Lun 29.09.2003

SOCIEDAD  › LAS ATACARON EN SU CASA DE LA CIUDAD DE ROSARIO

Matan a golpes a dos ancianas

Una bestialidad, dice Raúl Sánchez: “Aparentemente las mataron a golpes, sabés cuánto tenés que pegar para matarlas así”. Raúl Sánchez es el sobrino de dos ancianas rosarinas que aparecieron muertas en su casa, después de un presunto robo. La policía encontró los cuerpos recién ayer, cuando llevaban más de 36 horas sin vida. La casa de las dos hermanas estaba en perfectas condiciones. Los investigadores sospechan que el autor del crimen fue en busca de algo puntual y que tal vez logró obtenerlo mientras ellas aún vivían.
Las hermanas Samay Huasi y Elvira Pérez Villalón tenían 71 y 73 años. Vivían en el barrio Sarmiento, a media cuadra del boulevard Rondeau, una zona de clase media. En la casa no tenían artículos de lujo, no había pinturas, ni objetos de arte. Samay era licenciada en Ciencias Políticas, vivía con una pensión paterna y una jubilación heredada de su época de profesora en la universidad. Elvira, en cambio, siempre fue ama de casa, daba clases particulares en alguna ocasión y cobraba otra pensión. “El ingreso básico en la casa, por mes –explica ahora el sobrino– era de un poco más de mil pesos.”
Entre ellas no existía nada especial, salvo la presencia de un candidato. Después de 71 años de vida, Samay había resuelto casarse el mes próximo con el novio de sus últimos 15 años: Alberto Roberto Domínguez, un abogado, ex decano de la Facultad de Derecho de Rosario, de 81 años. “El es una persona muy adinerada, parece”, explicó Raúl a Página/12. “Decidieron casarse porque como él tiene una edad avanzada, quería dejarle las propiedades a mi tía.”
La investigación del doble crimen está en manos del comisario José Luis Juárez, jefe de la Brigada de Homicidios de la policía de Santa Fe: “El médico forense –dijo ayer– estimó que las muertes datarían de unas 36 horas”. Hasta el momento, los investigadores no tienen ninguna hipótesis firme pero no descartan “que los autores hayan conocido a las víctimas”. Creen que no fue una obra de “rateros comunes”: no se llevaron electrodomésticos, no revolvieron armarios ni cajones. “Aparentemente el homicida consiguió que las mujeres le entregaran lo que buscaba mientras vivían”, explicó una fuente.

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