SOCIEDAD › UN ESTUDIO REVELA LOS RIESGOS DE ESA INTERVENCIóN CUANDO NO SE HACE POR ESTRICTA NECESIDAD
La investigación arroja una probabilidad del 20 por ciento de ser obeso para los nacidos de ese modo. También existe riesgo de padecer asma y diabetes. En la Argentina, uno de cada tres nacimientos es por cesárea.
› Por Pedro Lipcovich
Aumento del riesgo de obesidad, diabetes, asma, son algunos de los efectos a largo plazo para los bebés nacidos por cesáreas “electivas”, es decir, innecesarias: hace pocos días, un estudio sobre más de 160.000 niños arrojó un 20 por ciento más de probabilidad de ser obeso para los nacidos de ese modo. No es que estos riesgos sean altos: no deben preocupar en caso de cesáreas clínicamente necesarias, como las que responden a un pico de presión arterial en la madre. Pero cuando la cesárea no es imprescindible, todo riesgo resulta elevado, sobre todo si le toca a uno. El marco de estas inquietudes es la creciente cantidad –en el mundo y particularmente en la Argentina– de estas cesáreas también llamadas “por conveniencia”, algunas veces por pedido de la madre y la mayoría por comodidad del médico. En la Argentina, casi uno de cada tres nacimientos es por cesárea, y la proporción trepó un diez por ciento en los últimos tres años registrados.
El estudio que examina la relación entre nacimiento por cesárea y obesidad fue efectuado por un equipo dirigido por Karthik Darmasseelane y Matthew Hyde –del Imperial College de Londres– y publicado en la revista PlosOne; recopila investigaciones previas que abarcan un total de 163.753 nacimientos. Advierte que en los últimos veinte años han coincidido dos incrementos: el de la obesidad en niños y adultos y el de los nacimientos por cesárea en el mundo: “La Organización Mundial de la Salud recomienda que las cesáreas no superen el 15 por ciento del total de nacimientos, pero muchos países comunican tasas más altas”, entre los que se destacan China (donde el 60 por ciento de los nacimientos son por esta vía) y Brasil (47 por ciento); en Inglaterra, las cesáreas llegan al 23 por ciento de los nacimientos y en Estados Unidos la tercera parte de los nacimientos son por cesárea.
En la Argentina –según el Ministerio de Salud–, la proporción de cesáreas llegó en 2012 al 30,4 por ciento del total de partos; en 2011 había sido del 29,1 y en 2010 del 27,5.
La investigación en PlosOne encuentra que los nacidos por cesárea tienen un riesgo aumentado en 20 por ciento de sobrepeso y obesidad y que “estos resultados valen para ambos sexos”, con “indicios de que los efectos podrían ser mayores entre la población más joven”. Estos datos se agregan a los de estudios previos, según los cuales la cesárea podría tener a largo plazo efectos como “un aumento del 20 por ciento en el riesgo de asma y de diabetes tipo 1 y un aumento del 23 al 32 por ciento en dermatitis atópicas”.
Según Hyde y colaboradores, “un creciente número de estudios demostró que los bebés nacidos por parto vaginal tienen significativas diferencias fisiológicas con los nacidos por cesárea, particularmente cuando éstos no han sido expuestos al trabajo de parto. Los procesos implicados en el parto vaginal podrían programar el desarrollo posnatal; el parto vaginal da inicio a importantes trayectorias fisiológicas, por razones como el incremento hormonal que lo acompaña. Y la ausencia de este estímulo tiene implicaciones para la salud del adulto”.
En cuanto a los riesgos en lo inmediato, según precisan los Institutos Nacionales de Salud de Gran Bretaña, “el problema más común que afecta a los bebés nacidos por cesárea se refiere a dificultades respiratorias; sin embargo, para los bebés nacidos por cesárea después de 39 semanas de embarazo, este riesgo se reduce hasta un nivel similar a los nacidos por parto vaginal”. Es decir que el problema no es tanto la cesárea en sí, sino la anticipación del parto.
José María Ceriani Cernadas –jefe de Neonatología del Hospital Italiano de Buenos Aires– comentó que “si bien se considera prematuro al bebé que nace por debajo de las 37 semanas, muchos estudios muestran que, entre la semana 37 y la 39, el bebé mejora su maduración, por ejemplo en los pulmones y en el sistema nervioso central. En el bebé que llegó a las 40 semanas de embarazo, el cerebro tiene hasta el 25 por ciento más de volumen y mayores conexiones que en el que nació dos o tres semanas antes”.
