SOCIEDAD
Los vecinos que tomaron un predio para escapar de la contaminación
Unas 150 familias de Dock Sud ocuparon un terreno en Avellaneda, con la idea de poder vivir en un barrio sin polución.
› Por Carlos Rodríguez
De los rincones más oscuros de la ironía criolla surgió el nombre de esta zona de Dock Sud: Villa Inflamable. Un estudio oficial, realizado el año pasado, confirmó la existencia de plomo en sangre y de gases cancerígenos como el benceno, el tolueno y el xileno en los 5000 vecinos que habitan el Doque, pero sobre todo en los 1500 cuyas casas están paradas en las manzanas que se conocen como La Inflamable y que absorben todo lo malo que esparce en el agua, en la tierra y en el aire el Polo Petroquímico. Ayer, luego de dar por fracasadas sus reuniones con entes oficiales para encarar un proyecto de vivienda que los saque del lomo de una bomba siempre a punto de explotar, los habitantes del barrio piromaníaco resolvieron tomar unos terrenos ubicados en Avellaneda, detrás del shopping, con la idea de seguir allí “hasta obtener las tierras para salir de La Inflamable”. En caso de que el acuerdo no llegue “igual nos vamos a quedar y ya trajimos bloques de cemento, arena y otros materiales para hacer casas para vivir en un barrio y no en una villa”.
Alejandro, Ana, Darío y Soledad son los voceros de un grupo que incluye a 150 familias, de las 350 nucleadas en La Inflamable. Una nena agita sus dos manos para saludar, desde la abertura que deja la carpa gris y azul donde vive junto con su familia. “Esa chiquita tiene plomo en los riñones, es grave, aunque está un poco mejor porque desde hace un tiempo la sacaron de la villa.” Un estudio realizado por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA demostró, sobre una muestra de 114 chicos de La Inflamable, que el 20 por ciento tenía más de diez microgramos de plomo por decilitro de sangre. Y se detectaron casos críticos que llegaban hasta los 70 microgramos por decilitro.
Los vecinos manejan la información como técnicos. “Estamos rodeados por la contaminación: de un lado tenemos el Riachuelo, del otro el canal que trae los desechos industriales del Polo Petroquímico y por debajo el entramado de caños por donde pasan los productos químicos. Estamos parados sobre una bomba”, es la definición de Alejandro. Ahora se instalaron en cuatro manzanas fiscales, que pertenecen al gobierno nacional, ubicadas sobre la calle Limay, detrás del Shopping Avellaneda.
Las 150 familias, que la semana próxima podrían llegar a 200, han instalado un gran galpón de madera y chapas de cinc que funciona como comedor para 60 chicos. El terreno, que tuvo que ser desmalezado, fue ocupado por carpas multicolores y casitas bajas, montadas con bloques de cemento rectangulares. El aspecto es similar a las ruinas de un pueblo originario, pero ellos quieren construir un futuro mejor. La comisión de vecinos mantuvo reuniones con el intendente de Avellaneda, Baldomero Alvarez de Olivera, pero él les respondió “que la solución del problema depende del gobierno nacional”.
La discusión sobre el traspaso de las cuatro manzanas ocupadas se venía llevando con el Organismo Nacional de Administración de Bienes, cuyo titular es Fernando Suárez. Fuentes del organismo confirmaron que las negociaciones están a cargo de uno de los asesores, Agustín Tirelli, y aseguraron que “todavía no se han cerrado”. “Nuestros chicos tienen un 80 por ciento de plomo en la sangre. Basta de muerte”, es uno de los carteles pegados en una de las paredes del comedor.
“Shell prometió un empadronamiento para buscar una solución, pero nunca lo hizo, el intendente de Avellaneda dice que no tiene nada que ver con el tema, la provincia calla y el gobierno nacional, a través de Desarrollo Social, sólo aportó materiales para levantar el comedor. Queremos un acuerdo para vivir acá y construir un barrio digno, no una villa. Por eso nos vamos a quedar, hasta que nos escuchen”, dijeron los voceros del grupo, luego de obtener el respaldo de una asamblea general realizada al aire libre, con fogones encendidos como única barrera contra el frío.