SOCIEDAD › BUSCANDO A LOS AUTORES DE UNA PINTADA, DESTROZARON LA CASA A UNOS JUBILADOS DE MAR DEL PLATA
La Bonaerense creyó identificar la casa de un grupo de jóvenes que había pintado una amenaza en el muro del intendente Carlos Arroyo. Entraron y destrozaron todo. Pero habían errado de puerta.
› Por Horacio Cecchi
El lunes pasado, el paredón blanco de la casa del intendente de General Pueyrredón, Carlos Arroyo, amaneció con la pintada “Hay balas apuntando a tu casa”. La reacción fue inmediata. Ese mismo día el Concejo Deliberante votó un repudio en forma unánime. Ayer, la marca de la Bonaerense se hizo sentir en un caso que apuntaba al archivo. Con una celeridad pocas veces vista, detectó a los responsables de la pintada y allanó la vivienda. Bueno, no fue tan así. Para la Bonaerense, la celeridad es un arma de doble filo y el problema es que suelen equivocar hoja con mango. En día y medio, martes a la tarde, se suponía que tenían resuelto el caso. Pero no, allanaron el lugar, destrozaron la puerta de la vivienda y se encontraron con un par de jubilados y, oculta en el ropero, a la esposa aterrada de uno de ellos. Ahí, el jefe del operativo comprendió que habían errado de puerta. Era la puerta del fondo, y allí fueron los gordos con chaleco y casco, empujándose entre sí y en fila. Ahí sí, detuvieron a dos hermanos, una joven y un muchacho.
La investigación fue tan inmediata como efectista. O intentó serlo. Después de que el lunes por la mañana los medios marplatenses on line desparramaron la denuncia pública que Arroyo realizó por medio de su secretario, la fiscal Alejandra Bonichini decidió actuar de oficio ante la falta de denuncias penales, mientras en los medios se desparramaban los apoyos y adhesiones de parte del Concejo a pleno, legisladores provinciales y nacionales, políticos. “No es bueno para la democracia, para la paz que estamos buscando”, declaró Arroyo a los medios. El caso apuntaba a un caramelo, masticable y dulce. Y encargó a la Bonaerense.
Los uniformados de la Departamental marplatense vieron el filón y ocuparon manos a la obra con una velocidad pocas veces vista, por cierto, acompañada por la suerte.
¿Qué hubo? Según fueron relatando a este diario diferentes engranajes del proceso de investigación, la cámara de seguridad sobre la calle Don Bosco que permitía ver el frente de la casa de Arroyo, en primer lugar, funcionaba. En segundo lugar, tomaba imágenes hasta unos 200 metros de la vivienda. En tercer lugar, los Bonaerenses tuvieron la suerte de que el grupo de cinco personas, con sus rostros cubiertos, que en las imágenes aparece pintando con aerosol el muro de lo de Arroyo, se van caminado y entran en una puerta a poco más de 100 metros en línea recta, sobre la misma Don Bosco, al 1900.
Reunieron las imágenes, presentaron la prueba y la fiscal dio el ok y pidió la orden de allanamiento, que le fue concedida. El operativo se realizó el martes por la tarde, es decir, poco más de un día después del gravoso atentado. Tiempo récord. Para el operativo participaron 20 polis. Un poco mucho para una pintada con aerosol, pero siempre está el riesgo de que les pinten la cara. La fiscal no participó en el operativo. Error conceptual: dejar todo en manos de los polis tiene sus riesgos.
Estos, los riesgos, aparecieron apenas se traspuso (a las patadas) la puerta de calle. Rubén Pagnotta, jubilado, de 70 años, vecino del intendente, coincidió. Dijo que había escuchado un ruido tremendo en la puerta exterior. En ese momento Pagnotta estaba con su hermano y su esposa.
A todo esto, los polis atravesaron la puerta de calle y entraron brutalmente dispuestos a arrasar con quien se opusiera, pero se toparon con la primera complicación y sin necesidad de tiros. En lugar de un interior se encontraron con un pasillo exterior. Una puerta a la izquierda y otra al fondo. Típico PH y cómo fue que no se les había ocurrido que pudiera ser así. Y bueno, la acción ya estaba desatada. En lugar de dar marcha atrás y pedir instrucciones a la fiscal y una nueva orden, decidieron avanzar. Después de todo, la apuesta era fifty-fifty. No había posibilidad de error. Encararon contra la puerta más cercana. Aplicaron toda la fuerza que disponían más la que tenían atragantada por el primer error y blummmm!!!!, de golpe estaban adentro de lo de Pagnotta.
Lo primero que hicieron los Bonaerenses, y esta es una acción refleja de años y años de preparación, hicieron echar al piso a los dos sospechosos que encontraron (los dos jubi, los hermanos Pagnotta), de panza, manos en la nuca y sin moverse.
“Revolvieron todo –dijoPagnotta–. Nos rompieron todo, hasta la puerta del dormitorio. Somos todas personas de 70 años, y tenemos problemas cardíacos”.
Los del operativo pintada buscaron y rebuscaron hasta que al abrir la puerta de un placard se encontraron dentro con una mujer (la esposa de Pagnotta) aterrada. En ese momento, el jefe del operativo comprendió que había elegido cara y salido ceca. Salieron todos corriendo y enfilaron contra la puerta del fondo, donde repitieron el operativo. Allí detuvieron a dos jóvenes, una chica de 24 y un chico de 23, y secuestraron tres aerosoles, uno negro, uno blanco y uno rojo, panfletos, libros (?) y una planta de marihuana. Ayer fueron liberados pero son investigados en profundidad.
Pagnotta, quien dijo que no entendía lo del intendente, que él lo conoce, y lo saluda, que son vecinos hace tiempo, no sabe quién reparará las puertas y muebles destrozados. La noche del martes durmieron con la puerta de calle abierta y la segunda con un tablón cruzado con clavos. Dijo que su esposa sigue temblando de miedo. Y que su hermano y él aún no se pueden reponer. Al final, resultó un caramelo ácido.
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