SOCIEDAD
› CIENTOS DE QUEJAS: LLAMADOS PRODUCIDOS SIN DARSE CUENTA
Trampa macabra en la computadora
Son tantas las quejas que en la Comisión de Comunicaciones entregan un papel para explicar el fenómeno: el usuario navega por Internet y entra en un sitio que le cambia la configuración. El llamado se hace internacional. Llegan facturas por varios miles y no se aceptan discusiones. Qué hacer.
› Por Horacio Cecchi
No son virus, ni nada que se le parezca. Se trata de programitas engañosos que se instalan en la pc, sin que el usuario se entere. ¿Cómo? Cuando el ingenuo, navegando por Internet, cae casualmente en ciertas páginas de las llamadas eróticas o de juegos. Al ingresar, y sin que el usuario lo advierta, se incorpora a su pc en algunos casos un diabólico programita que los expertos denominan “códigos maliciosos”, en otros casos, lo que se conoce como dialer.exe. Hay de todos los tipos. Estos malditos programas tienen en común la habilidad de saltear o cambiar el 0610, a través del que se accede a Internet con tarifa reducida, por otro número correspondiente a un server ubicado en otro país. En cada ocasión en que el usuario navega confiado, suponiendo que lo hace a través del 0610, en realidad estará inflando su factura telefónica vía una comunicación internacional común y silvestre. Las telefónicas alegan no tener responsabilidad en el asunto. Aunque nadie dispone de cifras, se sabe que los afectados son numerosos: tantas quejas llegan a la Comisión Nacional de Comunicaciones que en el organismo de control entregan fotocopias con las explicaciones del caso, en las que se aclara: “Las llamadas fueron realizadas y están correctamente facturadas”.
La primera noticia que tuvo Armando sobre la existencia de los códigos maliciosos fue indirecta: intentó hacer una llamada internacional. No pudo. Telefónica le había bloqueado el DDI (discado internacional) sin aviso. Llamó indignado a la empresa y recibió esta respuesta: “Hace diez días bloqueamos el DDI porque comprobamos que en su zona había fraude. ¿Usted quiere que se lo rehabilitemos?”, preguntó la telefonista. Armando, que no se llama Armando pero igual se quejaba, dijo que no. “Nunca me avisaron de que había un fraude en mi zona ni que me cortaban el DDI. Si me hubieran avisado, no me hubiera pasado lo que me pasó.”
¿Y qué le pasó a Armando? Le pasó que, olvidado del asunto porque no es un usuario obsesivo del DDI, se fue de vacaciones, y a la vuelta, encontró la factura de teléfonos que le habían pasado bajo la puerta. Aún no sabe cómo factura tan abultada pasó bajó la rendija: de los 20 o 30 pesos de promedio en llamadas internacionales, el ítem había saltado a 1200. Entre indignado y compungido llamó a la empresa. “No entendía por qué me facturaban esa suma si ya sabían que había fraude”, dijo a Página/12. “Dentro de una semana le contestamos”, le respondieron en Telefónica. Antes de cortar, la telefonista le dijo: “Cuando hay adolescentes en casa pasa esto”, y mencionó algunas páginas porno del Reino Unido, Guinea Bisseau, y Costa de Marfil.
A los diez días, la respuesta de Telefónica fue: “Usted deberá pagar la factura porque los llamados fueron realizados”. Indignado y suponiendo que le estaban pinchando la línea, Armando se dirigió a la CNC buscando amparo. La empleada que lo recibió le tomó la denuncia. Para su sorpresa, también le explicó lo que a él todavía le resultaba difícil de entender.
La explicación no llegó por vía oral. “Léalo y después sigue”, dijo la mujer, y le entregó una fotocopia sin membrete, producida por la misma empleada, cansada de la cantidad de reclamos y dudas del mismo tipo, y decidida a ahorrar saliva, y tiempo, que bien se sabe, es oro. Este diario tuvo acceso a la fotocopia de 6 puntos y dos anexos a y b. En síntesis, el organismo de control de las comunicaciones le explicaba a Armando y a un sinfín de usuarios con el mismo problema que las llamadas habían sido realizadas, como quien llama a una tía en Londres, y que estaban bien cobradas. En pocas palabras, hay tu tía, pero vive a orillas del Támesis.
