SOCIEDAD › VECINOS DEL EDIFICIO DE MANGERI CONTARON CASOS DE MUJERES ACOSADAS POR EL PORTERO
En el juicio por el crimen de Angeles Rawson, habitantes de Ravignani 2360 revelaron distintas situaciones de avances de tipo sexual a empleadas domésticas y niñeras que trabajaban en el edificio. Mangeri sólo miraba al piso mientras escuchaba lo que decían de él.
Una vecina del edificio donde vivía Angeles Rawson junto a su familia hasta que fue asesinada relató ayer en el juicio oral que tuvo conocimiento de dos casos de mujeres que dijeron haber sido acosadas sexualmente por el portero Jorge Mangeri. La denuncia se sumó a otros dos hechos similares que habían sido aportados a la causa por otros testigos, en la etapa de instrucción. La testigo que reveló los dos nuevos presuntos casos de acoso fue la abogada Mónica Lospinnato, vecina del 5º piso A del edificio de Ravignani 2360 y miembro del Consejo de Administración del consorcio. Preguntada por el abogado querellante Pablo Lanusse, la testigo relató que le pareció extraño que en una ocasión, siendo Mangeri un hombre al que consideraba muy atento, le hubiera cerrado con violencia la puerta del ascensor a una chica que trabajaba como niñera en el 7º B. El tema se trató en una reunión del Consejo de Administración y Pablo Bazán, el empleador de la niñera, dijo que la chica estaba “ofendidísima” porque en esa ocasión Mangeri “se le lanzó” encima.
La abogada Lospinnato confirmó que fue Bazán quien hizo el comentario, aunque el hombre, que ya declaró en la causa, no hizo en su momento ninguna mención al episodio con la niñera. La testigo sostuvo que, en ese momento, nadie hizo la denuncia contra Mangeri porque creyeron que se había tratado de “un intento de conquista” y no de un acoso sexual. La vecina agregó que en 2013, con el crimen de Angeles en plena etapa de investigación, le había preguntado a una empleada suya, de nombre Zunilda, si había sufrido algún avance de tipo sexual por parte de Mangeri. La chica le contestó que sí, que la había acosado, pero la misma testigo consideró que “eso no lo convertía en un asesino”.
Zunilda había empezado a trabajar en la casa de Lospinnato en 2011, cuando la empleada tenía 20 años. Lo que ella le relató a su empleadora fue que Mangeri solía esperarla en la puerta del edificio y que le regalaba bombones Bon o Bon. Zunilda, según la testigo, al principio aceptaba los regalos, pero con el tiempo “le empezó a dar miedo”. Esto se debía a que “en los últimos tiempos, Zunilda lo había notado más ‘zarpado’ y contó un episodio en el cual Mangeri la siguió por la calle y le preguntó dónde iba a bailar”.
Lospinnato dijo ante los jueces que Zunilda le regalaba los Bon o Bon a una de sus hijas “o directamente los tiraba a la basura”. La abogada aseguró que, a pesar de esos hechos, “en ningún momento pensamos que podíamos tener un peligro adentro del edificio”. La testigo aclaró que no había señalado estos hechos durante la etapa de instrucción de la causa porque se había enterado de ellos “con posterioridad”.
Luego declaró Gustavo Mortola, el marido de la abogada, quien ratificó lo dicho por su esposa. Mangeri, quien ayer pidió no asistir a todas las audiencias y sólo estuvo presente en la sala hasta el testimonio de la abogada, sólo miró al piso mientras escuchaba lo que decían de él. Mientras tanto, Diana Saettone, esposa del imputado, a espaldas de su marido, lo miraba y se tapaba la boca con una mano.
También declararon Elsa Nieves González, de 80 años, y su esposo Angel Montanari, de 81, quienes viven en el 2° B del edificio desde hace 17 años. La mujer dijo que tuvo una empleada en su casa, de la cual no recordaba su nombre, que en una ocasión suplantó a Mangeri cuando éste estuvo sin trabajar por una operación de rodilla. “Ella le dijo a mi esposo que se iba y renunciaba al trabajo porque había tenido un acoso sexual o una insinuación del señor Mangeri.”
Tampoco ellos le dieron importancia al episodio porque “de ninguna manera pensábamos que el encargado pudiera haberlo hecho”. La testigo afirmó que hasta el crimen de Angeles su impresión sobre el encargado “era muy buena”, pero al final de su testimonio manifestó sentirse “culpable” por “no haber avisado a la administración” sobre la denuncia.
El esposo de la mujer, Angel Montanari, aseguró que la empleada le dijo que Mangeri le había hecho “sugerencias para tener relaciones de tipo sexual”, para lo cual la invitaba “al sótano” del edificio. Esta denuncia ya había sido presentada en la instrucción, pero no se pudo encontrar a la empleada que habría sufrido el acoso del portero. Las otras dos testigos que pintaron a Mangeri como acosador fueron Romina Rey Moreno, que ya había denunciado al portero el 12 de junio de 2013, y un empleada suya, Dora Sandoval, quien ratificó lo que ya había dicho en la instrucción.
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