SOCIEDAD › LA úLTIMA ENTREVISTA A CHABáN, EN MEDIO DEL TRATAMIENTO CONTRA EL CáNCER
La nota que se publica aquí acaba de ganar el concurso anual de TEA: es el testimonio de Omar Chabán en la intimidad de su casa, que refleja su discurso errático de los últimos tiempos. Dijo que sería presidente y que el Indio Solari lo ayudaría.
› Por Gabriel Camoia
–Yo nunca tendría que haber hecho nada. Cuando empecé con Café Einstein, un bar que tuve, no pensé que iba a pasar esto. No tendría que haber hecho nada.
Omar Chabán está encorvado en el sillón de un solo cuerpo en su departamento del barrio de Congreso. Delante de él, en una mesa ratona, está el teléfono fijo que utiliza para contactarse con el mundo exterior, una libreta, una birome, algunas películas porno pirateadas y decenas de papelitos desordenados. La única luz que ilumina la habitación es la del televisor. Las persianas que dan a la calle están todas cerradas.
–Es para que no miren de afuera. Yo estoy muy nervioso. Me pongo muy nervioso.
Al menos un par de veces toma el grabador para apagar el televisor, como si fuera el control remoto. Esa confusión se percibe en su discurso. Se interrumpe en las ideas largas. Vuelve atrás para retomar lo que estaba diciendo o comienza con una digresión. Chabán es el principal condenado en la causa Cromañón, que el 30 de diciembre de 2004 se cobró la vida de 194 jóvenes que fueron a su boliche, República de Cromañón, a ver un recital de la banda Callejeros para despedir el año. En agosto de 2013 le diagnosticaron un Linfoma de Hodgkin grado IV B y actualmente cumple su condena con arresto domiciliario debido a su estado de salud.
Cuando llega Miriam, la enfermera, pide una pausa.
–Vos prepará todo, Miriam –le dice–, cuando quieras lo hacemos.
El humor de Chabán cambia. Se altera. Se pone nervioso. Yamil, su hermano y cuidador, le lleva un vaso de jugo de naranja para tranquilizarlo.
–¡Hacemos las inyecciones ahora! –le grita a Miriam.
Un segundo más tarde:
–¡Las hacemos después!
Pero finalmente:
–¡Las hacemos ahora!
Se arremanga y ella lo inyecta tres veces, alternando entre cada brazo. Ese procedimiento es parte de la preparación para su cirugía de trasplante de médula ósea. Omar Chabán fue internado unos días después de esa escena, el 26 de septiembre pasado.
El insiste en que es un chivo expiatorio en la causa. El y su abogado.
–Acá hay un problema fundamental: los que tiran la bengala son los chicos, es el público el que produce la catástrofe –dice en su estudio Pedro D’Attoli, abogado defensor de Chabán–. Después empiezan a estudiar el local una vez que se produjo la muerte de tanta gente, a analizarlo meticulosamente, centímetro por centímetro, a ver si estaba bien una puerta o no. El local estaba funcionando aprobado. Uno podría haber entrado con una ametralladora, hacer un atentado terrorista y después echarle la culpa a Chabán. Es exactamente lo mismo.
Lo cierto es que en el juicio se demostró que en el local ubicado en la calle Mitre 3060 se violaron numerosas contravenciones que pusieron en riesgo la vida de la gente que asistió al recital de Callejeros aquella víspera de Año Nuevo de hace diez años. En su fallo del 19 de agosto de 2009, el Tribunal Oral en lo Criminal N0 24 estableció que Omar Chabán y su mano derecha, Raúl Villarreal, así como también Diego Argañaraz, manager de la banda Callejeros, habían participado del pago de coimas a la comisaría 7ª. Quien las cobró fue Carlos Rubén Díaz, subcomisario de la Policía Federal Argentina en esa seccional. Fue una suma de entre 100 y 600 pesos, por cada 500 personas en el evento. “Como consecuencia de ello, el local continuó funcionando irregularmente hasta el 30 de diciembre del 2004 en horas de la noche, no obstante las groseras deficiencias que presentaba y que resultaban ser el reflejo de la falta de observancia de las normas previstas en el Código Contravencional”, dice la sentencia.
