementar “las medidas necesarias para capacitar al personal profesional y no profesional y adecuar los recursos físicos y la estructura organizativa a esta modalidad”.
Actualmente, la situación difiere según el hospital y, muchas veces, “depende del humor del jefe del servicio”, según confió una médica ginecóloga con más de veinte años en el sector público.
“Me parece una maravilla. Es un derecho que hay que promover”, consideró Diana Galimberti, presidenta de la Asociación Argentina por la Salud Sexual y Reproductiva y jefa del Servicio de Obstetricia del Hospital Alvarez. En ese centro asistencial no hay restricciones para que las parturientas estén acompañadas en la sala de parto, pero sí las hay si se trata de la salas de preparto. “Se debería adecuar el servicio. Tenemos boxes con dos camas para el trabajo de parto, si una está libre, podemos permitir la presencia de algún familiar, si no, no”, explicó Galimberti. Si el parto es normal, tampoco pueden estar acompañadas en los días que permanecen internadas en el Alvarez. En cambio, si fueron sometidas a una cesárea, pueden tener la compañía de un familiar durante las primeras 48 horas.
En el Santojanni la situación es peor: las mujeres ni siquiera pueden tomarle la mano a su pareja en el momento del nacimiento. “No está preparada la infraestructura para eso. Las salas de preparto y de parto están dentro de la misma área conectadas por un pasillo. Si permitimos que estén los maridos, cuando las trasladamos de un lugar al otro están expuestas a las miradas de los otros hombres. No hay privacidad”, indicó Pablo Minz, jefe de Unidad Obstetricia del Santojanni. Ante una consulta de Página/12, la Secretaría de Salud no informó qué medidas implementará para adecuar las maternidades públicas a los alcances de la nueva ley.
“Lo ideal es que el acompañamiento comience con el trabajo de parto. Está demostrado que los beneficios se logran a partir de ese momento”, precisó, en diálogo con este diario, el argentino José Belizán, titulardel CLAP, dependiente de la Organización Panamericana de la Salud, con sede en Montevideo. Un amplio estudio del CLAP encontró que “una compañía con gran componente afectivo” reduce la necesidad de analgésicos en la madre en 16 por ciento de los casos, la incidencia de cesárea en 23 por ciento y a la mitad la depresión del recién nacido (un cuadro que implica problemas de reflejos y respiratorios en el bebé); a la vez, produce mayor satisfacción materna en el trabajo del parto, detalló Belizán.

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