“La satisfacción más bella que tengo es cuando gana el tungo al que juego, un buen éxito hípico.” La frase es una de las tantas que grafican una de las grandes pasiones de Carlos Gardel y forma parte de la muestra que vincula al Zorzal con el turf, exhibida en la que fue su casa del Abasto, hoy convertida en museo. Ayer, para festejar el 113º aniversario de su nacimiento –fecha en que se conmemora el Día del Tango–, los vecinos del barrio salieron a la calle, a manera de festejo. Y en seis viviendas de Jean Jaurès al 700, la cuadra de la casa-museo, se exhibieron los obras finalistas del concurso de fileteado, organizado por el gobierno porteño, que se pintarán sobre las fachadas de esas casas antes de fin de año.
Los bocetos pertenecen a los seis ganadores del concurso “El Abasto y el fileteado porteño”, que pintarán las paredes que rodean la casa del Morocho del Abasto, hoy convertida en museo. El festejo, como en todo cumpleaños, también incluyó una inmensa torta de 1,80 metro, que pesaba 18 kilos.
Ubicado en Jean Jaurès al 700, el museo exhibe por estos días una muestra del fotógrafo Luis Martín, en la que recrea rincones de la Ciudad de Buenos Aires donde los retratos del Zorzal conviven con fotos de Evita e imágenes de Jesús. El museo, que abrió sus puertas en junio de este año, también incluye el Libro de artista Homenaje a Carlos Gardel, con imágenes de arte contemporáneo que le dan un aire más actual a “Carlitos”, tal como le decía Ireneo Leguisamo, su jockey preferido.
La muestra central del museo es Gardel y el turf, dedicada a la pasión más grande de Gardel. A tal punto, que cuando Gardel estaba de gira en Nueva York, le pedía a Antonio Sumage, chofer, aviador y amigo del Zorzal, que le enviara las revistas turfísticas para poder apostar con sus compañeros, a pesar de que los programas, trasladados de Buenos Aires a Estados Unidos, llegaban con un mes de retraso.
Para recrear cada una de las habitaciones donde Gardel pasó sus días, se llevaron a cabo visitas guiadas que reunieron vecinos y turistas deseosos de participar de la particular fiesta de cumpleaños. Tanto es así que llevaron hasta ramos de flores como una suerte de regalo para decorar la casa. La visita guiada culminó en la calle, donde luego se cortó la torta, donada por un instituto de pastelería de la zona.
Desde allí se podía ver cada una de las fachadas que, para fin de año, estarán fileteadas por los artistas que participaron del concurso, organizado pro el gobierno porteño. Luego, se elegirá un ganador que recibirá 1500 pesos. “La idea es recuperar este arte popular que, además, posee colores y una dinámica única”, aseguraron los organizadores del concurso. Así, las fachadas se verán revestidas por colores intensos, con figuras que incluyen desde flores a dragones.
Para la directora general de Museos de la Ciudad, Mónica Guariglio, el objetivo de esta actividad es que este espacio “esté vinculado con la comunidad, que sea abierto, que la gente participe y conozca lo que se hace en este museo”.
La casa del artista pasó por varias manos hasta llegar a ser un museo. Después de que Gardel falleció, quedó su madre unos 10 años más hasta 1943, cuando fue adquirida por el representante del cantautor, Armando Defino. En los ‘80 se inauguró una tanguería, pero el emprendimiento no tuvo suerte y rápidamente fue cerrada. Después de varios años de abondono, el empresario Eduardo Eunekian compró la vivienda, que luego fue donada a la ciudad.
Esta no es la única actividad programada para homenajear al Morocho del Abasto. Hoy a las 19 se llevará a cabo una milonga en la calle, en la Unidad Cultural Don Carlos, ubicada en Pasaje Zelaya al 3000. Mañana finalizarán los homenajes, a las 19, con el cierre del concurso “Andá a cantarle a Gardel”, que consiste en una muestra artesanal de microemprendedores tangueros, en el Paseo del Tango (Pasaje Carlos Gardel3100). A las 16 también está previsto el cierre del programa “Milonga y show”, en Almatango, Sarmiento 3101.

Priducción: Maricel Seeger