SOCIEDAD
› PROCEDIMIENTO EN EDIFICIOS DEL BARRIO DE BELGRANO
A la caza de un francotirador
Las sospechas se centran en un edificio construido por militares retirados. Desde allí, según los peritos, habrían partido los disparos que impactaron en departamentos vecinos y en un auto.
› Por Horacio Cecchi
Tres camiones, 85 gendarmes y un aparatito que proyecta rayo láser concentraron la atención ayer, entre las 7.30 y las 13, en el barrio de Belgrano. Más precisamente, en los cuatro últimos pisos del edificio de Lacroze 1935, casi Luis María Campos; a la vuelta, en Teodoro García 1955; y en dos departamentos de los pisos 23 y 25 de la misma calle, pero al 1783. El 26 de agosto pasado, los dos últimos departamentos fueron baleados. En uno de ellos, el proyectil impactó muy cerca de la cabeza de la mucama. En el segundo edificio, el dueño de un lujoso auto importado denunció que su vehículo recibió un impacto en el baúl, el mismo día. Los gendarmes determinaron que los disparos provenían de los cuatro últimos pisos del edificio de Lacroze. Ayer buscaron el arma (supuestamente una calibre 38) sin éxito, pero determinaron desde dónde se habían efectuado los disparos. Una curiosidad: el de Lacroze 1935 es un edificio levantado por una cooperativa de retirados de las Fuerzas Armadas. Por el momento, en ese edificio nadie escuchó nada ni dijo conocer a ningún coronel Cañones.
El 26 de agosto pasado, a las 19.30, un disparo perforó el vidrio de la cocina de un departamento ubicado en Teodoro García 1783. Tras dejar un orificio de unos dos centímetros de diámetro, el proyectil golpeó contra el revoque de la pared opuesta y cayó al piso. A escasos centímetros, una empleada doméstica preparaba la cena. Aterrada (en la vivienda hay tres chicos, el mayor de 7 años), llamó a la dueña del departamento, que no se encontraba en el lugar. Otros disparos fueron oídos por varios vecinos. Esa misma noche, fue presentada una denuncia en la comisaría 33ª.
A esa hora, a dos cuadras del lugar, un hombre sacaba su Saab convertible del garage del edificio de Teodoro García 1955. Atravesó la pendiente, cruzó la vereda, y al doblar hacia la derecha sintió un estampido y un golpe en la parte trasera del auto. Se detuvo, salió del vehículo y descubrió una abolladura sin perforación sobre el baúl. Una semana después, el 2 de septiembre, presentaba la denuncia en la misma seccional.
Ambas causas recayeron en diferentes fiscalías. Al día siguiente, peritos de la Federal revisaron el primer departamento, analizaron la línea de ingreso de la bala, y durante el análisis descubrieron que otra bala había pegado en la pared exterior del balcón y que había caído junto a la rejilla. Cinco días más tarde, otro vecino, recién llegado desde el exterior, entró a su casa, dos pisos más arriba, y descubrió en uno de los ambientes un vidrio externo roto y un hueco en la pared. También presentó la denuncia. Por cuestiones de turno, la denuncia del dueño del Saab recayó en una fiscalía y las de los dos departamentos en otra, a cargo de Sebastián Randle.
Sin que se haya producido la denuncia del dueño del auto, los federales determinaron que las líneas de fuego podían provenir de un edificio de Luis María Campos y Teodoro García. Pero cuando Randle comprobó que había una tercera denuncia reunió toda la investigación. A fines de septiembre, fue convocado el cuerpo de peritos balísticos de Gendarmería, uno de los más avanzados, que identificó, entre otros casos, las líneas de disparos policiales en el caso de la masacre de Villa Ramallo. Con la posición del Saab como tercer punto de un trípode, los gendarmes determinaron las líneas que se proyectaban hasta la ventana de alguno de los departamentos del contrafrente de Lacroze 1935, entre los pisos 20 y 24. Ayer, con sus respectivas órdenes de allanamiento, revisaron 29 unidades del edificio. No hallaron el arma, pero desde cada una de las ventanas fueron descartando hasta determinar el punto desde donde se efectuaron los disparos.
“Todos escucharon los disparos pero nadie colabora”, dijo una mujer. Se refería a los vecinos del edificio de Lacroze. En el lobby, dos antiguos consorcistas comentaban la visita de los gendarmes. “Cómo pueden saber si fue desde acá –ejercitó una defensa uno de ellos–. Con una 22, el vientoempuja la bala y andá a saber de dónde tiraron.” Cuando este diario preguntó si en el edificio los vecinos tenían armas, el hombre respondió: “Jovencito, este edificio lo levantamos formando una cooperativa de retirados”. De las Fuerzas Armadas.