SOCIEDAD
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Abandono de persona
Por Martha Rosenberg *
No hacer un aborto legal con dictamen favorable expreso de la Comisión de Bioética y de la Defensoría General raya en el abandono de persona, en este caso una persona de 14 años violada y privada al mismo tiempo de asistencia médica y de justicia, en Bahía Blanca. Esto es delito aunque se cometa en nombre de la piedad cristiana.
El médico que omite un tratamiento para la nena abusada –que está en peligro no sólo porque está embarazada a su edad, sino principalmente porque ha sido inseminada violatoriamente por quien debería cuidarla y amarla– la desconoce como sujeto de derechos.
El peligro que la acecha es el de comprobar que el daño que le fue hecho por su padrastro violador es irreparable y que nadie –de esas personas mayores de las que espera protección– tiene, no ya posibilidad, sino ni siquiera la intención de repararlo. Es por eso que ella se hace cargo del voto de muerte hacia ella, cuando dice que si la obligan a tener ese hijo se va a matar. No tiene dudas de que “eso” no es su vida, sino su muerte.
El médico y el juez violan la ley al juzgar y decidir en contra de una demanda legal y legítima de la representante legal de la nena. Como en tantas otras cuestiones, aquí hay un alto grado de impunidad. Disponen de la vida de la niña por fuera de la ley. Si el doctor Taranto dijo “que no quería asumir esa responsabilidad sin autorización previa de un juez”, debería ser relevado de su función, porque con su actitud hiatrogénica y reticente, aumenta gravemente el riesgo de la interrupción del embarazo a la que la niña tiene derecho. No cuida donde debe cuidar. Se cuida, en lugar de cuidar a esta niña agraviada e inseminada por otro que, igual que él, violó su integridad y se apropió de su vida.
En el momento en que posterga la decisión terapéutica acorde a la ley e inicia un recurso jurídico innecesario y lento, la está privando de su derecho a la vida y a la salud, con el agravante de que, como director de un hospital público, es responsable de asistirla. Además de convalidar que el cuerpo, los deseos y la vida de la niña son una cosa, usada para la satisfacción de sus propios deseos, conveniencias y creencias religiosas. Respetables a condición de que no sustituyan la ley común: la que rige para todos, sin distinción de ideología. Criminales cuando se desviven por el embrión y –como si fuera lo más natural– lo elevan por encima de una nena pobre violada.
* Psicoanalista. Foro por los Derechos Reproductivos/Conders.