SOCIEDAD
Trece horas en el baúl de un auto hablando por celular con policías
Una chica de 18 años fue secuestrada en Córdoba. Cuando vieron que la familia no podía pagar, la dejaron abandonada en el baúl. Se olvidaron de sacarle el celular y ella orientó la búsqueda.
› Por Carlos Rodríguez
En Córdoba, una joven de 18 años pasó trece horas encerrada en el baúl de un auto, luego de ser tomada como rehén. Los delincuentes que la capturaron intentaron un robo en una estancia, luego improvisaron un secuestro express y terminaron escapando sin llevarse un peso. A la víctima la dejaron abandonada en el baúl y ella, desde el rincón más oscuro del vehículo, pudo orientar la búsqueda policial llamando por su celular, que llevaba escondido entre sus ropas. “La chica hizo fuerza hasta correr un poco el asiento trasero del auto, un Volkswagen Gacel, y por un agujero que tenía la chapa hizo una descripción de lo poco que podía ver, aportó un relato de los ruidos que escuchaba de una ruta cercana y del paso de algunos helicópteros policiales que sobrevolaban la zona buscándola”, comentó a Página/12 una fuente policial. Las últimas seis horas de cautiverio fueron dramáticas porque el celular se quedó sin batería y la incomunicación con el mundo exterior fue total, hasta que la encontraron en el barrio Jardín, cerca del estadio del club Talleres.
Jessica Guzmán es una linda chica cordobesa que vive con sus padres en la zona de Alta Gracia, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Córdoba. A las 20.45 del viernes, Jessica estaba de visita en la estancia Fanloo, que pertenece a los propietarios de una granja dedicada a la venta de pollos y huevos. La joven Guzmán estaba acompañada por su tía Norma Díaz, casera de la granja. Los delincuentes –que serían al menos cuatro– exigieron la entrega de dinero, pero como no había ni un centavo se llevaron a Jessica y en una primera comunicación telefónica, vía celular, reclamaron un rescate de cien mil pesos, suma que parece exagerada teniendo en cuenta las posibilidades económicas de la familia.
El caso fue denunciado inmediatamente a la policía, que movilizó cerca de 200 unidades móviles, desde patrulleros hasta helicópteros, para tratar de dar con los secuestradores. A pesar del enorme despliegue, los policías recién tuvieron alguna noticia del paradero cuando la propia Jessica, desde el baúl del Gacel, les avisó que estaba con vida y que los delincuentes se habían escapado. Al principio, en la primera parte del recorrido, Jessica iba sentada en el asiento posterior del auto, flanqueada por dos hombres. Quince minutos después, es decir pasadas las 21 del viernes, la obligaron a entrar en el baúl, de donde volvió a salir recién a las 10.30 del sábado, cuando la rescató la policía.
El jefe de operaciones de la policía cordobesa, comisario mayor Miguel Martínez, confirmó a este diario que fue la chica la que se comunicó con ellos. “Llamó por primera vez cerca de las 22.30, cuando los delincuentes se bajaron del auto y la dejaron sola. Ella nos dijo que los secuestradores no se dieron cuenta de que tenía un celular en un bolsillo del pantalón.” Desde su incómoda posición, Jessica fue relatando lo que podía escuchar. Dijo a los policías que desde su lugar escuchaba que muy cerca pasaban camiones, esto a pesar de que las comunicaciones fueron avanzada la noche, entre las 22.30 y las 4.30 de la madrugada. “También nos contó que de vez en cuando escuchaba pasar helicópteros o la sirena de los patrulleros que la estaban buscando a ella.”
Lo primero que hizo la policía fue establecer la zona desde la que se habían realizado los llamados, si-
guiendo la huella del celular. Con ese dato, la Brigada Antisecuestros hizo un operativo calle por calle hasta encontrar el rodado, que estaba estacionado en la calle Bruno Tapia al 3100 de la capital provincial, en el Barrio Jardín, cerca de la cancha de Talleres y de las cabinas de peaje de la ruta provincial número 5. “La chica había podido espiar por una luz que tenía el asiento trasero del coche y hasta describió el color de las casas que veía cerca. De esa forma se fue precisando el lugar y la pudimos rescatar sana y salva, aunque estaba un poco desesperada”, explicó el comisario Martínez.
“Estoy bien”, fueron las primeras palabras que dijo Jessica cuando se encontró con algunos periodistas. “La verdad es que nunca tuve miedo porque el celular me daba cierta tranquilidad”, aseguró la chica, cuyo estado de salud era bueno, aunque había tenido alguna crisis nerviosa luego de que la sacaran del baúl, después de más de 13 horas de cautiverio. “El problema mayor es que entre las 4.30 y las 10.30 no se pudo comunicar más porque el celular se quedó sin batería. Fueron seis horas de búsqueda y es lógico que la gran ansiedad la haya puesto algo nerviosa”, dijo el comisario Martínez. La joven dijo que aprovechó “una pequeña rotura que tenía el baúl para espiar y darle algunos datos a la policía”. En cuanto a los asaltantes, la policía dijo que “escaparon porque se dieron cuenta de que los estábamos buscando”. Se fueron sin llevarse un solo peso.