SOCIEDAD
› SEBASTIAN CABELLO SERA JUZGADO A PARTIR DEL LUNES
La picada que llegó a juicio
Cabello mató a una mujer y a su hija de tres años al correr con su auto preparado por la avenida Cantilo. Al juicio llega en libertad.
Finalmente, y después de una prolongada instrucción que duró más de cuatro años, Sebastián Cabello, el joven acusado de matar con su auto durante una picada a Celia Carman y a su hija Vanina Rosales, de tres años, comenzará a ser juzgado el próximo lunes por “doble homicidio doloso”, una figura que contempla una pena de entre 8 a 25 años de prisión. Familiares y amigos de las víctimas realizarán hoy, a partir de las 19, una concentración en la calle Melián al 4000, en el barrio porteño de Saavedra, con el propósito de exigir justicia.
El juicio oral y público contra Cabello se extenderá hasta el 12 de noviembre y se llevará a cabo a instancias del Tribunal Oral Penal número 30 de Capital Federal. Serán citados a declarar más de 36 testigos. A pesar de la grave acusación que pesa en su contra, Cabello llega a esta instancia excarcelado.
El 30 de agosto de 1999, en horas de la madrugada, Celia González Carman y su hija Vanina regresaban a su hogar después de haber estado en un cumpleaños. Al llegar a la avenida Cantilo, a cien metros del puente Labruna, el Renault 6 en el que viajaban fue embestido por un Honda Civic, preparado para correr, que circulaba a una velocidad superior a los 140 kilómetros por hora y que conducía Cabello, que por entonces tenía 19 años. Según testigos presenciales, el joven corría una picada contra otro vehículo y, literalmente, se llevó por delante al Renault 6. Como consecuencia del impacto, madre e hija murieron carbonizadas. Cabello salió ileso junto con un acompañante. Se salvaron gracias al dispositivo del airbag que poseía su moderno auto y que se activó al chocar.
En un principio, Cabello fue detenido por orden del primer juez del caso, Luis Schelgel. Pero cuando el magistrado caratuló la causa como homicidio culposo (sin intención) el acusado recuperó su libertad, aunque se le impuso una restricción que bajo ningún concepto podía pasar por alto: volver a conducir. Sin embargo, su pasión por los autos pudo más. Estudiantes de periodismo probaron que el joven no cumplía con la prohibición. Fotografiaron, a fines de 1999, a Cabello conduciendo un vehículo. Se ordenó entonces su detención en el penal federal de Marcos Paz, provincia de Buenos Aires. Aunque por esos días la Cámara del Crimen modificó la calificación del delito por “homicidio con dolo eventual”, Cabello fue liberado el 17 de diciembre de aquel año. “Soy culpable, pero no un asesino”, manifestó al salir de la cárcel.
Sergio Rosales, esposo de Celia y padre de Vanina, señaló a Página/12 que la pérdida de sus seres más queridos le dejó “una profunda herida en el alma que estará por siempre abierta. Nunca voy a superar todo lo que pasé. Pero seguiré buscando justicia. Es lo mejor que puedo hacer para honrar sus vidas”. Rosales afirma tener expectativas favorables en cuanto al juicio oral y considera que Cabello puede ser condenado al cumplimiento de una pena efectiva. “Fueron muchos años de lucha, de dolor, pero también de esperanza en la obtención de justicia. Nunca me voy a apartar de este camino. No busco vengarme de nadie. Quiero que mi mujer y mi hija descansen en paz”, remarcó.
En relación a Cabello, Rosales aseguró que nunca se comunicó con él ni con su suegra, Sara, para ofrecerle una disculpa por lo sucedido en aquel agosto. “Lo único que sé de él es que está en libertad. Sus abogados tienen contactos políticos y durante todo este tiempo no hicieron otra cosa más que dilatar la instrucción para demorar la llegada del juicio oral”, sostuvo.
A pesar de las objeciones planteadas por la defensa de Cabello, durante toda la etapa procesal, el representante de la querella que sigue Rosales, el abogado Marcelo Parrilli, aseveró que tiene “suficientes elementos” como para enviar al joven a prisión. “No interesa si corría una picada o no, conducía un automóvil a más de 140 kilómetros por hora en medio de una ciudad. Además, después del accidente se mostró más preocupado por el estado de su Honda Civic que por las víctimas. En eso consiste su conducta dolosa”, puntualizó Parrilli.
Informe: Leonardo Castillo.