SOCIEDAD › UNA CUMBRE MUNDIAL BUSCA PREVENIR LA VIOLENCIA SEXUAL EN ZONAS DE CONFLICTO BéLICO
La reunión arranca hoy en Londres para hacer más visibles las situaciones de violencia sexual en los conflictos armados. El rapto de 200 niñas en Nigeria es el caso reciente más resonante. La cumbre será copresidida por la actriz Angelina Jolie, embajadora del Acnur.
› Por Marta Núñez
Con un gigantesco despliegue mediático y la participación de cerca de 150 países, comienza hoy en Londres la Cumbre Global para Prevenir la Violencia Sexual en Zonas de Conflicto, presidida por el canciller británico William Hague y la embajadora especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y actriz estadounidense Angelina Jolie. La cumbre intenta dar la mayor visibilidad posible al alarmante clima de violencia sexual visto recientemente con especial dramatismo por el rapto de 200 niñas en Nigeria y la violación y estrangulamiento de dos niñas en la India. “Nuestra meta debe ser acabar con el uso de la violación como arma de guerra, dejar de considerarla una consecuencia inevitable del conflicto para tratarla como un crimen al que se le puede poner fin. Debemos poner a los criminales tras las rejas y restablecer la dignidad a los sobrevivientes”, declaró el canciller Hague.
La violencia sexual como arma de guerra alcanzó tal dimensión que la Organización Mundial de la Salud la catalogó como epidemia. En lugares como Bosnia, Ruanda, Colombia, Somalia y Siria el cuerpo de la víctima es una continuación del campo de batalla y la violación sirve para aterrorizar a la población civil, a la vez que es usada para “depurar” étnicamente una población. Mientras que las víctimas, en caso de sobrevivir, lo hacen con un estigma que marcará sus vidas, los perpetradores generalmente permanecen impunes.
Las cifras son espeluznantes. Se sabe hoy que más de 10.000 mujeres fueron violadas en Bosnia-Herzegovina durante los años noventa, que se cuentan en cientos de miles las violaciones durante el genocidio en Ruanda en 1994, y que más de 250.000 mujeres fueron víctimas de violencia sexual en la República Democrática del Congo.
Como declaró Angelina Jolie en una reunión preparatoria a esta cumbre, “no existe una elección entre paz y justicia: la paz requiere justicia. Apoyo la moción de considerar la violación y la violencia sexual en zonas de conflicto como graves violaciones a la Convención de Ginebra y que no se beneficie con amnistías a los que cometen esos crímenes”.
La agenda de la cumbre es ambiciosa. “Este no es un asunto político, sino de la humanidad, y no basta con que lo condenemos de manera unánime: tenemos que unirnos para combatirlo”, declaró Hague.
La cumbre espera crear un consenso mundial sobre estos hechos y comprometer a los miembros de las Naciones Unidas a prevenir la violencia sexual durante los conflictos y los subsiguientes procesos de paz. Y si esos crímenes ocurrieran, responder con tolerancia cero hacia los culpables, al mismo tiempo que se asegure que las víctimas y sus familias reciban toda la ayuda posible para volver a integrarse a la sociedad.
La agenda del canciller Hague, que aspira a poner al Reino Unido en una posición de liderazgo en esta campaña humanitaria para terminar con la violencia sexual, puso en evidencia las contradicciones internas de su gobierno y los abismos que suelen separar a la retórica de la realidad. El Ministerio del Interior británico fue acusado de desplegar una exacerbada hostilidad hacia las mujeres víctimas de violencia sexual que buscan asilo político en este país por fuentes de la agencia para refugiados de las Naciones Unidas al igual que otras organizaciones humanitarias. Estas organizaciones señalaron que es “hipócrita por parte del gobierno tener una cancillería que quiere estar a la cabeza en la lucha en contra de la violación como arma de guerra y que, al mismo tiempo, su Ministerio del Interior trate a las víctimas con desprecio”.
Ejemplo flagrante de esta contradicción fue el caso de una refugiada de la República Democrática del Congo, que fue violada y perdió a toda su familia. “Fue muy difícil –declaró Marie, la refugiada, al dominical The Observer–. Cuando una es una refugiada, una piensa que va a ser tratada con bondad en el Reino Unido pero... se comportaron como los otros. Antes de que tuviera oportunidad de contarles mi historia me gritaron... Nunca me he sentido a salvo. Solamente las organizaciones caritativas me tratan con humanidad. El Ministerio del Interior piensa que soy una mentirosa... Dicen que quieren salvar a las mujeres de atrocidades, pues yo soy una de esas mujeres.”
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