¿Qué fue lo que ocurrió en realidad con el atribulado Armando y su pc? En alguna comunicación hot, su hijo de 14 entró en una página porno, donde lo incitaban a bajar un tentador video. El chico presionó el click y guardó el video en su computadora. Pero lo que él creía un video, en realidad era un dialer.exe, un programita que al presionarlo le daría las imágenes buscadas, previa conexión a un server a través de un númerointernacional, en lugar de la habitual comunicación vía 0610, de tarifa reducida.
Como lo señala la misma fotocopia de la CNC, hay otros métodos para hacer caer al ingenuo en las redes de la facturación internacional. El experto Julio Ardita, de Cybsec, denomina “código malicioso”, a un diabólico programita que se instala en la pc y cambia el número de conexión al servidor, generalmente 0610, de tarifa reducida, por un número de teléfono común correspondiente a otro país. “Hace unos meses vino a verme un gerente de una empresa desesperado –explicó Ardita–. Nos dijo que en su casa alguien le cambiaba permanentemente el número. El corregía el número y volvía a escribir el 0610 pero volvía a cambiarse. Le venían facturas infernales, de treinta o cuarenta llamadas al exterior.”
Ardita revisó la máquina del desesperado gerente y capturó el programita. Lo abrió. Estaba diseñado en Rusia. El autor lo firmaba con el alias de McGregor. Dentro del programa figuraba un número cuya característica era 00662. El 00 es el prefijo internacional. El 66 corresponde a Tailandia. El 2, a Bangkok. El gerente se había dado cuenta que algo o alguien le cambiaba el número. El lo corregía. Pero el maldito código malicioso ordenaba verificar, cada media hora, si el número de conexión era el 00662. Si no lo era, lo modificaba. “Eran unas líneas porno, que desconectaban Internet y pasaban a una llamada internacional. El sólo intento de comunicarse le generaba al dueño de ese número 8 dólares. Si esto se repite infinidad de veces en todo el mundo, el negocio se transforma en fabuloso.”
Las telefónicas no se hacen responsables. “Estos sites pornográficos son un viejo problema nuestro –reconoció un vocero de la empresa Telefónica–. Vaya uno a saber dónde están alojados. Reconfiguran el número de conexión y mandan al usuario generalmente a países de Africa, Asia, y cobran la tarifa de una llamada internacional. No es un problema de las telefónicas. Lo que hace la empresa es recibir la denuncia y comunicarle al ente regulador. Lo que suelen hacer las autoridades es bloquear esas páginas, ponen un firewall (bloqueador) para evitar que los usuarios entren en ellas, pero siempre pasa que la reubican en otro sitio.”
–¿La empresa no puede determinar que la facturación es excesiva y avisarle al cliente?
–El sistema tiene una alarma. Si el cliente gasta 150 pesos mensuales, y al mes siguiente le vienen mil pesos, algo raro está ocurriendo. Se investiga, se trata de detectar el origen. Normalmente se le avisa al cliente.
Pero a Armando no le avisaron.
Telecom no es ajena a los malditos programitas. La empresa intentó paliar el problema enviando, en junio y diciembre del año pasado, junto a las facturas, una advertencia. “Se empezaron a detectar páginas internacionales free sex –señaló un vocero de la empresa–. Trabajamos con gente nuestra de Fraude, y se armó una explicación para que los usuarios estuvieran alertados. Al entrar en esa página, inducen al cliente a bajar un programa, y el usuario no sabe que ese programa corta la conexión y genera un llamado internacional que se realiza con cargo a la línea del cliente, y no hay forma de que la telefónica lo impida.”
En la CNC se escudan en una resolución de la Secretaría de Comunicaciones, la 1235/98, que establece que el Estado no regula ni controla los contenidos en Internet. “La CNC no puede, aunque quiera, enviar una orden a esos sitios diciendo que los cierren, porque no tiene autoridad”, reconoció un vocero del organismo de control. “A la CNC el reclamo le llega como cualquier otro reclamo vinculado a llamadas internacionales. Primero se verifican los datos históricos del usuario, se inspeccionan las cajas terminales, se verifica que no haya averías que produzcan llamadas no realizadas, y que no haya sido pinchada la línea. Fuera de eso, no hay posibilidad de control.”
A estas horas, Armando que no es Armando, dejó de recorrer pasillos de oficinas públicas, abandonó la idea de hacer cola ante las telefónicas para presentar un reclamo, perdió la esperanza de zafar de la factura, junta un peso sobre otro para que no le corten la línea, y se asesora con un abogado para iniciar una batalla judicial.
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