Las problemáticas que enfrentan a diario los adolescentes del sur de la Ciudad de Buenos Aires quedaron plasmadas en ocho cortos de cine realizados íntegramente por estudiantes de escuelas medias de Villa Lugano y Mataderos, que ayer se presentaron en público. El embarazo adolescente, la imposibilidad de un pibe de Ciudad Oculta para conseguir trabajo que termina optando por la delincuencia para conseguir dinero para su familia, el abuso sexual por parte de un padrastro y el aborto fueron algunas de las temáticas que retrataron. Los videos fueron exhibidos ayer en el auditorio del Centro Cultural de la Cooperación con la presencia de la secretaria porteña de Educación, Roxana Perazza, y el director de la Universidad del Cine, Manuel Antín. “Pusimos muchísimo de nosotros. No fue nada actuado”, contó a Página/12 Sandra Bramajo, alumna de quinto año del Comercial Nº 12 de Lugano.
Sandra dirigió Quijote, un corto que reivindica la lucha y el lugar de los más viejos en la sociedad, y al mismo tiempo refleja el fenómeno de la emigración de los más jóvenes empujados por la falta de futuro, con los acontecimientos del 20 de diciembre de 2001 como telón de fondo. “No fue nada actuado. Era nuestra bronca, todos teníamos un amigo o algún conocido que se tuvo que ir del país porque no tenía otras posibilidades acá. Y además, quisimos tocar el tema del 20 de diciembre”, describió la alumna del Comercial Nº 12, donde empezaron a trabajar en la realización del video tres meses después de la renuncia de Fernando de la Rúa a la Presidencia. El proyecto les llevó más de un año de dedicación. Ayer a la tarde, Sandra Bramajo y más de un centenar de estudiantes de Lugano y Mataderos se sentaron en las butacas de la coqueta sala de cine del Centro Cultural de la Cooperación para ver y evaluar sus propios trabajos.
Se trata de una iniciativa del Proyecto Cine en Escuelas Medias del Sur, de la Secretaría de Educación de la Ciudad, dirigido por Marcos Sachetti. “El objetivo es brindarles a los chicos de las escuelas donde las necesidades básicas insatisfechas son más grandes igualdad de acceso a bienes culturales y artísticos, que de otra forma se ven limitados o impedidos de alcanzar por las características de la zona en que viven”, explicó Sachetti a este diario. “Me sorprendió la calidad de los trabajos. Estos chicos nunca antes habían hecho cámara, iluminación, fotografía, ni escrito un guión. Si no hubiera visto cómo participaron, no creería que hicieron estos videos”, comentó Sachetti, con asombro.
Los chicos se sumergieron en el mundo del cine con el asesoramiento de alumnos del último año de la Universidad del Cine, que dirige Antín. Del proyecto participaron unos 120 estudiantes de la Técnica Nº 17, de la EMEM Nº 1, EMEM Nº 4 y Comercial Nº 12, todos de Lugano, y de la EMEM Nº 1 de Mataderos. Cada alumno asumió un papel: director o directora, asistente de producción, actor, actriz, iluminador, camarógrafo... Pero antes de salir a filmar eligieron la historia para llevar a la pantalla gigante y escribieron el guión.
La mayoría de los cortos abordan temáticas sociales, con la excepción de PerCQta, una especie de thriller protagonizado por una chica testigo del homicidio de otra adolescente (ver aparte). Sin salida, por ejemplo, es la historia de un hijo de una desocupada, que para alimentar a sus hermanitos lleva a su casa comida que le dan en la escuela. El muchacho, que vive en una villa, sale a buscar trabajo, pero sin éxito. Finalmente, decide juntarse con otro pibe de la villa para salir a robar. “Es una de las tantas historias que pasan en Ciudad Oculta, que está cerca de nuestra escuela. Conozco a muchos chicos que por ser de la villa, por ser negritos, porque no son rubios de ojos celestes, ni vienen de un buen colegio, no consiguen un trabajo”, señaló a Página/12 Lucas Simón, de 17, rulitos arrubiados, aritos en la oreja. Lucas es alumno de 5º de la EMEM Nº 1 de Mataderos y fue el director del corto. Otro grupo, de 2º año, del mismo colegio realizó Con-secuencia, donde se muestra con crudeza la problemática del embarazo adolescente: la protagonista tiene ni más ni menos que 14 años, su novio la abandona cuando se entera de la noticia y como tampoco recibe apoyo de su familia, decide irse. La historia, sin embargo, tiene final feliz: ella regresa con el bebé a su casa materna, donde es recibida con los brazos abiertos y el papá de la criatura la busca, le pide perdón y terminan casándose en una iglesia.
Sin ser llamado también se refiere al embarazo no deseado pero con otros condimentos más dramáticos: el abuso sexual de parte de un padrastro y el intento de la chica por “sacarse” ese bebé a través de un aborto con una sonda, en manos de una curandera del barrio, que no prospera, pero la deja con riesgos de infección. “La historia la pensamos entre todos. Queríamos hacer algún tema de salud y salió el problema del aborto. Es un tema que nos afecta a los adolescentes”, contó Andrea Taboada, de 18 años, de la EMEM Nº 4. Dentro de sus posibilidades, este corto también muestra un final reparador ante tanto dolor: la chica es atendida en un hospital, donde salvan su vida y la de su hijo; un chico que estaba enamorado de ella le plantea que se hará cargo de la criatura y al abusador lo meten preso. “La escribimos la directora y yo –contó Andrea– con cosas que escuchamos que pasan.”