SOCIEDAD
Musa Azar, el hombre fuerte que ahora no tiene quién lo defienda
Desde hace una semana, al ex funcionario lo rechazan hasta los defensores oficiales. El ex abogado que fue una de sus víctimas.
› Por Alejandra Dandan
La defensora oficial del juzgado de La Banda está inhibida. La primera defensora ad hoc del listado del Superior Tribunal de Justicia de Santiago del Estero se excusó hacia fines de la semana pasada. Inmediatamente, lo hizo la segunda de la lista y la tercera: “Estamos nombrando un abogado casi cada 24 horas”. El problema, en realidad, para los hombres del juzgado de La Banda, es que nadie quiere asumir la defensa de Musa Azar. El ex jefe del aparato de represión del juarismo está prácticamente sin abogado desde hace una semana, cuando Luis Vergottini decidió abandonar la defensa. Después de nueve meses con Musa Azar, su ahora ex abogado podría trasformarse en realidad en uno de sus inquisidores judiciales. No porque piense demandarlo sino porque, tal como acaba de reconocerle a Página/12, también Vergottini fue una de sus víctimas. Dos veces estuvo detenido ilegalmente por las fuerzas policiales manejadas por el ex comisario en los años previos a la dictadura militar: ¿síndrome de Estocolmo o una vieja deuda pendiente?
El último derrotero de Musa Azar sigue el destino del arquetipo del perfecto villano: hace una semana renunció su abogado y a partir de entonces nadie quiere defenderlo.
Luis Vergottini lo abandonó casi por un desplante. El viernes 5 de diciembre, Musa Azar decidió motu proprio hacer una consulta legal a otro abogado de Buenos Aires, en ese caso Mariano Cúneo Libarona. Cuando Vergottini lo supo, desató un escándalo. Consideró que la decisión de Musa no sólo era un desplante sino “una agachada”. Con los mismos tonos calificó la conducta de su colega, que efectivamente pasó unas horas con Musa, dentro del edificio de la Gendarmería donde está prisionero. En ese momento, Vergottini, como buena parte de los santiagueños, estaba convencido de que el estudio Libarona asumiría la defensa del ex represor. Sin embargo no fue así. Ayer, ante una consulta de este diario, Rafael Cúneo Libarona aseguró que el pedido fue rechazado.
Desde ese momento hasta ahora pasaron siete días hábiles. Por cuestiones del derecho, ningún detenido puede permanecer medio minuto sin defensor. Sin embargo, nadie aún se ha hecho cargo formalmente de su defensa en la causa del doble crimen de La Dársena.
La defensora oficial del juzgado de La Banda es Daniela Villanueva, una abogada que desde hace meses está inhibida en la causa. Para subrogarla, la jueza María del Carmen Bravo siguió el camino formal: pidió la lista de defensores ad hoc en la Superintendencia del Tribunal de Justicia de la provincia. Desde allí le fueron girando distintos nombres. “Pero apenas los nombramos, cuando se enteran, renuncian”, explicó una fuente del juzgado con relación directa a la causa. Durante esta semana sucedió tres veces. Una de ellas con una abogada de apellido Pasarella de Sayago y la segunda con una letrada, también mujer, de apellido Carabajal. Mientras tanto, Vergottini tampoco descansa. Por error u omisión, el juzgado le giró tres cédulas a su estudio jurídico en los últimos días. Le daban cuenta de la situación de su ahora ex defendido como si aún fuera parte de la causa. Esa sensación de que Musa aún no lo abandona es particularmente llamativa en su historia. Vergottini no sólo trabajó como abogado de Musa, en los últimos meses fue prácticamente su vocero. Como él mismo lo relató una y otra vez, por meterse en la defensa de uno de los hombres más siniestros de la estructura política de los Juárez, lo golpearon, le pegaron huevazos y hasta tuvo que escaparse por la ventana de tribunales para evitarse los escraches.
En ninguna de esas ocasiones admitió ese rumor que desde hace algunos meses da vueltas en Santiago del Estero.
–¿Para qué me hace recordar todo aquello en este momento? –dijo ayer.
Lo que le hizo acordar este diario fue justamente su secuestro: dos veces, en las que estuvo detenido de forma ilegal por las patrullas de policías que estuvieron bajo las órdenes de Musa Azar, antes y durante la dictadura militar. La primera detención duró 24 horas, se lo llevaronmientras esperaba a una compañera frente a la Casa de Gobierno de la provincia. La segunda vez lo retuvieron 18 horas.
Para entonces, hacia 1975 y 1976, Vergottini era estudiante avanzado de abogacía, no tenía militancia política pero su padre tal vez sí. Vergottini padre ya era, por ejemplo, abogado de Cristina Torres, una de los más de cincuenta detenidos políticos de los años previos al golpe militar en los que hubo, al menos, cinco desaparecidos. Además de ese caso, estuvo detrás de otras detenciones: “Mi padre –dice ahora Luis Vergottini– era uno de los abogados de las Ligas Agrarias”, una de las organizaciones políticas de campesinos, extendida en el norte del país y en el Litoral que trabajaba por la redistribución de la tierra.
Algunos santiagueños están convencidos de que Musa Azar secuestró a Vergottini hijo para azuzar a su padre, para obligarlo a apartarse de alguna de esas causas. Su hijo ahora no habla de ese asunto. Sólo admite que sí estuvo en prisión, que sí estuvo durante unas horas en la SIDE provincial, donde funcionaba la Secretaría de Informaciones que dirigía Musa Azar y además que, allí mismo “uno de ellos, de los que estaba, me pegaron, preguntándome a mí que hacía frente a la Casa de Gobierno”.
¿Por qué años más tarde asumiría la defensa de Musa? Vergottini no dice demasiado: “Soy abogado –dice–, ¿lo sabía?”.