Vie 10.10.2003

SOCIEDAD

Un debate calienta el otoño de París

Las tangas están de moda y hacen furor entre las adolescentes francesas. Muchos colegios han resuelto prohibirlas y el propio Estado censuró un aviso por hacer “una presentación degradante de la mujer”.

› Por Eduardo Febbro

A los encantos históricos de la capital francesa se le han ido agregando otros más contemporáneos que terminaron por suscitar un agitado debate. ¿Las tangas hacen de la mujer una vulgar mercadería? ¿Cuál es la edad mínima en que una tanga puede ser vislumbrada? Las preguntas pueden resultar incongruentes, pero una publicidad polémica y el último grito de la moda en materia de ropa íntima femenina pusieron a Francia al rojo vivo. La campaña publicitaria de la marca Sloggi, que presenta en varias poses sugestivas a un grupo de mujeres que sólo llevan puesto una no menos sugestiva tanga, coincidió con la decisión tomada por algunas escuelas que prohíben a sus alumnas que acudan a clases con atuendos íntimos demasiado visibles. Ocurre que las tangas se han convertido en la tendencia más reciente de la moda. Aliadas con los “pantalones de corte bajo”, que permiten apreciar el comienzo de las nalgas femeninas, se han convertido en la prensa íntima preferida de las adolescentes francesas y hasta de las preadolescentes. “El fenómeno es tan masivo que hasta las niñas de 10 años osan lucirse con tangas”, cuenta el celador de un colegio del coqueto quinto distrito de la capital francesa.
La tanga o string, como se la denomina en Francia, ha entrado por la puerta grande en todos los bachilleratos. El uso masivo de esa vestimenta, condenada por su falta de discreción y las tentaciones a que da lugar, llevó a que muchas escuelas francesas la prohibieran lisa y llanamente. Al menos en su forma más visible. La ex ministra de Medio Ambiente y hoy diputada socialista, Segolène Royal, considera que, “para los muchachos, la tanga reduce a las mujeres a la dimensión de su trasero. ¡Después la gente se asombra o se alarma cuando las adolescentes son víctimas de toqueteos o abusos sexuales!”. Para Royal, “los adolescentes de hoy son a imagen y semejanza de la sociedad que se les propone, es decir, una sociedad donde el cuerpo de la mujer se exhibe como una mercadería”.
El debate es tan intenso que muchas escuelas han organizado discusiones abiertas en el Consejo de Administración. El dilema es simple y complejo a la vez: ¿el ombligo y la tanga deben ser visibles o no? En París y otras regiones francesas, muchos establecimientos ya respondieron que no, porque “la utilización de las tangas es contraria a las reglas de la decencia”. Desde luego, las alumnas y los alumnos no están de acuerdo. “A mí me parece un abuso. Estoy de acuerdo en que no se permita mostrar el ombligo, pero lo demás es una exageración”, protesta Anne-Sophie, una jovencita de 14 años que estudia en una escuela parisina donde el director no prohibió las tangas, pero dio consignas muy severas para “reprimir su aparición”.
Los docentes admiten que el tema es delicado. Jean-Marc, un profesor de Física, explicó a Página/12 que “no se trata de convertir a las escuelas en un santuario de la moral. Sin embargo, también es preciso que la escuela tome posición en torno a fenómenos de sociedad que no responden exactamente a nuestros valores”.
¿Quién tendrá la última palabra? ¿Las buenas costumbres o el mercado? Por el momento, las cifras hablan por sí solas. Las nuevas lolitas han invadido las ciudades, provocando un masivo incremento del consumo de tangas. Veronique Cam, directora de la empresa Dim –el fabricante que detenta el 60 por ciento del mercado de la ropa interior–, reconoce que “entre 2002 y 2003 las ventas de tangas se multiplicaron por dos”. La empresa Dim calcula que de cada diez conjuntos de ropa interior que se venden, seis son tangas. Los supermercados franceses venden un millón y medio de tangas por año, y algunas tiendas de prestigio –C & A, por ejemplo– ven salir 12 mil por semana.
Según un estudio realizado por el Instituto Francés de la Moda, el boom de las tangas provocó un incremento del 12 por ciento en las ventas de ropa interior a lo largo del último año. Los creadores de moda no sequedaron atrás. Las tangas se conjugan hoy bajo todas las formas: con perlas, con joyas, con estrellas, fluorescentes. Veronique Cam estima que “la tanga se ha vuelto un accesorio de la moda, lo mismo que una cartera o un cinturón. Sobresalen de los pantalones de talla baja de la misma manera que los breteles del corpiño sobresalen de los hombros”. La tendencia del “detalle” que sobresale se constata principalmente entre las mujeres que tienen entre 15 y 35 años.
Los publicistas se subieron también a un tren en movimiento promoviendo campañas que dejaron mudos de admiración a algunos y de rabia a otros. Eso es lo que ocurrió con la campaña de tangas de la marca Sloggi. Acusada de sexismo, Sloggi se vio obligada a retirar sus publicidades. La Oficina de Verificación de la Publicidad (BVP) acaba de recomendar que la publicidad sea levantada. Según la BVP, “esta campaña presenta a las mujeres en una puesta en escena erótica que sugiere que esas mujeres están ofreciendo un espectáculo de strip-tease”. El organismo estima que se trata de “una presentación degradante de la mujer”. El ente encargado de velar por el respeto mínimo de ciertas normas de honestidad y decencia en las campañas publicitarias reacciona de hecho presionado por un sector de la opinión pública. Varias asociaciones de consumidores y alcaldes franceses presentaron querellas judiciales contra Sloggi.
Debate de por medio, algunos sectores aprovecharon la ocasión para proponer remedios que, en Francia, parecen radicales: se acabaron las tangas, los ombligos al aire, los pantalones, los collares y todos los signos de la feminidad. De ahora en más se irá a la escuela en uniforme, como hace más de medio siglo atrás. Aunque, por ahora, las tangas prosperan...

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