El amor fue la perdición para un violador. Consiguió el número de teléfono de su víctima y la llamó en reiteradas ocasiones para concretar un encuentro. La policía lo detuvo y ayer fue reconocido en una rueda de presos por tres mujeres atacadas, quienes identificaron, entre otros rasgos, un tatuaje en una de sus manos. Se trata de un empleado de un stud de la localidad bonaerense de Martínez, cuyo nombre no trascendió.
El detenido, un ciudadano uruguayo de 34 años, fue apresado el viernes pasado. Al día siguiente se negó a declarar ante el fiscal de Instrucción de San Isidro a cargo del caso, Jorge Apolo. La primera violación que se le imputa ocurrió el 28 de febrero pasado, mientras que la siguiente fue cometida 10 días después y la última sucedió la semana pasada.
Las tres violaciones las realizó en distintas zonas: en un descampado cercano al Hipódromo de San Isidro; cerca del centro comercial Unicenter y en una casa abandonada, según detallaron los voceros judiciales.
“El hombre intimidaba con un cuchillo a las mujeres y las obligaba a dirigirse hacia algún lugar solitario, donde las sometía sexualmente”, indicó una fuente judicial. En la última violación, ocurrida la semana pasada, la víctima logró escapar del delincuente luego de golpearlo con una piedra en la cabeza, para luego dirigirse a la comisaría.
Los investigadores identificaron y detuvieron al violador debido a que él mismo le había comentado a una de sus víctimas que era uruguayo y porque comenzó a comunicarse telefónicamente con una de las mujeres a la pesca de una cita. Es que el violador le sacó a la mujer el número de teléfono del comercio donde trabajaba y de su celular, y luego la llamaba para invitarla a un encuentro sexual. Los llamados permitieron ubicar el lugar donde vivía: un stud de Martínez.