SOCIEDAD › UN DICCIONARIO RECOPILA LAS CONTRIBUCIONES DE PSICOANALISTAS QUE SE DESEMPEÑARON EN EL PAIS
La obra, publicada por la Asociación Psicoanalítica Argentina, fue dirigida por Claudia Borensztejn. “El objetivo es que no se olvide lo que en la Argentina se pensó y se hizo”, explica. El trabajo incluye conceptos, ideas y biografías de psicoanalistas fallecidos.
› Por Pedro Lipcovich
El único país del mundo que cuenta con un diccionario de psicoanálisis propio es, ¡por supuesto!, la Argentina. La obra, de más de 800 páginas en dos tomos, dirigida por Claudia Borensztejn, acaba de ser publicada por la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Los textos rescatan contribuciones de psicoanalistas que de- sarrollaron o desarrollan la práctica en la Argentina, a partir de la generación de los “pioneros”, algunos de ellos emigrados de la Alemania nazi o la España franquista. Procura poner en valor el aporte de clásicos como Marie Langer o José Bleger, e incluye conceptos de Pichon-Rivière como el de “portavoz” o “grupo interno”. Ciento veinte autores contribuyeron al diccionario. Desde otras instituciones y perspectivas, lo reconocen como “un trabajo de recopilación extenso e importante” pero objetan su condición “endogámica” la omisión de autores y conceptos desarrollados por fuera de la APA, como las obras de Tato Pavlovsky o León Rozitchner.
El diccionario rescata conceptos desarrollados por psicoanalistas argentinos. Así por ejemplo, los trabajos de José Bleger a partir de la noción de ambigüedad: “La persona ambigua no se ve a sí misma como promotora de su comportamiento o de las consecuencias del mismo. Por su fácil mimetismo puede ser partenaire de un psicópata”. También, la diferencia que propuso León Grinberg entre “culpa depresiva” y “culpa persecutoria”: la primera se liga con “recuerdos y emociones” y se expresa en la actitud de reparar lo dañado; en la segunda, más arcaica, priman “la desesperación, los autorreproches, el sometimiento al superyó”. Más conocida es la noción de portavoz, de Enrique Pichon-Rivière: “El que enferma en el grupo familiar no es el más débil sino el más fuerte, en el sentido de que se hace cargo de las ansiedades del grupo”. El diccionario renueva la difusión de observaciones clínicas como las de Marilú Pelento sobre duelos en la infancia: “La pregunta no es cómo un niño elabora un duelo sino cómo es trabajado por el duelo que le tocó vivir”. La entrada que escribió Vicente Galli sobre Mauricio Goldenberg recupera la experiencia del Policlínico de Lanús en la década del ’60, emblemática de la posibilidad de articular el psicoanálisis con el orden de lo comunitario, lo social, finalmente lo político.
La producción del diccionario de psicoanálisis argentino fue dirigida por Claudia Borensztejn, didacta de la APA y ex directora de la Revista de Psicoanálisis editada por la institución. En diálogo con Página/12, destacó que el diccionario “incluye unos 180 términos y en su redacción participaron 120 autores. Es una obra colectiva, cuya producción requirió varios años. Cada autor firma su contribución: los textos no remiten a la voz oficial de la APA, pero sí a voces autorizadas por la APA. No había hasta ahora en el mundo un diccionario de psicoanálisis dedicado específicamente a un país. Está dirigido fundamentalmente a estudiantes, con el objetivo de que no se olvide lo que en la Argentina se pensó y se hizo. El diccionario incluye conceptos, ideas y, sólo para psicoanalistas fallecidos, biografías, que en su mayoría fueron escritas por hijos, la esposa, familiares”.
“Una característica fundamental del psicoanálisis en la Argentina y Latinoamérica es la pluralidad –continuó Borensztejn–. El diccionario, dirigido básicamente a estudiantes, procura incluir específicamente las ideas que se desa- rrollaron acá. Y son ideas muy variadas porque no ha habido, no hay una ‘escuela argentina’ de psicoanálisis. En el diccionario, por ejemplo, no se incluye el concepto de inconsciente, ya que no hubo al respecto un aporte especial de psicoanalistas argentinos, pero sí se presentan los importantes desarrollos que hubo en la Argentina sobre la noción de contratransferencia”, que Heinrich Racker, citado en el diccionario, define como una tendencia del analista a identificarse con el analizado.
Se incluyen también “aportes como la hora de juego diagnóstica: la idea de discernir lo que le pasa a un chico a partir de jugar una hora con él, que planteó Arminda Aberastury y se generalizó después”. Borensztejn destacó también que el psicoanálisis intersubjetivo, vincular, se desarrolló en la Argentina antes que en otros países”: el diccionario refleja esta dimensión en textos como el de Isidoro Berenstein (fallecido mientras se preparaba la obra), que habla de “un ‘hacer’ de a dos o varios, que configura ese espacio peculiar, ese ‘entre’ que relaciona y envuelve”. Borensztejn comentó que “el diccionario permite constatar cómo diversas ideas formuladas por psicoanalistas argentinos se anticiparon a veces en 20 años a su aparición en la literatura psicoanalítica internacional”.
“La Revista de Psicoanálisis de la APA fue prácticamente nuestra fuente bibliográfica: se ha publicado sin interrupciones durante 70 años, prácticamente todo está allí”, sostuvo Borensztejn. Sin embargo, “no queremos que sea sólo el diccionario de la APA: se incluyen psicoanalistas como Fernando Ulloa y Raúl Usandivaras, que cortaron con la institución en la época de Plataforma y Documento”, grupos que se separon de APA a partir de 1971. “También están incluidos Oscar Masotta y Raúl Sciarretta, que fueron maestros de muchos analistas. Y hay conceptos de raigambre lacaniana desarrollados por David Nasio y Néstor Braunstein”, señaló Borensztejn.
Leticia Glocer Fiorini, actual presidenta de la APA, subrayó que “el diccionario se propuso registrar las ideas originales, y las trayectorias de los autores de esas ideas, desde que en 1942 se fundó la APA hasta la actualidad. Muchos de los pioneros habían venido de Europa: Marie Langer, vienesa, llegó de la Guerra Civil Española; también de España vino Angel Garma, que se había formado en Alemania; el argentino Celes Cárcamo había trabajado en Francia; en la Argentina se les unieron Enrique Pichon-Rivière, Arnaldo Rascovsky y otros. Ese particular origen se vincula con la cuestión de por qué el psicoanálisis tiene tanta inserción y desarrollo en la Argentina”.
“En esta expansión ha sido fundamental la creatividad de los pioneros, que hicieron mucha extensión hacia la comunidad –continuó Glocer Fiorini–. La Reforma Universitaria de 1918 había permitido que los hijos de inmigrantes entraran masivamente a la educación superior, lo cual fue muy importante. El hecho es que acá el psicoanálisis se extendió a los hospitales, a la universidad, a la comunidad, como en ningún otro país del mundo.”
El saldo de ese desarrollo –señaló Claudia Borensztejn– es que “Buenos Aires es una ciudad donde hay revistas de psicoanálisis en los quioscos, cosa que no sucede en París ni en ninguna otra ciudad del mundo. En las villas hay psicoanalistas trabajando. Uno escucha a chicas hablando en los bares: ‘Mi psicóloga me dijo...’; ‘el mío dice que...’. Eso, en otros países, no pasa”.
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