La causa es sumamente compleja. Tiene cuatro fallos que, sumados, acumulan 3865 páginas. Fueron emitidos entre 2009 y 2012, con marchas y contramarchas entre el Tribunal Oral en lo Criminal N0 24 y las diferentes salas de la Cámara Nacional de Casación Penal. En la primera sentencia, Chabán fue condenado a 20 años de prisión por estrago doloso y cohecho. Los músicos de la banda, en aquel entonces, fueron absueltos. Luego, en abril de 2011, la Sala III de la Cámara de Casación Penal revisó ese fallo y cambió el cargo de “doloso” a “culposo” –que quiere decir que hubo culpa, pero no intención–, y determinó que los músicos de la banda también eran culpables. Nueve días después, el Tribunal Oral en lo Criminal bajó la condena de Chabán a ocho años y condenó a los integrantes de la banda a diferentes penas. Por último, la cámara revisó ese fallo y le subió la condena a diez años y nueve meses de prisión.
–Yo estoy loco, soy insano –dice el ex gerenciador de Cromañón haciendo gestos ampulosos con las manos–. Titulá así la nota: “Omar Chabán está loco”. No seas cagón. Yo necesito la libertad. Callejeros están libres y yo no. Es absurdo.
El 6 de agosto de este año, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó revisar el fallo que condenaba a los miembros de la banda, a los funcionarios del gobierno porteño Fabiana Fiszbin, Ana Fernández y Gustavo Torres, y también a la mano derecha de Chabán, Raúl Villarreal. El baterista de Callejeros, Eduardo Vásquez, también fue beneficiado por ese fallo aunque seguirá cumpliendo pena por el homicidio de su esposa, Wanda Taddei. El fundamento de la Corte es que en todos esos casos no se cumplió con el criterio del “doble conforme”, una garantía estipulada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos que tiene alcance constitucional en nuestro país. Quiere decir que la culpabilidad sobre un hecho debe ser refrendada al menos en dos ocasiones, por dos instancias judiciales distintas.
Nicolás D’Albora es el representante de cuatro integrantes de Callejeros: Patricio Santos Fontanet, Cristian Torrejón, Daniel Cardell y Maximiliano Djerfy. El fue el encargado de interponer el recurso extraordinario ante la Corte Suprema que terminó con la libertad de sus clientes. De todos modos, si la Sala IV de Casación –designada recientemente para revisar el fallo de la Sala III– así lo dispone, podrían quedar detenidos otra vez. D’Albora explica los alcances del fallo y las posibles novedades que pueda tener la causa.
–La posibilidad de que vuelvan a prisión sería una barbaridad jurídica, pero existe –explica el joven abogado.
–Chabán sostiene que debería haberse beneficiado con la libertad como Callejeros. ¿Es así?
–La situación de Chabán es totalmente distinta, así como la de Argañaraz y Díaz. Ellos fueron condenados por el Tribunal Oral y la sentencia quedó firme. Su situación no se puede modificar. La posición inicial del tribunal, que fue condenar a Díaz, Argañaraz y Chabán, fue confirmada por la Corte Suprema, por lo cual eso ya está. Se acabó.
Los caminos judiciales están cerrados para Chabán, aunque él no parece tener conciencia de eso. Aunque su abogado lo desmienta, él levanta el semblante e insiste con que lo van a declarar inimputable. Explica que dos peritos psiquiátricos lo diagnosticaron con esquizofrenia paranoide y que su libertad es inminente.
–Quiero hablar del futuro, no del pasado.
En el futuro, Emir Omar Chabán dice que va a ser presidente de la Nación, que es un hombre de gran poder y la persona más formada intelectualmente del país. Que el Indio Solari lo va a ayudar.
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