Mar 30.12.2003

SOCIEDAD  › APRIETES REITERADOS A FUNCIONARIOS DE QUILMES

Una mafia a la orilla del río

Desde que el intendente comenzó a inspeccionar los boliches de la ribera, protegidos por la policía, cuatro de sus colaboradores fueron agredidos. “Déjense de joder con las clausuras”, advirtieron.

› Por Horacio Cecchi

Sergio Villordo (PJ) lleva casi veinte días como intendente de Quilmes. Asumió reemplazando al polémico Fernando Geronés (UCR), procesado en una megacausa por presunta megaestafa al municipio. Uno de los primeros actos de gobierno de Villordo fue inspeccionar una serie de boliches de la ribera quilmeña. Días después, empezó la devolución de gentilezas: el director de Bromatología fue visitado en su casa por gente con cara de pocos amigos; el director de Inspección General fue asaltado, golpeado, y le robaron el auto y el celular; un colaborador directo de Villordo fue secuestrado durante una hora y vapuleado. El sábado pasado, a una delegada municipal le gatillaron una pistola en la cabeza. Todos escucharon el mismo mensaje: “Déjense de joder con las clausuras”. Hace una semana, Villordo denunció que una mafia no lo dejaba gobernar. La describió como una “mafia de comerciantes”. Curiosa situación la que se vive en Quilmes: Página/12 detectó que la mafia comercial tiene uniforme.
La Departamental de Quilmes está a cargo del comisario inspector Jorge Díaz. Y estaba, antes de la asunción del nuevo intendente del partido, Sergio Villordo, quien asumió el 10 de diciembre pasado, reemplazando en el cargo a su antecesor, Fernando Geronés, quien transitó su último período a bordo del escandaloso caso de una Trafic trucha (en pleno putsch contra los desarmaderos) y de una megacausa por presuntas estafas por la que terminó procesado.
Los hechos fueron revelando a Villordo que lo que se decía sobre Geronés no era todo. No sólo encontró las instalaciones de la municipalidad desmanteladas. También descubrió que había quienes aún respondían al anterior jefe de gobierno. Unos días después de hacerse cargo del municipio decidió llevar adelante una serie de inspecciones en los locales del sector conocido como la ribera quilmeña, muy similar al de la costanera, aunque en estado de lamentable abandono. La zona está protegida por un destacamento que depende de la seccional primera de Quilmes. Protegida es un eufemismo de estricto rigor práctico y literal. El destacamento es conducido por un oficial principal de apellido Barrios. Según reveló una fuente quilmeña que conoce al dedillo la traza de redes y peajes de la Bonaerense, “buena parte de los locales son regenteados por policías; la otra parte, se pone con una cuota mensual”.
Como ya es público y notorio en infinidad de casos denunciados en diferentes distritos, la red, llámese protección, conformación societaria, o peaje, recogía su diezmo que se iba elevando hacia las jerarquías. Según la misma fuente, uno de los locales en cuestión es la bailanta Diversión, ubicada en Mosconi y camino General Belgrano, a escasos metros del Comando de Patrullas de Quilmes. Entre sus dueños figura un oficial principal de la DDI local.
Las inspecciones fueron encabezadas por el secretario de Gobierno Marcelo Pace. “Fueron verdaderos allanamientos”, reveló una fuente a Página/12. Y no estuvieron exentos de tensiones. Para dar un ejemplo, en el boliche Diversión, el uniformado de la DDI y dueño bailantero “salió a hacer chapa y se trenzó en una discusión con Pace”, dijo la misma fuente. No tuvo éxito.
Las sucesivas visitas dejaron un tendal de clausuras y multas. La respuesta no se hizo esperar. En el término de tres días Villordo recibió tres avisos de muy fácil lectura: Mario Cambi, nuevo director de Bromatología, una de las patas de las inspecciones, recibió visitas en su casa. Le destrozaron la puerta. Al interior de la vivienda no le fue mejor. Dos días después, al ex comisario Carlos Cardoso, director de Inspección General, le rompieron la cabeza de un culatazo, le robaron el celular y el auto. Un día más tarde, Leonardo Alberto, asesor directo de Villordo, fue secuestrado durante una hora para hacerle llegar un mensaje a su jefe: “Decíle que la corte”. Ese día, Villordo denunció que una mafia comercial no lo dejaba gobernar. Tres días después, recibió respuesta:secuestraron a la delegada municipal de Bernal, Mary Fera, a quien le gatillaron un arma en la cabeza.
Aunque Villordo no lo admite públicamente, las sospechas sobre esta supuesta red confluyen sobre el comisario Díaz. La historia del jefe departamental es llamativa: en noviembre del ‘96 formó parte de las huestes del ex capanga Mario “Chorizo” Rodríguez, en la masacre de Andreani. En Quilmes aterrizó de la mano de otro influyente: fue colocado por el polémico Claudio Smith, cuyo legajo de tantas manchas oscuras más que por leopardo pasa por pantera negra.

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