Diego Lorenzetti, el intendente de La Calera puntana, fue imputado por la jueza Virginia Palacios por el femicidio de su esposa, Romina Aguilar. La imputación concreta fue de “homicidio calificado por el vínculo, cometido por promesa remuneratoria como autor intelectual”. El silencio que lo rodea y su negativa a declarar contrastan con sus declaraciones inmediatas después del crimen, y con la empatía y comprensión recibidas en unas cuantas entrevistas y que ahora se esfumaron a caballo de un giro que para algunos resulta inesperado.

También llegaron trascendidos a caballo, esta vez del jockey el Brasileño, sospechado de conducir la moto en la que llegó el cómplice que disparó contra la mujer: el Brasileño es prófugo de la Justicia de Brasil, según aseguran en los corrillos puntanos, lo que no modifica un ápice su condición en el caso. Sólo que de ser cierto también deberá responder a un juez en su propia lengua.

El Brasileño se entregó el lunes y confesó haber participado en el crimen conduciendo la moto. La entrega del Brasileño no fue inesperada para la jueza Virgina Palacios, quien reveló a los medios que el Brasileño se había entregado a la Justicia porque los investigadores habían localizado el taller mecánico donde permanecía oculta. Para localizar al taller tuvieron que tener los datos de la moto y hacer inteligencia. La moto tenía características especiales: tiene roto un espejo y el asiento es llamativamente corto. Eso retrotrae al día del crimen, el 30 de enero pasado. Ese día los investigadores lograron un testimonio de una mujer que observó el crimen y dio detalles del vehículo. Tres días después, el 2 de febrero, la jueza Palacios ya tenía una idea bastante aproximada de que el Brasileño podía haber participado. Lo que más demoró, según palabras de la propia jueza, fue chequear domicilio por domicilio hasta ubicar la moto, y verificar cuándo sería conveniente el allanamiento. Esto ocurrió el lunes pasado. Tan acertada fue la búsqueda que, horas después, el Brasileño se presentó ante la Justicia para confesar su participación y hacer el descargo de que habían planeado un robo.

Si el 2 de febrero se conocía la identidad del conductor de la moto, vincularlo al intendente no resultó complicado. De hecho, ya estaban vinculados porque el Brasileño hacía de jockey de algunos caballos, entre ellos los del intendente. No se reveló si las escuchas y mensajes entre ambos fueron analizados después de conocer la relación que mantenían o si la jueza se enteró de la relación entre ambos luego de ordenar escuchas a Lorenzetti. En cualquier caso, la hipótesis del crimen por encargo del intendente existía al menos desde el 2 de febrero.

La información que en los últimos días trascendió a la prensa parecía empujar la idea de un vuelco inesperado en el caso. Si se atendía el tenor de las entrevistas obtenidas por el intendente los primeros días, la idea del giro inesperado resulta eficaz: de una mujer víctima de la actividad política de su marido, a que todo se trató de un femicidio por encargo, hay una distancia que habilita pensar en un vuelco. Pero el giro inesperado instala la idea de que previamente se lo pensaba imposible. En este caso, un femicidio.

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