Dom 23.02.2014

SOCIEDAD  › TRES ACTOS EMOTIVOS EN EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA TRAGEDIA DE ONCE

Pedido de justicia para los 52 muertos

Con momentos de llanto y dolor evidentes, el acto en la estación, la misa en la Catedral y la concentración en Plaza de Mayo coincidieron en pedir juicio y cárcel a los responsables del accidente de febrero de 2012.

Familiares de las víctimas fatales de la tragedia de Once recordaron ayer a sus seres queridos y reclamaron justicia, a dos años de que una formación de la línea Sarmiento impactara contra la valla de contención de la estación causando 52 muertos y 800 heridos. En un día nublado, que parecía acompañar el dolor de todos, como homenaje se realizaron tres grandes actividades. Por la mañana, en la misma estación se llevó a cabo una ceremonia donde se hizo sonar una sirena a la hora exacta en la que se produjo el accidente y se colocaron ofrendas florales en el memorial que se levantó en el lugar, junto a un mural con fotos de los fallecidos. El programa continuó a las 11.30 con una misa en la Catedral metropolitana, mientras que, pasadas las 19, cientos de personas se congregaron en la Plaza de Mayo para presenciar el acto central en el que, además de los familiares, estuvieron presentes la titular de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas, el responsable de la Red Solidaria, Juan Carr, y el director de cine Juan José Campanella.

Con remeras que tenían inscriptas la leyenda JU5T1(+1)CIA, la foto y el nombre de sus seres queridos, los familiares fueron llegando a la estación desde las 7.30. Para las 8.15, todos aguardaban en silencio que llegaran las 8.32, hora exacta en la que se produjo el impacto del tren, que “les cambió la vida para siempre”, tal como señaló Paolo Menghini, primer orador de la ceremonia y padre de Lucas, quien falleció en la tragedia. Llegado el momento, los familiares hicieron sonar la sirena por un minuto y dieron inicio a la ceremonia en el andén 2.

El padre Diego, que acompañó a los familiares desde el primer día de la tragedia, fue el segundo orador y destacó que las recordaciones son “momentos de intimidad y fuerte comunión para abrazar y contener, hacer memoria y unir”. El cura también valoró la posibilidad de que la Justicia obligue “a los responsables irresponsables” de la tragedia estar frente “a un tribunal” al tiempo que consideró que “la cárcel es buena porque obliga a pensar en las víctimas”.

Tras las palabras del padre Diego, Mónica Bottega, madre de Tatiana Pontiroli, quien también falleció en el accidente, leyó una carta del papa Francisco en la que mostraba su profundo dolor y se solidarizaba con los familiares. El acto finalizó con un reclamo de justicia de viva voz por parte de los familiares de las víctimas. Luego, en medio de llantos y voces entrecortadas, los familiares tomaron cada uno un crespón negro, caminaron hacia el andén 1 y los colocaron sobre el memorial, junto a un mural con fotos de los fallecidos y un cartel que reclamaba por justicia. Hacia las 9.30, cuando se colocaron los últimos crespones, todas las voces que estaban dispersas por los andenes, no sólo las de los familiares, sino las de trabajadores, vendedores de los puestos y personas que se habían acercado, se fundieron en un sólo grito: “Justicia para los muertos y heridos de Once”.

Alrededor del mediodía, cientos de personas se acercaron a la Catedral porteña y participaron de la misa que se realizó en conmemoración a las víctimas del 22 de febrero de 2012. Cercanas al altar, 52 velas recordaban a los fallecidos. Entre lágrimas contenidas y carteles pegados en los bancos y la pared, el obispo auxiliar Eduardo García recordó que “algo que la muerte no puede matar es el amor por aquellos que amamos”, y pidió rezar por ellos y “por los que vendrán después de nosotros, para que esta vida de lucha traiga vidas más cuidadas”.

Luego de la eucaristía, el obispo pidió que se nombraran en voz alta a los que perdieron la vida en el fatal accidente de la estación de Once. Los nombres fueron recitados por muchas voces, algunas entrecortadas por el llanto. “A todos ellos, dales, Señor, el descanso eterno”, dijo García, que pidió que “Dios haga brillar su luz sobre ustedes y les conceda la paz”. A las 17, con puntualidad, una radio abierta a cargo de un programa de radio de Ramos Mejía dio comienzo a una serie de charlas con familiares, periodistas y distintas personalidades del mundo de la cultura. En un pequeño escenario en la plaza, que se iba llenando de a poco, se presentaban historias de vida, canciones y poemas.

“No voy a parar hasta que se haga justicia. No le deseo a nadie perder un hijo. A veces no tengo ganas de levantarme, pero después pienso que si no hago algo por mi hijo, nadie lo va a hacer. Ahora empieza el juicio y confío en que se va a encarcelar a los responsables. Pero también queremos que se mejore la situación del transporte ferroviario, para que no vuelva a pasar algo así nunca más”, sostuvo ante Página/12 María Ester Luna, madre de Federico Bustamante, otra de la víctimas fatales. Con fortaleza, Luna contó que “el día anterior al accidente, se había comprado una moto. Nunca la pudo usar. Todavía la tenemos. A mí no me gustaba y le decía que era peligroso. Era más probable que tuviera un accidente en la moto que en un tren. Todavía no puedo creer lo que pasó, la herida sigue abierta”.

“Estos dos años fueron de mucho dolor e impotencia. Con mis 77 años mantengo todo lo que Mónica dejó. Estoy a cargo de la radio y la ONG en las que trabajaba. Era muy apasionada, lo heredó de familia. Ella ya se fue y eso no se puede solucionar, sólo resta hacer justicia y determinar las causas del accidente y sus responsables”, confió Andrés Garzón, que perdió a su hija en el accidente.

Pasadas las 19, con la plaza repleta, familiares de las víctimas avanzaron al escenario para dar comienzo al acto principal. En una constante, los nombres y las fotos de sus seres queridos que perdieron la vida se veían en remeras y carteles que llevaban consigo. A pesar de la tragedia, las víctimas siempre estuvieron presentes.

“Son muy pocas las convocatorias que mantienen la misma cantidad de gente apoyando dos años seguidos, hemos trabajado con todo este dolor y con mucha coherencia y respeto. Esta plaza está colmada igual que el año pasado y es una ola de amor irrefrenable que impulsa nuestro pedido de justicia”, señaló Paolo Menghini, a la vez que agregó que “el avance de la causa judicial es imparable, el 18 de marzo arranca un juicio oral con 300 testigos y pericias concretísimas para condenar a los responsables”.

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