Mié 17.12.2003

SOCIEDAD  › LA LEY DE GENERICOS AUMENTO LAS VENTAS DE LABORATORIOS CHICOS

Una norma con efectos colaterales

Según datos oficiales, el ahorro anual de la población superará los mil millones de pesos por la prescripción de genéricos.

Este año y a partir de la ley de prescripción por el nombre genérico, el sistema de comercialización de medicamentos cambió profundamente en la Argentina: la tradicional estrategia centrada en la acción del visitador médico sobre los profesionales perdió eficacia; muchos laboratorios chicos aumentaron enormemente sus ventas, y los más importantes trataron de recuperarse mediante estrategias de reducción de precios dirigidas a los farmacéuticos y al público. Según datos del Ministerio de Salud, el 68 por ciento de los fármacos redujo su precio o no lo modificó en más de un año, y el aumento promedio en lo que va de 2003 fue inferior al uno por ciento, contra una inflación superior al 3 por ciento. El Ministerio estima que el ahorro anual de la población superará los mil millones de pesos por ese motivo, y estas cifras serían todavía mayores si se incluyeran los descuentos que, a partir de bonificaciones de los laboratorios, ofrecen muchas farmacias. Sin embargo, en los nichos de mercado donde subsisten situaciones próximas al monopolio, como es el caso de las insulinas, los precios siguieron aumentando, y otra táctica de los laboratorios para eludir la competencia fue promover medicamentos que asocian dos o más drogas. De todos modos, la prescripción por el nombre genérico se consolidó hasta el punto de abarcar el 71 por ciento de las recetas emitidas.
“Entre junio de 2002 y octubre de 2003, más de 9300 de las 13.800 presentaciones que se encuentran en las estanterías de las farmacias, es decir, el 68 por ciento, redujeron su precio o no experimentaron modificaciones”, precisa el informe producido por el Ministerio de Salud a partir de datos de la Comisión Nacional de Programas de Investigación Sanitaria, que incluye a la Universidad Maimónides, la Asociación de Defensa del Consumidor (Adelco) y otras entidades.
“En lo que va del año, el precio promedio de los medicamentos tuvo un aumento de 0,87 por ciento, cuando la inflación fue de 3,1 por ciento. Es decir que, a valores constantes, este año se redujo el precio promedio”, según la misma fuente. “Los resultados serían aún más alentadores si se excluyeran medicamentos que presentan características de monopolio u oligopolio, como las insulinas y las asociaciones.”
Sonia Tarragona –quien, con Catalina de la Puente, coordina la Unidad de Investigación Estratégica del Ministerio de Salud– explicó que “en las insulinas, los aumentos fueron superiores a la inflación porque hay una situación próxima al monopolio: los laboratorios productores son cuatro y a su vez desarrollan procesos de fusión que los reducirán a dos. Otra estrategia para eludir la competencia fue incorporar ‘nuevos’ medicamentos que combinan varias drogas y procurar, mediante los visitadores médicos, que los profesionales receten estos productos y no las drogas genéricas por separado”.
Otra estrategia de los laboratorios, más interesante para el consumidor, es ofrecer a las farmacias bonificaciones que les permitan a su vez ofrecer descuentos al comprador. “La incidencia total de estas rebajas no puede cuantificarse con precisión, pero, sin duda, si se las incluyera, los precios reales serían todavía menores”, observó Tarragona. Sin embargo, en la manera como los laboratorios manejan estos descuentos “no muestra una transparencia total, ya que, en vez de hacerle descuentos efectivos a la farmacia, la bonifican sobre compras futuras: esto les permite presentar el mismo precio ante las obras sociales, que así no se benefician de los descuentos. Esto llega al punto de que muchas personas optan por pagar de su bolsillo, con un descuento del 40 o 50 por ciento, y no por su obra social”, señaló la investigadora del Ministerio de Salud.
El hecho es que los médicos cada vez recetan más por el nombre genérico. Un muestreo efectuado por los investigadores del Ministerio de Salud, que abarcó centros de atención primaria de todo el país, estableció que el 71 por ciento de las prescripciones consigna el nombre genérico de la droga recetada. En esto hay diferencias por especialidades: el 88 por ciento de los alergistas e inmunólogos receta por nombre genérico, como el 85 porciento de los hematólogos y el 79 por ciento de los gastroenterólogos. También lo hace el 71 por ciento de los clínicos, el 70 por ciento de los cardiólogos y el 69 por ciento de los pediatras. La proporción baja al 57 por ciento en las recetas de los oftalmólogos, y al 47 por ciento en las de los otorrinolaringólogos.
Con ese 71 por ciento de prescripciones por nombre genérico, la Argentina ha ido más allá de la mayoría de los países que cuentan con este tipo de ley. “En Estados Unidos, el porcentaje de prescripciones por genérico es inferior porque allí los laboratorios desarrollan políticas publicitarias muy agresivas para lograr la adhesión de los consumidores a las marcas”, comentó Tarragona. “En otros países, como Uruguay, la prescripción no incide tanto porque de todos modos los medicamentos tienen precios máximos”, agregó.

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