Jue 02.10.2003

SOCIEDAD  › PROPUESTA PARA CONVERTIRLO EN UN ATRACTIVO TURISTICO

El Barrio Chino ahora será Oriental

Un grupo de comerciantes del Barrio Chino de Belgrano anunciará el domingo un proyecto para hacer del lugar un centro de atracción turística. Inauguran un salón de arte oriental, la calle Arribeños será peatonal los domingos y habrá dos arcadas en el acceso.

› Por Eduardo Videla

Hasta ahora, el Barrio Chino porteño es un rincón exótico en el corazón de Belgrano, a metros de las Barrancas. Pintoresco como pocos lugares de la ciudad, buscado por los amantes de la cocina oriental pero también por los fanáticos de la hierbas y el naturismo, el Chinatown está lejos de tener un brillo seductor para el turismo, y donde el visitante local no se sienta extranjero. Ahora, una propuesta de comerciantes de la zona apunta a mejorar el barrio para convertirlo en un centro de atracción: las dos cuadras de la calle Arribeños, con negocios en cuyos letreros abundan las grafías orientales, será convertida en peatonal todos los domingos, de 10 a 18; se mejorarán la iluminación, la higiene y la seguridad del barrio; y dos arcadas marcarán la entrada a ese espacio con una nombre bien incluyente: Barrio Oriental, se llamará, para no diferenciar entre chinos continentales y taiwaneses, y convocar de paso a japoneses y coreanos. Si hasta el dueño de la parrilla El Pobre Luis, de Arribeños y Blanco Encalada, se sintió involucrado en la propuesta, por el solo hecho de haber nacido en el Uruguay: “No me dejen afuera, que yo también soy oriental”, reclamó.
Lo que se conoce como Barrio Chino es el área de cuatro manzanas que tiene como eje a la calle Arribeños, entre Juramento y Olazábal, a metros de la estación Belgrano C. Allí hay unos cuarenta locales directamente vinculados con la cultura oriental, entre comercios y entidades civiles. Desde el domingo habrá uno más: el primer salón de arte oriental del barrio y una casa de té, donde se podrá ver una muestra con entrada gratuita. Junto con la inauguración, se anunciará públicamente el proyecto, para el barrio, en el marco de una fiesta callejera que comenzará a las 10 e incluirá el tradicional Baile del Dragón.
La propuesta partió de Margarita Hsieh, propietaria de la casona de Arribeños y Olazábal que será sede de Buddha, el salón de arte oriental. Dueña de una agencia de turismo, Margarita descubrió que no había en Buenos Aires un sitio para que sus clientes pudieran disfrutar de la cultura oriental. Y luego de comprar la casona, descubrió que el barrio no estaba como para recibir visitas.
“En la calle hay aguas servidas, porque muchos locales tienen mal sus conexiones cloacales, lo que produce mal olor y da una sensación de falta de higiene”, dice a Página/12 Huang Chun, arquitecto e ideólogo del proyecto para el lanzamiento del Barrio Oriental. Una vez tejido el acuerdo con los comerciantes del barrio, la propuesta fue presentada al gobierno porteño, a través de la Secretaría de Descentralización.
El objetivo, dice Huang, es incluir al barrio en el circuito turístico de Belgrano, que hoy incluye a la Iglesia Redonda y al Museo Sarmiento, pero se detiene en las vías del ex Ferrocarril Mitre.
La propuesta fue rápidamente aprobada por el gobierno porteño. “Hay un interés de todo el barrio en poner en valor esta zona porque tiene un importante atractivo turístico”, dijo a este diario el secretario de Descentralización, Ariel Shiffrin. “Con ese objetivo estamos trabajando en conjunto con todos los vecinos para hacer una suerte de paseo comercial a cielo abierto”, agregó el funcionario.
Barrio con historia
Los primeros en llegar al barrio desde el Lejano Oriente abrieron en 1985 la Casa China, un local especializado en artesanías, derivados de la soja y otras hierbas, que luego se convirtió en un supermercado del ramo y abrió una sucursal a una cuadra. La ola de inmigrantes que llegó al país a principios de los ‘80 se fue asentando en Belgrano y alrededores –a diferencia de los coreanos, cuya cabecera de playa fue el Bajo Flores– y llegaron a sumar en los buenos tiempos, antes de la crisis de 2001, más de 50 mil personas.
Tuvieron que pasar 18 años para que los orientales coparan todos los locales de las dos cuadras. Allí se instalaron restaurantes que ya sonclásicos, como Palitos, o Todos Contentos, por mencionar sólo algunos. O casas de artesanías como Feng Shui, que en mandarín quiere decir “armonía entre el viento y el agua”, según traduce Huang. Florecieron también las casas que venden productos artesanales como el queso de soja o los que ofrecen hierbas medicinales y aromáticas, que “son buscadas no sólo por gente de nuestra comunidad sino también por argentinos que vienen a comprar desde otros barrios”, explica Huang.
El paseo también incluye el templo budista de la calle Montañeses al 2100, donde la mayoría de los monjes no son orientales sino argentinos, y que puede ser visitado por el público los viernes por la tarde y los domingos, siempre con la prevención de dejar el calzado en una antesala, según obliga la tradición.
La comunidad también tiene un video club especializado en películas chinas o taiwanesas. Hay una librería donde no se venden libros sino que se alquilan por un precio módico. Y sobre la vereda hay algunos puestos de artesanías exóticas, que a diferencia de lo que ocurre en otros barrios, se instalan con permiso de los dueños de los locales, pero generan la protesta de algunos vecinos, que se quejan por la invasión del espacio público.
Si bien el lugar ya está bautizado como Barrio Chino –por su similitud con sus homónimos de San Francisco, Londres, Barcelona o París– entre sus habitantes no sólo hay chinos sino también taiwaneses, que reproducen en el barrio viejos enconos del Lejano Oriente.
Por eso, con espíritu conciliador e inclusivo, Huang ideó la propuesta de rebautizar el lugar como Barrio Oriental. Así lo indicarán dos arcadas, una en Juramento y Arribeños, y otra en Mendoza y las vías, con la idea de que sean visibles para los pasajeros del ferrocarril. Las arcadas consistirán en dos columnas de hormigón unidas por una estructura de madera con techo de tejas. Serán de entrada y no de salida, porque “se espera que el sector comercial se extienda más allá de las dos cuadras”.
Si bien la crisis repatrió a muchas familias, la mayoría ya es parte del paisaje de Belgrano. Tan arraigados están algunos que fundaron allí mismo el Centro de Taiwaneses Justicialistas de la Argentina. Un compromiso político que para muchos puede sonar a chino básico.

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