Ceriani Cernadas es uno de los autores del trabajo “Nacimiento por cesárea al término en embarazos de bajo riesgo: efectos sobre la morbilidad neonatal” –publicado en 2010 en Archivos de la Sociedad Argentina de Pediatría–, que consideró 1120 bebés nacidos por vía vaginal y 901 por cesárea electiva: “El 8 por ciento de los nacidos por cesárea padecieron enfermedades neonatales, contra el 6,6 por ciento de los nacidos por parto vaginal”. En cuanto a enfermedades respiratorias, afectaron al 5,3 por ciento de los nacidos por cesárea y al 3,1 por ciento en partos vaginales. “El ingreso a cuidados intensivos fue del 9,5 por ciento en los nacidos por cesárea, contra el 6,1 por ciento en los nacidos por parto vaginal”. También “la lactancia exclusiva fue menor en madres con cesárea.” Todo esto, en partos donde no había ninguna necesidad clínica de efectuar cesárea.
El riesgo también es mayor para las madres. En una investigación sobre 286.565 nacimientos, efectuada a partir de la Encuesta Global sobre Salud Materna y Perinatal de la OMS, se encontró “un riesgo aumentado de muerte, admisión a terapia intensiva, requerimiento de transfusión sanguínea e histerectomía”; y concluye que la cesárea “estas operaciones sólo deberían efectuarse cuando se prevé un claro beneficio”.
“En la Argentina hay hospitales públicos donde entre el 30 y el 50 por ciento de los partos son por cesárea, y en establecimientos privados la proporción llega al 70 u 80 por ciento”, afirmó José María Ceriani Cernadas –jefe de servicio honorario de neonatología del Hospital Italiano y director de la revista Archivos de la Sociedad Argentina de Pediatría–. Las cesáreas ‘electivas’, que no se fundan en razones de salud de la madre o el bebé, son las que más han crecido.”
“A diferencia de Estados Unidos, donde las cesáreas electivas muchas veces son reclamadas por las madres, en la Argentina sólo el dos por ciento de estas intervenciones serían solicitadas por las madres. El resto son dispuestas por los médicos, pero no por razones médicas, sino en todo caso por problemas de la profesión médica: tanto es así que muchas veces se llaman ‘cesáreas por conveniencia’; la conveniencia es para el médico o eventualmente para la institución donde éste trabaja”, explicó Ceriani Cernadas.
–En general es así. Hay poca información, y el médico sigue teniendo poder ante sus pacientes. El paternalismo médico ha disminuido, pero todavía perdura, y es muy difícil que alguien le discuta cuando dice que va a hacer una cesárea. Pero la mujer tiene derecho a preguntar qué razones hay para hacer esa operación y a decidir sobre su propio cuerpo –contestó el profesional.
–Una de las más comunes es la hipertensión arterial de la madre, más frecuente en primerizas. Se puede tratar clínicamente, pero si no hay buena respuesta al tratamiento es preferible interrumpir el embarazo y así prevenir consecuencias graves para la madre. También puede haber accidentes obstétricos como la placenta previa, la hemorragia o el desprendimiento de placenta. Otra razón es una diabetes que no pueda manejarse clínicamente, aunque en la actualidad suele controlarse bien. Hay otras razones, pero poco comunes. Las más frecuentes son la hipertensión arterial y los trastornos hemorrágicos.
“Deje que el bebé decida la fecha de nacimiento” solicita a la población y a los médicos un documento de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), de Estados Unidos, y advierte: “Espere, si es posible, hasta las 39 semanas”. La advertencia se refiere tanto a cesáreas como a parto inducido, ya que, en ambos casos, “los estudios han encontrado un riesgo aumentado de complicaciones médicas serias, por ejemplo infecciones de la sangre, problemas respiratorios y de alimentación, en bebés nacidos antes de las 39 semanas de gestación”.
“Incluso las mujeres mayores de 35 años deberían esperar hasta por lo menos las 39 semanas, a menos que haya razones médicas para dar a luz antes”, señaló Catherine Spong, representante de NIH, y observó que “los pulmones y el hígado continúan desarrollándose hasta las semanas 39 o 40. Y sólo en las últimas semanas el bebé adquiere, bajo la piel, la capa de grasa que lo ayuda a mantener su temperatura después del nacimiento”.
El Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Estados Unidos y la Sociedad de Medicina Materno-Fetal de ese país acaban de emitir su Consenso sobre prevención segura del nacimiento por cesárea, donde advierten que “hay que reconsiderar la definición de ‘obstrucción del trabajo de parto’, ya que recientes datos muestran que este trabajo es sustancialmente más lento de lo que se creía”. También señala que “el acceso de las mujeres a intervenciones no médicas durante el trabajo de parto (como el control de la respiración y los cambios de posición) reduce la proporción de cesáreas”. El Consenso advierte que “una de tres mujeres que dan a luz en Estados Unidos lo hace por cesárea” y manifiesta su “preocupación en cuanto a que la cesárea esté sobreutilizada”.
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