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El fin de una misión
La misión espacial de la sonda Galileo llegó ayer a su fin: la nave no tripulada que observó Júpiter durante los últimos ocho años envió su última señal a la Tierra, se sumergió en la atmósfera de ese planeta y se prendió fuego. La máquina, un robot de dos mil kilos de peso, fue lanzada en 1989 por la NASA; llegó a destino en 1995 y desde entonces dio 34 vueltas a Júpiter: permitió descubrir que uno de los satélites del planeta, Europa, tiene un océano líquido bajo su superficie de hielo, y que otros dos satélites cuentan con una capa de agua con sales