SOCIEDAD
› ACRIBILLARON A UN POLICIA Y QUEMARON SU AUTO EN EZPELETA
Una balacera que sonó a vendetta
Un cabo de la Bonaerense que estaba de licencia salió a la madrugada, en pantuflas, a una villa. Apareció con 14 tiros. Una de las hipótesis es que iba a recaudar de los narcos.
› Por Horacio Cecchi
Osvaldo Ramírez, cabo primero del Comando de Patrullas de Quilmes, apareció baleado y su auto calcinado, dentro de la villa Los Alamos, en Quilmes Oeste. Según una lectura, el cabo se transformó en el 34º uniformado de la Bonaerense inmolado bajo las balas de la delincuencia. Según otra lectura, Ramírez se encontraba en el lugar por una razón oscura y aún desconocida. El cabo estaba de licencia desde hacía un tiempo. En la madrugada de ayer, de franco, armado y en pantuflas abandonó su casa en silencio, sin despertar a su esposa, y trepó a su Fiat Uno. A las 3 de la madrugada, su cuerpo apareció dentro de la villa, con 14 balazos de grueso calibre, a unos cien metros de su auto que se encontró totalmente calcinado. “El auto es la clave –dijo a Página/12 un investigador–. Si querían robarlo ¿para qué quemarlo? Lo más probable es que hayan querido borrar huellas.” La investigación se vuelca hacia una vendetta o un ajuste de cuentas. Las sospechas se volcaban sobre un panadero con quien Ramírez se había tiroteado la semana pasada en la misma zona y a la misma hora.
Nadie sabe aún qué hacía el cabo primero Ramírez, en la madrugada y de franco, dentro de la villa Los Alamos. Un investigador describió a Página/12 el lugar: “Cuando uno va a un shopping, sabe que va a comprar ropa o un regalo. Cuando uno va a Los Aromos, sabe que va a buscar drogas”. La descripción no es una revelación sino un dato archiconocido en la zona. Es decir que, desde el inicio, el caso de Ramírez apareció con aristas altamente sospechosas.
Ramírez, de 28 años, gozaba desde hacía varios días de una licencia para ayudar a su esposa que se encuentra embarazada de ocho meses y medio, y sufriendo hemorragias. Pasada la medianoche del jueves, Ramírez, sin despertar a su esposa, se levantó de la cama, se calzó las pantuflas, tomó su arma, y salió de su casa, en Ezpeleta. Luego subió a su Fiat Uno: a partir de allí no se supo más sobre su recorrido. Nada indica que haya sido obligado a dirigirse a la villa Los Alamos.
Alrededor de las 3 de la mañana, su esposa se despertó y descubrió que su marido no se encontraba en la casa. Una hora y media después descubrían su paradero. Ramírez apareció en la intersección de las calles Namuncurá y Mar del Plata, unos doscientos metros dentro de la villa, tirado en la calle, con las pantuflas puestas y catorce impactos de grueso calibre en el cuerpo. Trece de los disparos presentaban orificio de salida. Cuando este diario consultó a los investigadores aún no habían concluido las pericias balísticas, pero todo indicaba que se trataba de balas 9 milímetros. El arma reglamentaria que llevaba el cabo fue robada, pero las pruebas recogidas indicaban que la habría disparado. El Fiat Uno de Ramírez apareció dentro de la villa y a cien metros de donde se encontraba el cuerpo de su dueño, totalmente calcinado.
A partir de allí se abrieron tres líneas de interpretación del caso. “La primera es para doña Rosa –explicó un veterano investigador–: lo quisieron asaltar, descubrieron que era policía y lo mataron. No cierra. La segunda es que estaba allí cobrando peajes para repartir hacia arriba, muy probablemente cobrando a narcos porque ésa es zona de narcos, y que hubo problemas en el cobro o que se quedó con un vuelto y lo mandaron matar. La tercera es que es una respuesta directa a la investigación patrimonial de los 135 comisarios.”
De las tres lecturas, la primera cae por su propio peso. Ramírez no estaba cumpliendo ninguna misión oficial porque estaba de franco, salió de su casa sin avisarle a su esposa, y no fue asaltado para robarle el auto porque no tiene sentido que lo hayan quemado. En cambio, la segunda lectura admite que Ramírez se haya reunido con su/sus victimario/s en el interior de la villa, y hasta es posible que dentro de su propio auto se haya mantenido alguna reunión. Eso, según la hipótesis de los investigadores, explicaría que se incendiara el auto: para borrar las múltiples huellas dejadas en el interior. El propio ministro de Seguridad bonaerense, Juan Pablo Cafiero, sostuvo que el caso provoca “muchosinterrogantes”, ya que no se encontraba explicación a la presencia de Ramírez en la villa a esa hora.
La tercera lectura, de índole conspirativa, resulta más compleja: un golpe de los comisarios corruptos, una devolución de gentilezas por las investigaciones a los patrimonios de 135 comisarios dispuestas por Cafiero. Habrá que recordar que con esta línea se encontró una explicación al secuestro de Rubén Astrada, padre del jugador de River, ocurrido un día después de que se anunciara el inicio de las investigaciones sobre el patrimonio de los comisarios de la Bonaerense. La interna policial había quedado muy golpeada tras la obligada renuncia del jefe de jefes Alberto Sobrado, a quien le descubrieron una cuenta de 330 mil dólares en Las Bahamas. Más tarde, los comisarios Aníbal Degastaldi y Alberto Cánepa fueron desplazados de sus cargos por sospechas sobre sus abultados patrimonios.
Pero la hipótesis de un golpe desde arriba pierde sustento. “Hay quienes la impulsan porque tiene todos los condimentos dramáticos (la mujer estaba embarazada) para victimizar a las autoridades y a sus planes de saneamiento ante una maniobra oscura de la corrupción policial –explicó el experto–. Pero no cierra. Se trataba de un cabo, lo que desdibuja al caso como una amenaza.”
Una semana antes, Ramírez mantuvo un tiroteo con un panadero de la villa, en un bar dentro de la misma zona. Las circunstancias fueron semejantes: ocurrió de madrugada, y el cabo se encontraba de franco. Según esos datos, el cabo fue asesinado por una vendetta o por haberse quedado con algún vuelto. Ayer, una vecina relató que antes de los disparos pudo escuchar que un hombre decía: “Largame, soltame, dejame ir”.
La investigación recayó en el fiscal de Quilmes, Ricardo Maidana. Según fuentes del caso, a media tarde ya habían logrado individualizar a los asesinos.