SOCIEDAD › MILES DE VECINOS SALIERON A LAS VEREDAS PARA DESPEDIR A LOS BOMBEROS
Cuatro de los nueve fallecidos en Barracas fueron velados en el Departamento Central de Policía. Luego fueron llevados a la Chacarita en una caravana que a su paso conmovió a varios barrios de la ciudad. Homenaje en el cementerio y mensaje del Papa.
El sonido de una trompeta quiebra el silencio en el cementerio de Chacarita. Nadie se mueve. Policías, bomberos, prefectos y vecinos observan, desde las veredas, la lenta llegada del cortejo fúnebre. Una caravana de autos negros avanza, a paso de hombre, por una de las calles internas. La guardia de honor, a los flancos, levanta hasta el pecho sus armas. Saluda a los bomberos fallecidos. La multitud, al ver pasar frente suyo la autobomba cubierta de coronas, estalla en aplausos. Ayer, en una ceremonia emotiva de la que participaron cientos de personas, se realizó el entierro de los bomberos que murieron en la tragedia de Barracas. El arzobispo de Buenos Aires Mario Poli bendijo los féretros, mientras que el papa Francisco envió una carta a los familiares con sus condolencias.
El cortejo partió a las cuatro de la tarde desde el Departamento Central de Policía, en avenida Belgrano al 1500. Allí hicieron sonar la sirena del cuartel para despedir a las víctimas. En el trayecto hasta el cementerio, los vecinos salían a las veredas. Algunos saludaban con pañuelos blancos, otros arrojaban flores a su paso, todos aplaudían.
El cortejo enfiló primero por la avenida Entre Ríos-Callao, luego avanzó por Córdoba, Maure y Jorge Newbery, para finalmente ingresar cerca de una hora más tarde por la puerta principal del cementerio de Chacarita. En el panteón de la Policía Federal fueron depositados cuatro de los nueve muertos en el incendio del galpón de Iron Mountain: el comisario inspector Leonardo Day, la subinspectora Anahí Garnica, el cabo primero Damián Véliz y el agente Juan Matías Monticelli. Los otros cinco fueron sepultados en distintos cementerios. El cabo primero Eduardo Adrián Canessa y el agente Maximiliano Martínez fueron enterrados en cementerios privados; Sebastián Campos, el bombero voluntario de Vuelta de Rocha, fue velado en el cuartel en el que trabajaba, en La Boca; Pedro Baricolo fue sepultado en Olivos y José Méndez fue velado y enterrado en Wilde.
En Chacarita, uno por uno fueron bajados de los autos los cuatro ataúdes. Nueve oficiales trasladaron los féretros cubiertos con la bandera nacional hasta el gazebo en donde esperaban los familiares y el arzobispo que daría su bendición. De fondo, sonaba la banda de la escuela de cadetes. Muchos oficiales, por respeto, se sacaban la gorra y enlazaban sus manos por delante. Otros juntaban sus dedos contra la sien y hacían la venia. Los alrededores del panteón estaban cubiertos de policías, médicos del SAME, bomberos, prefectos y vecinos que se acercaron a despedir a los fallecidos.
“Un bombero es alguien con un sentido humano inmenso, que está al servicio de nosotros. Por eso me pareció que tenía que venir a acompañar en este día.” Liliana Toscano, tiene 50 años, es arquitecta y hace 15 que trabajó como personal civil para la Policía Federal. “Es como si el pueblo se hubiera unido para despedir a estas personas. Una de las cosas más destacables de esta gente es que trabaja en equipo y a la par, nunca un superior se va a poner por encima de sus subalternos.” Nilda Veka, una mujer de 59 años, dijo que “los bomberos se merecen nuestro mayor respeto. Yo vengo a despedirlos porque antes que nada eran seres humanos”. “El mejor homenaje que le podemos hacer es estar hoy (por ayer) acá”, agregó la mujer. Marcelo, un suboficial de 37 años, dijo que fue al cementerio para “despedir a un camarada”. “Con (Damián) Véliz somos de la misma promoción, la 197, que egresó en el 2004 de la escuela de suboficiales y agentes de La Paternal”.
La misa de despedida estuvo oficiada por el arzobispo de Buenos Aires Mario Poli. “Creemos que la muerte no es la última palabra”, dijo el arzobispo al inicio del responso. Poli deseó a los familiares y allegados de las víctimas “que el Señor resucitado los anime, les dé fuerza y los consuele en estos momentos de tristeza, de dolor y de partida”. Luego un capellán policial leyó una carta de condolencias enviada por el Papa. “Quisiera transmitir a todos mi cercanía y decirles que me siento muy unido a los que sufren y están abatidos por tan lamentable suceso”, dijo Francisco en su misiva. A su vez, el Papa pidió a Dios “que otorgue consuelo y fortaleza a los afectados por tan trágica desgracia”.
En tanto, el superintendente de Bomberos de la Policía Federal, Arturo Martínez, despidió al personal de la fuerza nombrándolos uno a uno por su nombre de pila y aseguró que “ellos expresan cabalmente los valores de nuestra institución, serán nuestro ejemplo, nuestro orgullo y nuestra motivación”. Por último, Javier Revilla, jefe del Cuartel I de Bomberos al que pertenecían algunos de los bomberos fallecidos, manifestó que la única forma que existe para seguir adelante “es continuar con la rutina de todos los días” y añadió que “la sociedad tiene que tener en claro que los bomberos siempre los vamos a proteger”.
Informe: Nicolás Andrada.
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