Lun 24.05.2004

SOCIEDAD  › OPINION

Error

› Por Ernesto Tiffenberg

Un diario comete errores todos los días. Por eso, porque es un diario. A las doce de la noche hay datos que parecen irrefutables que sólo horas después se muestran irrelevantes. Los columnistas opinan en caliente, sin conocer las noticias que aparecerán al otro día, y los editores eligen la forma que consideran más adecuada para acercarles las novedades a los lectores. ¿La mejor? No, la que parece mejor a un grupo de falibles seres humanos apurados por la urgencia del cierre. Así, cada día están obligados a actualizar los datos para que los lectores puedan acompañarlos en el tortuoso recorrido hacia la información.
Pero el contexto que hace que un diario (este diario, todos los diarios) esté lleno de errores, no disculpa cualquier error de los que lo hacen. Además de los que le pone la realidad, un medio se fija sus propios límites a la hora de informar. En eso no caben las recetas. Cada cual lo hace de acuerdo a sus ideas éticas, estéticas y políticas.
A Página/12 no le gustan los límites, pero desde el comienzo también se fijó unos pocos: la defensa de la democracia y los derechos humanos de todos y cada uno. Y en el cada uno se incluye justamente el derecho a vivir como a cada uno le dé la gana. Página/12 nunca se metió en la cama ni en el placard de las personas, hasta que esa cama o ese placard fueron abiertos de par en par por la actividad pública del protagonista.
Por eso este diario quiere dejar en claro que cometió un error de los que no son justificables por el apuro y hacer llegar el correspondiente pedido de disculpas a los afectados. Página/12 informó ayer que el sábado fue encontrado muerto Hernán Rodrigo Arrojo, uno de los propietarios de la productora Cuatro Cabezas y –contrariamente a lo habitual y vulnerando sus propios límites por una lamentable decisión editorial– se extendió en especulaciones policiales sobre las causas de esa muerte cuando, por lo menos por ahora, ellas no afectan de manera alguna a los que no pertenecen a los afectos e intimidad del fallecido. No sólo lo hizo sino que además tituló la nota con ellas. Quizás esa información sea relevante para otros medios. No para éste.
Es cierto que un diario no sería jamás un diario sin los errores que se describen al principio de estas líneas. Pero Página/12 no quiere dejar pasar de largo un error por el cual, de mantenerse, este diario dejaría de ser este diario.

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