“Al momento del accidente, venía en el primer vagón, cerca del motorman. Cuando salió de Moreno ya empezó mal, porque enseguida se llenó. Se notaba que no le andaban los frenos porque iba pasando estaciones de largo. En una parada, quedó un asiento libre, que le dejé a mi hija. Ella iba con el celular y le había mandado un mensaje a mi patrona, avisándole que iba a llegar tarde. Yo escuchaba al motorman, que se quejaba por la radio. Vos te acostumbrás a que el tren ande mal, es común, pero suponés que el conductor lo va a saber manejar. Las estaciones de Flores y Caballito son trayectos breves que el tren hace despacio. Cuando las pasó rápido, ahí pensé que algo andaba mal. A los pocos segundos, chocó”, relataba la sobreviviente Norma Barrientos en forma detallada, como si le hubiese pasado ayer. Barrientos sólo sufrió cortes en la pierna izquierda, pero su hija Karina Altamirano, de 14 años, perdió la vida. Mientras esperaba subir al escenario en Plaza de Mayo, donde iba a ofrecer su historia a centenares de personas, la mujer contaba “no me olvido más. Todos gritaban ‘mi pierna’, ‘mi cabeza’, yo pedía por mi hija, en el piso, debajo de un montón de gente. Me enteré de que falleció cuando estaba internada. Mi vida cambió, parece que pasa el tiempo y es peor. Durante seis meses, estuve en silla de ruedas. En ese momento, ya pensaba que, cuando me recuperara, me iba a mover por todos lados por justicia. Acá estoy”.