Lun 31.05.2004

SOCIEDAD  › NEGOCIOS POLICIALES TRAS EL CRIMEN DE LA TITULAR DE AMMAR

Trapos sucios en Drogas Peligrosas

La causa por el crimen de Sandra Cabrera sigue la pista del crimen pasional. Pero algunos investigadores sospechan que la mataron porque conocía el negocio de las drogas manejado por policías.

› Por Alejandra Dandan

Para los que la conocían de cerca, Sandra era “una líder paternalista, a lo Lorenzo Miguel”. Quizás esa definición encierra las razones de su muerte y los silencios que aún esconden los que podrían transformarse en testigos. Sandra Cabrera está muerta desde hace cuatro meses. La secretaria general de las meretrices rosarinas acabó tumbada en la calle por un disparo en la nunca. El virtual jefe de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Federal de Rosario está preso desde hace dos semanas, como resultado de la investigación. Las fuentes judiciales consultadas por Página/12 lo presumen detrás de la muerte. Aunque sospechan que a “ella la mataron porque conocía el negocio de las drogas”, la investigación en este momento corre el riesgo de quedarse sólo en la hipótesis de un crimen pasional. Como Lorenzo Miguel, Sandra era peligrosa. Además de paternalista, era muy efectiva en las denuncias contra la policía.
La muerte de Sandra se convirtió en un dolor de cabeza para el gobierno de Santa Fe. La gremialista había escandalizado en más de una ocasión a los rosarinos con las denuncias contra los cafiolos de la zona roja y los policías provinciales, especialmente los de Moralidad Pública, que terminó desmantelada.
Las sospechas sobre la relación entre crimen, drogas y policías comenzaron cuando los investigadores se pusieron a indagar aspectos de su vida privada. Rastrearon relaciones, clientes y los antecedentes de una vieja orden de detención, del 16 de diciembre del año 2000. El oficial antinarcóticos de Drogas Peligrosas Diego Parvluczyk la había detenido por portación de “dos cigarrillos de marihuana”. A Sandra la sobreseyeron. Parvluczyk llevaba once años en las calles de Rosario cuando, hace dos semanas, la Justicia decidió detenerlo imputado como supuesto autor, partícipe o instigador del crimen.
Los investigadores creen que entre los presuntos cigarrillos de marihuana y el tiro en la nuca, Sandra mantuvo una prolongada relación amorosa con el policía antinarcótico. Parvluczyk ahora lo niega, pero se lo habría confesado al juez de la causa, Carlos Carbone, días después del homicidio. Durante la testimonial reconoció –acorralado por las circunstancias– que la noche del crimen mantuvo sexo con ella. De allí en adelante la Justicia lo puso en la mira como uno de los principales sospechosos.
En la recolección de pruebas se encontraron elementos que alimentaron la hipótesis del crimen pasional en el marco de una relación peligrosa. Sandra aparece ligada a la Superintendencia de Drogas como “informante” o involucrada en una supuesta asociación de tráfico de drogas, o vinculada afectivamente al policía.
Esa es la madeja de posibilidades que intenta develar el multifacético equipo de investigación que está detrás de la causa. Por el voltaje político, en el caso trabajan el juzgado, la fiscalía de Ismael Manfredini y una comisión especial integrada por policías provinciales y hombres de Prefectura y Gendarmería Nacional. En línea con lo que denunciaron las meretrices nucleadas en Ammar hace meses, los investigadores coinciden en una presunta relación del policía con el caso. Sin embargo, difieren en su grado de compromiso y, especialmente, en el móvil del crimen.
Unos levantan la hipótesis del crimen pasional. En esa línea, Parvluczyk sería el presunto autor y Sandra una criatura dominada por sus angustias: “Sandra estaba muy enamorada del oficial y lo presionaba para que se fuera a vivir con ella”, dijo una fuente de la investigación. La otra línea sospecha que la relación existió, pero que a Sandra la mataron porque conocía presuntos compromisos de los policías de la Superintendencia con el negocio de las drogas. Las conocía o porque trabajaba para ellos o por la relación con Parvluczyk.
En tanto, sus compañeras siguen de cerca cada paso de la causa. Saben que existe un hilo muy fino en la lógica de investigar a la víctima para llegar al asesino o hacerlo para criminalizarla. En su caso, aún es más grave. La criminalización en Rosario puede alcanzar las puertas de la organización. Sandra está muerta y su gremio no tiene custodios, como tenía Lorenzo Miguel.

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