SOCIEDAD
› COOPERATIVA OBRERA A CARGO DE SASETRU
Fábrica con historia
Una cooperativa de desocupados se hizo cargo de la planta, abandonada desde hace 22 años. De sus 150 integrantes, sólo 20 trabajaron en la firma que fue líder en producción de alimentos. Ahora quieren ponerla en marcha para la fabricación de fideos.
Una barrera separa la calle del predio, pero a un lado y al otro el paisaje es el mismo: esqueletos oxidados de lo que alguna vez fueron máquinas de producción, rastros de herramientas que ahora son chatarra y perros callejeros que ladran y cortan el silencio de tanto abandono. Se pasa la barrera, se camina entre los yuyos y se ve un acoplado con una leyenda desteñida y casi ilegible: “Sasetru alimentos argentinos”. Frente al camión, la gigantesca fábrica de Avellaneda que, después de 22 años, fue reabierta por 150 desocupados gracias a una ley provincial de expropiación. El jueves, integrantes de una cooperativa de trabajo del Polo Obrero tomaron posesión de la planta y ahora intentarán volver a producir alimentos argentinos.
“Esto es bastante silencioso, muy triste”, dice Eduardo, un ex empleado de la empresa de alimentos Sasetru. El jueves pasado, cuando venció el plazo que el gobernador bonaerense Felipe Solá tenía para vetar la ley de expropiación aprobada el 7 de agosto por la Legislatura provincial, los 150 desocupados que integran la Cooperativa de Trabajo Sasetru Gestión Obrera, tomaron posesión de la planta de Sarandí, elaboradora de fideos, que estaba abandonada desde 1981.
Hasta ese año funcionó la empresa Sasetru, fundada en 1949 por Alberto Salimei (luego ministro de Economía del dictador Onganía) junto con las familias Seitún y Trucco. Elaboraba fideos, aceite, vino, harina y arroz; a principios de los ‘70 llegó a tener el 40 por ciento del mercado alimentario nacional con un holding que incluyó 140 empresas y 11 mil empleados: “Acá había gente por todos lados. Todo era muy ruidoso, había vida alrededor y hasta llegaba un tren de la línea Roca sólo para traer y llevar la carga”, recuerda Eduardo, que ingresó a la empresa con 16 años y ahora, a los 48, regresa como integrante de la Cooperativa de Trabajo Sasetru, del Polo Obrero.
Por un corredor oscuro y frío se llega a una escalera que conduce a la cocina. Allí están 20 de los 150 integrantes de la cooperativa calentándose junto al fuego y preparando la merienda. “Entramos el jueves y nos encontramos con que muchas partes de las máquinas fueron robadas. Fue un trabajo de profesionales porque sabían qué cosas debían llevarse para perjudicarnos más. Teníamos un plan para poner en marcha una línea de producción de fideos en dos meses, pero con el robo vamos a tardar más”, explica Sergio Farías Gómez, ex fotógrafo industrial desocupado.
Hasta ahora, casi todos los integrantes de la cooperativa reciben un subsidio del Plan Jefas y Jefes de 150 pesos: “No hay trabajo en ningún lado, uno sale todos los días y tiene que volver caminando porque no tiene para el boleto. Por eso nos unimos en una organización, para obtener un plan que sólo alcanza para una semana”, cuenta Vanesa Moreno, de 27 años. Carlos López, un metalúrgico que está desocupado desde hace tres años, agrega: “Estamos acá porque no queremos los planes de 150 pesos. Lo único que nos importa es trabajar”.
Para comenzar con la primera línea de producción, Sasetru necesita una inversión de 150 mil pesos: “Recibimos aporte de mucha gente y de organizaciones obreras internacionales; con eso compramos las herramientas que vamos a traer para reacondicionar el lugar. Pero lo que queremos es que el Estado financie este tipo de iniciativas”, dice Sergio.
Los desocupados del Polo Obrero ocuparon la fábrica abandonada el 30 de enero, pero el 25 de marzo fueron desalojados por una orden judicial en un violento operativo que incluyó gases lacrimógenos, balas de goma y 785 policías: “De nuestro lado juntamos piedras para asustarlos y aguantar lo máximo posible, pero ellos vinieron con caballos y helicópteros; fue terrible”, cuenta Vanesa. Después de 12 horas, fueron desalojados; ese mismo día, el Concejo Deliberante de Avellaneda sancionó una ordenanza de expropiación de las máquinas y abrió el camino para que la Legislatura bonaerense cediera el inmueble a la cooperativa con dos años de plazo para comenzar a pagar el edificio. “Ahora no nos vamos más, nos van a tener que sacar con los pies para adelante”, afirma Carlos, quien hace una semana rechazó un puesto en una fábrica de cacerolas: “Peleé tanto acá que no puedo irme sin seguir luchando. Si bien la mayoría no hemos trabajado antes en Sasetru, fue el Polo Obrero el que planificó la toma de la fábrica. Por eso creo que la organización tiene el derecho de poner a sus miembros”, dice. Sólo 20 de los integrantes de la cooperativa son ex obreros de Sasetru.
Cada integrante de la cooperativa trabajará seis horas y habrá gente durante todo el día y la noche: “Si bien la fábrica puede funcionar con 60 obreros, debemos dividirnos el horario para que puedan trabajar los 150 compañeros. Planteamos para una primera etapa de producción un salario de 550 pesos. Nadie es patrón de nadie y todos vamos a cobrar lo mismo”, señala Carlos mientras pasa el último mate.
Desde la terraza caen las piedras que se habían acumulado el día del desalojo. Comenzó la limpieza de la fábrica. Eduardo, que trabajó allí durante diez años, mira en silencio cómo estallan los bloques y se esparcen en decenas de pedazos: “Cuando quedé desempleado, sentí que me habían sacado mi identidad: nadie me aceptaba por mi edad. Ahora me siento útil”.
Producción: Gabriel Entin.