Dom 03.03.2002

SOCIEDAD

Gatillo fácil entre policías y prefectos

“Pudo haber sido un error”, se disculpó un policía tras el asesinato de un prefecto. Pero, ¿cuál fue el error? ¿Matar? ¿O matar desde una banda mixta?

“Un lamentable error.” Con esa frase, repetida hasta el cansancio en los últimos años, un agente de la Policía Federal pidió disculpas luego de ser detenido por haber causado la muerte, de tres balazos en el pecho, de un suboficial de la Prefectura Naval Argentina que estaba parado en la esquina de un barrio llamado Villa Zapiola, en el partido bonaerense de Moreno. La víctima, Víctor Hugo Catino, de 19 años, estaba esperando el colectivo para comenzar su viaje hasta Puerto Madero, en la Capital Federal, donde prestaba servicios. Según los testimonios aportados a la Justicia, Catino primero sufrió un intento de robo por parte de dos hombres que iban en bicicleta, pero logró ahuyentarlos empuñando su arma reglamentaria, sin hacer disparo alguno. Minutos después lo abordaron tres hombres que iban en un automóvil, uno de ellos el agente Raúl Eduardo Barnes, quien le disparó a Catino porque creyó que él era el ladrón. El episodio reavivó la guerra abierta el año pasado entre las dos fuerzas, a partir de un sonado caso de contrabando de camionetas 4X4.
El nuevo caso de gatillo fácil comenzó su cuenta regresiva a las 6 de ayer, en la esquina de Gnecco y Del Carril, en Villa Zapiola, un barrio de casas bajas y humildes. Catino iba vestido de civil y llevaba un bolso con la ropa y el arma reglamentaria. Mientras esperaba el colectivo, tuvo que soportar la presión que ejercieron sobre él dos delincuentes que iban en otras tantas bicicletas. Se detuvieron, le reclamaron el dinero, pero Catino sacó el arma, los invitó a que se fueran y los desconocidos le hicieron caso.
En este punto la historia entra en una zona oscura. Al parecer, la escena del intento de robo fue presenciada por los tres ocupantes de un Fiat Duna estacionado en las inmediaciones. La información obtenida por el fiscal que investiga el caso indica que Catino tuvo primero una pelea, a mano limpia, con dos de los ocupantes del Duna, entre ellos el policía Barnes, quien le reprochaba al suboficial de la Prefectura que hubiera ahuyentado a los ladrones en bicicleta, a los que consideraba víctimas y no victimarios. Fueron vanos los intentos de Catino por hacerles comprender que él era el perjudicado y todo terminó con tres tiros que dieron en el pecho del joven aspirante a prefecto.
Por decisión del fiscal número 4 de Mercedes, Juan Rodolfo Minetto, están detenidos Barnes y un joven que lo acompañaba llamado Martín Rosales, de 21 años. En cambio fue dejada en libertad una mujer, Gabriela Quaglia, de 35, que también iba en el Duna, cuyo testimonio fue clave para establecer lo que había sucedido. Esta es la situación descripta desde el plano judicial, ya que después vienen las versiones diferentes que aportaron la Prefectura Naval y la Policía Federal, cada fuerza por su lado, desde posiciones que parecen irreconciliables.
Según la Prefectura, el joven integrante de la fuerza –se había incorporado en el año 2000– fue asaltado por “cinco delincuentes”, esto es los dos de las bicicletas y los tres que iban en el auto. Según este relato, el arma utilizada para asesinar a Catino fue la misma que él llevaba en el bolso y que le pertenecía. La Federal, en cambio, no acredita la presencia de cinco sino de los tres que iban en el auto y que fueron detenidos por personal de la comisaría tercera de Moreno.
Según la Federal, los tres trataron de escapar a bordo del Duna, mientras el cuerpo de Catino había quedado tirado sobre la vereda. Barnes cumplía servicios en la comisaría segunda, en la zona de San Telmo, prácticamente en la misma zona por la que solía hacer su ronda el joven Catino. El parte de la Federal dijo que Quaglia, que tenía sus ropas manchadas de sangre, igual que sus dos acompañantes, terminó confesando que le habían sacado el arma a Catino y que la tenían guardada en una casa de su propiedad, en Dastugue 3998. Allí fue encontrada y secuestrada por los policías de la tercera de Moreno.
En octubre del año pasado, la Federal y la Prefectura intercambiaron acusaciones, sotto voce, por un contrabando de camionetas 4X4 por el cualfueron detenidos dos prefectos. Los de Prefectura insinuaron entonces que los de la Federal también estaban involucrados en el mismo delito.

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