El regreso de peces y aves marinas a La Habana es un indicio de que en ese espejo de agua cubano se logró reducir la contaminación ambiental entre un 50 y 60 por ciento en los últimos diez años. Pelícanos y gaviotas volvieron a sobrevolar la bahía, un síntoma de que las aguas recuperaron oxígeno y de que se reanimó la flora y fauna del fondo marino. La bahía de La Habana, de 5,2 kilómetros cuadrados y una profundidad media de 9 metros, estuvo considerada durante años como una de las más contaminadas de la región del Caribe a causa de los desechos industriales y comunitarios que arrastran varios ríos y sus afluentes de la ciudad.
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