SOCIEDAD
› CREAN UN BANCO SOCIAL DE TIERRAS PARA VIVIENDA SOCIAL
El sueño del terrenito fiscal propio
Por un lado, interminables hectáreas de tierras fiscales. Por otro, el hacinamiento en terrenos donde a veces deben vivir decenas de familias. Una y otra postal pueden ser una síntesis de la paradoja argentina. Para revertir este cuadro, el presidente Néstor Kirchner firmó ayer un decreto para la creación del Banco Social de Tierras. La misión del nuevo organismo será elaborar un registro de todos los inmuebles ociosos del Estado –nacionales, provinciales y municipales– para destinar esas tierras a la construcción de viviendas de las familias de menores recursos. Para resolver la situación de hacinamiento y precariedad, principalmente en las villas, el Gobierno dice que se necesitan unas 30.000 hectáreas. Y según aseguran en el flamante Banco de Tierras, el Estado “tiene esa cantidad de tierras” en desuso.
“Las prioridades para la adjudicación de las tierras las fijan las necesidades de la gente”, enfatizó a Página/12 Héctor Metón, presidente de la Comisión Nacional de Tierras Fiscales del Programa Arraigo. Este plan, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, estará a cargo de la gestión del banco. De todos modos, una vez que el organismo registre las tierras fiscales ociosas y se establezcan las prioridades de adjudicación, no se cederán los terrenos en forma gratuita. “El Estado no regala las tierras”, aclaró Metón, sino que en cada caso se arreglará con el beneficiario una suerte de “cuota social” a valor fiscal para obtener el título de propiedad.
Durante el acto de presentación del Banco Social de Tierras, Kirchner sostuvo que “el mejoramiento de viviendas y la construcción de nuevas casas consolidará el triángulo fundamental para colocar un piso social que nos permita contener a millones de hermanos”. Del acto, que se realizó en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, participó la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, quien convocó a las provincias y municipios a imitar esta iniciativa para “solucionar los problemas de los sectores que no tienen acceso a la tierra y la vivienda”.
El nuevo organismo –creado a través del decreto 835 del PE nacional– tendrá un registro centralizado de las propiedades ociosas estatales. Para obtener la información de estas tierras, el banco recurrirá a los órganos de la administración nacional, sus empresas y entes descentralizados, como el Onabe, Vialidad Nacional, los ministerios de Educación, Salud (por escuelas o dependencias sanitarias que nunca se construyeron, aunque sus tierras ya estaban asignadas) y las dependencias de Catastro de la Nación, las provincias y los municipios.
Incluso, Kirchner reveló ayer que habló con el ministro de Defensa, José Pampuro, para destinar los terrenos ociosos que están en manos de las Fuerzas Armadas. Por otra parte, el banco también pretende hacer frente a la situación por la que atraviesan poblaciones aborígenes que sufren continuas disputas por sus territorios.
Según Metón, el organismo ya cuenta con una lista de prioridades para adjudicar las tierras y, según adelantó, el objetivo es que para finales de este año ya exista un registro de las tierras fiscales en desuso. Después, se estudiará el estado de esas extensiones y, finalmente, se determinará quiénes serán los beneficiarios.
“La idea –explicó el funcionario– es que, en el caso de las villas, después de conseguirles las tierras se formen cooperativas que trabajen para el loteo y la construcción de viviendas.” Actualmente, ya existen algunas iniciativas en este sentido. Por ejemplo en la Villa Palito, de La Matanza, donde vivían hacinadas 1300 familias. Formaron una cooperativa, obtuvieron la adjudicación de un terreno aledaño, lotearon la zona y construyeron las viviendas mediante el pago de una cuota convenida con el Estado. “Sólo el que vive en una villa sabe las necesidades que allí se pasan. El hecho de no tener que correr a mis hijos mientras duermen por las goteras que caen, entre otras miles de cosas, es algo de lo cual estamos orgullosos”, relató Juan Enrique, uno de los habitantes de ese barrio. Hugo Molina, que vive en Villa Las Antenas, también en La Matanza,donde también se puso en marcha una iniciativa similar, contó: “No me di cuenta de que vivía en una villa hasta que me mudé. Ver ahora a mis hijos ducharse con agua caliente es algo impagable”. Con algo similar sueñan en la cooperativa recientemente formada en el barrio Esquina, de Corrientes: “No vemos la hora de dejar de vivir de inundación en inundación”, anhelaron.